De la toma de Bagdad renace la 'yihad'
En la ¨²ltima fase de la invasi¨®n de Irak, cuando los norteamericanos ya enfilaban Bagdad, el presidente egipcio Hosni Mubarak volvi¨® a advertir: "Vamos a tener un centenar de Bin Laden". Pero Estados Unidos, emborrachado por su f¨¢cil victoria militar, sigui¨® sin ver lo obvio: la existencia de una contradicci¨®n entre su aventura en Irak y la guerra contra el terrorismo islamista. El pasado lunes, Saad al Fag¨ª, un disidente saud¨ª exiliado en Londres, envi¨® un art¨ªculo a The Guardian en el que insist¨ªa: "La invasi¨®n estadounidense de Irak ha sido un regalo para Bin Laden". Horas despu¨¦s, terroristas suicidas, probablemente vinculados a Al Qaeda, provocaban una matanza en el barrio de los residentes occidentales en Riad.
El antiamericanismo ya era intenso en Arabia Saud¨ª antes de la invasi¨®n de Irak
El reciente anuncio de la retirada de los aviones y los soldados uniformados de EE UU de la base Pr¨ªncipe Sult¨¢n, en Arabia Saud¨ª, llega tarde. La yihad internacional antiamericana ha encontrado nuevos argumentos -y sin duda nuevos reclutas- en la invasi¨®n de Irak. En el propio Irak, el fundamentalismo chi¨ª, emparentado con la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n y el Hezbol¨¢ liban¨¦s, ya no cuenta con el freno brutal que supon¨ªa la dictadura laica de Sadam Husein. En el resto del mundo isl¨¢mico, el discurso de Bin Laden seg¨²n el cual Washington est¨¢ en plena "cruzada antimusulmana y proisrael¨ª" suena ahora m¨¢s convincente, y, siguiendo el ejemplo palestino, se forjan alianzas entre los radicales del nacionalismo secular ¨¢rabe y los yihadistas.
Arabia Saud¨ª, la patria de Bin Laden y de muchos de los kamikazes del 11-S, es hoy uno de los eslabones m¨¢s d¨¦biles de un Oriente Pr¨®ximo marcado por la israelizaci¨®n de la pol¨ªtica estadounidense y su corolario, la palestinizaci¨®n o libanizaci¨®n de las respuestas populares ¨¢rabes y musulmanas. Al igual que en otros pa¨ªses de reg¨ªmenes aliados de Washington como Egipto, Jordania y Marruecos, el antiamericanismo ya era intenso en Arabia Saud¨ª antes de la invasi¨®n en Irak, a causa de la tolerancia de George W. Bush con la represi¨®n israel¨ª de la segunda Intifada palestina. Ahora, tras la conquista de Bagdad, es febril.
La Casa de Saud, que durante medio siglo ha sostenido una alianza estrecha con Washington, est¨¢ en la cuerda floja. La principal legitimidad de su poder es religiosa, la que procede de esa interpretaci¨®n fundamentalista del islam llamado wahabismo. Desde la ortodoxia wahabista se alz¨® Bin Laden contra la presencia militar estadounidense -que data de la primera guerra contra Sadam, la de 1991- en el pa¨ªs que alberga los santos lugares musulmanes de La Meca y Medina. Y desde el wahabismo la mayor¨ªa de los ulemas saud¨ªes ped¨ªa la salida de las tropas "infieles" de su tierra y condenaba la colaboraci¨®n -discreta, meramente log¨ªstica- del r¨¦gimen de Riad en la invasi¨®n norteamericana de un pa¨ªs vecino y musulm¨¢n como Irak.
Con una econom¨ªa deteriorada, muy lejos ya de los a?os dorados del man¨¢ petrolero, y mucho resentimiento contra Bush, los saud¨ªes siguieron la guerra de Irak a trav¨¦s de Al Yazira y de los medios audiovisuales del Hezbol¨¢ liban¨¦s. Esto no aument¨® la popularidad de Washington ni la de sus aliados en la Casa de Saud. "La entrada de los tanques de EE UU en Bagdad ha sido el acontecimiento m¨¢s humillante para los ¨¢rabes y los musulmanes desde 1967 [la guerra de los seis d¨ªas]", escribe Saad al Fag¨ª. As¨ª que cuando se anunci¨® la retirada de las tropas norteamericanas de Arabia Saud¨ª los kamikazes que actuaron ayer en Riad ya se hab¨ªan colocado los sudarios del martirio. La toma de Bagdad fue el final del r¨¦gimen de Sadam, pero reverdeci¨® la yihad.
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