Un Milan menor, a la final
El Inter, pese a sus carencias, estuvo cerca de ganar en los ¨²ltimos minutos
Tanta pasi¨®n, tanto v¨¦rtigo, tan poco f¨²tbol en San Siro, donde el Milan hizo lo obvio: ganar porque tiene mejores jugadores en todas las l¨ªneas. El Inter interpret¨® el vulgar papel que le corresponde ahora mismo, el de un equipo incoherente, mal dise?ado, remitido al turco Emre, el ¨²nico futbolista potable que le queda. Porque Vieri, cuya lesi¨®n ha resultado devastadora en el Inter, marca diferencias en el ¨¢rea, pero no tiene ning¨²n peso en el juego. El turco, o nada, y el turco sali¨® de carrilero, condenado a galeras por C¨²per, que hizo de la prudencia su divisa en un partido que necesitaba ganar. No lo consigui¨®, naturalmente.
El encuentro fue un monumento a todo lo que el f¨²tbol tiene de acontecimiento social. San Siro revent¨® de color y ruido, como no pod¨ªa ser de otra forma. Es conmovedor el ejercicio de fe de los aficionados italianos en sus equipos, en las esperanzas que les despiertan, en lo poco que reciben a cambio sin quejarse, desprendidos de la memoria. Del estado del f¨²tbol italiano no habla tanto la situaci¨®n actual, que hasta puede parecer magn¨ªfica ante la posibilidad de una final entre sus equipos, sino el recuerdo de otros clubes que, francamente, resultaban siderales en comparaci¨®n con los de ahora. Es cierto que el virus catenacista anidaba en el Inter de Helenio Herrera, pero aquel equipo ten¨ªa el vuelo que le daban Su¨¢rez, Mazzola, Corso o Faccheti. Y qu¨¦ decir de los sucesivos Milan, el tradicional italiano de Nereo Rocco con el gran Rivera, o el de Sacchi, que tanto impresion¨® y que tantas cr¨ªticas recibi¨® en Italia, porque no era culturalmente correcto, no se correspond¨ªa con el alma especuladora que tanto se jalea en este pa¨ªs. Era el Milan de Baresi, Maldini y los holandeses, y luego fue el Milan de Baresi, Maldini y los balc¨¢nicos. La comparaci¨®n de aquellos equipos con estos es lo que mueve al desencanto, tanto como la negativa a reconocerlo en las principales tribunas de opini¨®n.
INTER 1 - MILAN 1
Inter: Toldo; Javier Zanetti, Cannavaro, Materazzi, C¨®rdoba; Concei?ao, Di Biagio (Dalmat, m. 46), Cristiano Zanetti, Emre; Crespo (Kallon, m. 72) y Recoba (Martins, m. 46).
Milan: Abbiati; Costacurta, Nesta, Maldini, Kaladze; Gattuso, Pirlo (Brocchi, m. 90), Rui Costa (Ambrosini, m. 63), Seedorf; Shevchenko e Inzaghi.
Goles: 0-1. M. 45. Shevchenko, tras pase de Seedorf, hace un t¨²nel magn¨ªfico y forzado a C¨®rdoba, que hasta le zancadillea para frenarle, pero el ucranio, cay¨¦ndose, marca por alto.
1-1. M. 84. Cannavaro despeja mal, alto y hacia atr¨¢s, y Martins, tras caer el bal¨®n, se adelanta a Maldini y bate por bajo a Abbiati.
?rbitro: Gilles Veissi¨¨re (Francia). Amonest¨® a Gattuso, Inzaghi, Di Biagio, Rui Costa, Kaladze.
82.000 espectadores en el Giuseppe Meazza.
S¨®lo basta este partido como muestra. En algunos aspectos no fue el peor posible, pero fue malo. Nunca alcanz¨® altura, ni era posible lograrlo. No, desde luego, por parte del Inter, equipo sin ninguna clase, sin otra cualidad que una especie de entusiasmo juvenil por correr, trabar y equivocarse. Un pe?azo de equipo, en fin, que es la consumaci¨®n de sus decepcionantes predecesores. S¨®lo cuando C¨²per hizo virtud de la naturalidad, es decir, cuando coloc¨® a Emre en el medio campo, a Dalmat por la derecha y a Con?ei?ao por la izquierda, cuando el veloz juvenil Martins demostr¨® que est¨¢ por encima de Crespo y Recoba, s¨®lo entonces el Inter meti¨® en problemas al Milan. Pudo ganar en la fren¨¦tica tromba final, con la hinchada enardecida, satisfecha con cinco minutos de coraje. Qu¨¦ poco les basta.
Habla del Milan, y no bien, su sufrimiento ante un equipo tan vulgar. En el cap¨ªtulo declaraciones, Ancelotti se marc¨® un tanto con la alineaci¨®n de Pirlo, junto a Seedorf, Rui Costa -desacreditado despu¨¦s por una p¨¦sima actuaci¨®n y, naturalmente, Gattuso. Se entendi¨® como un acto de osad¨ªa frente a la decisi¨®n de C¨²per, empe?ado en su f¨®rmula conservadora. La prudencia no le sirvi¨® para clasificarse. Es m¨¢s, posiblemente el Inter no se clasific¨® para la final porque tir¨® todo el primer tiempo con tantos centrales, con centrocampistas defensivos, con Emre orillado en la izquierda, con Crespo y Recoba abandonados a su suerte. Sin ning¨²n alarde, el Milan se pasaba la pelota de vez en cuando, milagro que produc¨ªa beneficios inmediatos cuando la jugada desembocaba en Shevchenko, como en el gol, interpretado por Seedorf desde la media punta y por el delantero en el ¨¢rea, con la colaboraci¨®n de Toldo, que se acost¨® r¨¢pidamente y permiti¨® el tanto.
El gol produjo una depresi¨®n infinita en la hinchada del Inter, que no tir¨® cohetes con la entrada de Dalmat y Martins. Debieron salir como titulares porque el equipo les necesitaba, porque esta partido no elogiaba la prudencia precisamente. No hubo una transfiguraci¨®n del Inter, ni nada parecido. Simplemente dio la sensaci¨®n de que los equipos se igualaban y que, sin autoridad en ning¨²n lado, pod¨ªa suceder cualquier cosa. Eso lo entendi¨® muy tarde el Inter. Lo supo a ¨²ltima hora, tras el gol de Martins. En cinco minutos decidi¨® enfocar el partido de la manera que debi¨® hacerlo desde el principio. Demasiado tarde en una noche de grandes emociones y poco f¨²tbol. Como casi siempre.
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