Peligro de demolici¨®n

El peor Valencia en mucho tiempo dio un respiro al Villarreal. A estas alturas, el estado an¨ªmico del cuadro de Ben¨ªtez es tan fr¨¢gil que le basta recibir un gol en contra para desplomarse con rotundidad. Justo lo que le pas¨® ayer: Jorge L¨®pez, de penalti, puso por delante al conjunto de Floro y el Valencia hundi¨® la cabeza bajo el c¨¦sped. De ah¨ª no la sac¨® hasta ¨²ltima hora, cuando marc¨® con otro penalti que parec¨ªa su ¨²nico modo de marcar. El juego pausado y pensado de Farin¨®s y Jorge L¨®pez desquici¨® por completo a los valencianistas, empeorados, si cabe, por cada decisi¨®n de su entrenador y por cada bronca de la grada.

Los nervios presentaron ayer su factura en el Valencia. Tanta tensi¨®n durante las ¨²ltimas semanas apareci¨® en las piernas valencianistas. Ya desde el primer instante, cuando, sin venir a cuento, Baraja le sacudi¨® un patad¨®n a Jorge L¨®pez en el centro del campo. El Villarreal s¨®lo hubo de pescar en r¨ªo revuelto. Ah¨ª acudi¨® Farin¨®s, que, entre tanta ansiedad, transmiti¨® una paz inmensa. En su nuevo regreso a Mestalla y con esa barba rubia que le da un aire mucho m¨¢s maduro, supo lo que hacer en cada momento. Se dej¨® caer por todos los lados. Tuvo un potente im¨¢n en las botas. Dej¨® dicho que merecer¨ªa volver al equipo que le amamant¨®. Por juego y por cari?o, pues se neg¨® a celebrar el segundo gol del Villarreal, una pifia apote¨®sica de Ca?izares. Fue un tirito de Farin¨®s que se le escurri¨® de entre las manos al veterano portero internacional, tambi¨¦n afectado por una desconfianza que se contagi¨® a velocidad de v¨¦rtigo. El primero en mostrarla fue R¨¦veill¨¨re. La empanada le lleg¨® a S¨¢nchez, m¨¢s tarde a Baraja y, finalmente, a Ayala. Todos, con la autoestima a ras de suelo mientras Mestalla se ensa?aba con cada uno de sus errores.

En ese c¨²mulo de imprecisiones, brill¨® por contraste la depurada t¨¦cnica de Jorge L¨®pez, desequilibrante en la media punta. Esa ubicaci¨®n que tanto le duele a Ben¨ªtez, pues no sabe la manera de desactivarla. El Valencia necesitaba remontar un 0-2, pero su entrenador decidi¨® disputar la segunda parte sin un 9. Tan s¨®lo con un segundo delantero, Juan S¨¢nchez, que tampoco pasaba por su mejor tarde. El Valencia ni siquiera creaba ocasiones de gol, puesto que no hab¨ªa referencia alguna en el ataque. Lanzaba balonazos al ¨¢rea de Reina sin que ni S¨¢nchez ni Aimar fueran rivales en el juego a¨¦reo, propiedad de los centrales de Floro. Para una vez que la presencia de Carew se antojaba imprescindible, el delantero noruego estaba en el banquillo. Y el Villarreal jug¨® uno de los partidos m¨¢s sencillos de su vida: s¨®lo ten¨ªa que esconder el bal¨®n. De tal manera que la grada se puso sarc¨¢stica y empez¨® a corear con ol¨¦s los pases de los jugadores rivales. A falta de 20 minutos para el final, muchos aficionados ahuecaron el ala. No hab¨ªa nada m¨¢s que hacer: o aplaudir al Villarreal o marcharse.

Al final, un penalti permiti¨® que S¨¢nchez metiera por primera vez al Valencia en el partido, que viera posibilidades de empatar. El empate lo tuvo a tiro Baraja, pero sac¨® el bal¨®n Quique ?lvarez bajo los palos.