Un hospital en la monta?a
Badalona, la monta?a. Hace 20 a?os exactos levantaron un hospital en el paraje llamado de Can Ruti. El que lo autoriz¨®, el alcalde de entonces, Joan Blanch, era una de la media docena de personas de Badalona conformes con la iniciativa. Le advirtieron que la ¨²nica manera r¨¢pida de llegar a la monta?a era en ambulancia. Dijo que adelante. Luego levantaron all¨ª un vulgar¨ªsimo mamotreto. Las cr¨ªticas arreciaron. Ha roto el paisaje, metaforizaron. Veinte a?os despu¨¦s, el mamotreto es a¨²n m¨¢s h¨®rrido. El tiempo lo extrema todo. La ambulancia sigue siendo el mejor sistema de transporte, pero Can Ruti es hoy un hospital de referencia en Espa?a.
La fuerza de las ideas. ?nico motor del mundo. Diversos grupos de j¨®venes especialistas asaltaron por fuerza, con esa fuerza, el hospital y se dedicaron a la investigaci¨®n. Donde estaban previstas unidades administrativas, instalaron laboratorios semiclandestinos. Los ¨¦xitos llegaron con el sida y la investigaci¨®n oncol¨®gica. La investigaci¨®n siempre estuvo destinada a resolver los problemas del otro lado del tabique. Aplicada. Inmediatamente aplicada. No es la ¨²nica investigaci¨®n leg¨ªtima. Pero a veces hay que recordar que es leg¨ªtima. Durante muchos a?os, en el mismo palmo de terreno, se cur¨®, se investig¨® y se ense?¨® medicina, por cuenta de la Universidad Aut¨®noma. Ese grupo de m¨¦dicos y aprendices animados por el doctor Feliu, el director del hospital, presenta una ¨¦pica. Si escribieran versos o trocearan celuloide ya se habr¨ªa hablado de la generaci¨®n de Can Ruti. Un hospital, en el fondo de una monta?a deshabitada. El talento es un cactus. Hermoso, insociable, con pocas necesidades. Pincha y no saben qu¨¦ hacer con ¨¦l los comentaristas.
J¨®venes especialistas han convertido Can Ruti en un hospital de referencia en Espa?a
Veinte a?os. El se?or Joaquim Ortilles trabaja en el Ayuntamiento, en el "gabinete de planificaci¨®n estrat¨¦gica". Acordamos que s¨®lo se entiende la preposici¨®n. Qu¨¦ importa. Luce el sol. Y, en cualquier caso, es una buena noticia in¨¦dita que en los ayuntamientos se ocupen de pensar. Paseo por la monta?a. Las novedades. Est¨¢n acab¨¢ndose las obras del laboratorio de investigaci¨®n y las nuevas aulas. El palmo de terreno crece. Al tanatorio le quedan unos cuantos meses. Resplandece el nuevo edificio del Instituto Guttman, trazado sobre el camino de Can Ruti con suma eficacia y delicadeza. La arquitectura de un hospital. Debe cumplir el mismo objetivo que el prospecto de los medicamentos: empezar a curar al paciente. Los derrumbes de la vida en el Guttman enfrentados a esa arquitectura clara y serena. La ¨²ltima novedad de la monta?a: un centro para enfermos mentales. Y el pr¨®ximo proyecto, ya inminente: un hotel que pueda albergar a los familiares de los enfermos.
As¨ª que en la monta?a ha acabado organiz¨¢ndose uno de los polos sanitarios m¨¢s avanzados del pa¨ªs. Una de esas instalaciones que afectan realmente a la vida de los ciudadanos. Motivo de orgullo. Sorprende, por lo que respecta al hospital central, la extrema dejadez de su urbanizaci¨®n. Sobresale en todas partes la est¨¦tica de la herrumbre y el desconchado. Los matorrales, primavera imparable, llegan hasta la recepci¨®n. Gran parte de las ¨¢reas de aparcamiento no disponen de un maldito sombrajo. No existe ni la m¨¢s incipiente unidad de dise?o que identifique y ordene las instalaciones sanitarias de la monta?a. La cafeter¨ªa. Una t¨®mbola en hora punta. El lavabo. Preguntas a Joaquim Ortilles. Contesta que la urbanizaci¨®n del lugar corresponde al Servicio Catal¨¢n de la Salud, de la Generalitat. El se?or Ortilles razona seriamente que uno de los grandes d¨¦ficit democr¨¢ticos es la competencia entre las administraciones. Ni siquiera se hablan. Hace poco que el se?or Ortilles acaba de enterarse de que la Generalitat va a construir un helipuerto en la monta?a. Le parece de perlas. Los habr¨ªa felicitado. M¨¢s all¨¢ de las competencias, surge lo evidente: quien paga las consecuencias de la dejadez es el Ayuntamiento: ninguna ruina le es ajena.
Ciudades que vagan desesperadamente en busca de una marca. Sin ¨¦xito. Incluso ciudades muy grandes y poderosas. Otras la tienen a mano. A un golpe de dise?o, una capa de pintura, algo de jardiner¨ªa y unas cuantas voces. Ser y parecer. That is.
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