Piglia plural y enigm¨¢tico
Esta novela empieza como relato policial, de ritmo febril y hallazgo, por parte del protagonista, de un misterioso artilugio mec¨¢nico que cuenta historias en un Buenos Aires algo prostibulario y decadente. Sigue con un viaje inici¨¢tico, de Buenos Aires al campo, como invocando un peregrinaje de Macedonio Fern¨¢ndez (1874-1952), del que se van desprendiendo derivaciones estrictamente aleg¨®ricas -entre bab¨¦licas y dublinenses- y termina con un tambi¨¦n joyceano soliloquio femenino: "He tratado de poner en relaci¨®n cosas que parecen antag¨®nicas, como puede ser cierta pol¨ªtica conspirativa, cierta violencia clandestina y la obsesi¨®n por una mujer", declar¨® Ricardo Piglia en 1992, cuando apareci¨® La ciudad ausente en Argentina.
LA CIUDAD AUSENTE
Ricardo Piglia. Anagrama. Barcelona, 2003. 168 p¨¢ginas. 12 euros
En la culminaci¨®n se homenajea a Molly Bloom y a Anna Livia Plurabelle ("pero voy a seguir, hasta el borde del agua, s¨ª", son las palabras finales), mientras que, antes, la conspiraci¨®n pol¨ªtico-estatal que quiere destruir la m¨¢quina evoca Los siete locos y Los lanzallamas, de Roberto Arlt (1900- 1942), de quien alguna vez dijo Piglia: "Arlt parte de ciertos n¨²cleos b¨¢sicos, como las relaciones entre verdad y complot, y las convierte en forma y estrategia narrativa, en el fundamento de la ficci¨®n". Hay tambi¨¦n en La ciudad ausente ecos notables, si bien indirectos, del primer Bioy Casares. Y por ¨²ltimo, la po¨¦tica de la novela imposible que viene, precisamente, del Museo de la novela de la Eterna de Macedonio Fern¨¢ndez.
Esta dif¨ªcil combinaci¨®n supone una compleja utilizaci¨®n expl¨ªcita de la utop¨ªa paranoica, concebida como motor de la historia. Su resultado, en La ciudad ausente, es un elemento proverbial de cualquier alegor¨ªa cient¨ªfico-pol¨ªtica: una isla en la que se habla la lengua de Finnegans wake, y en la que se arroja al futuro la voz alojada en la m¨¢quina proveniente del macedoniano museo cuya b¨²squeda inicia el relato. Los varios cuentos se ofrecen, intercalados, como muestras del artilugio. De hecho, el tour de force de esta obra son esos cuentos, que elaboran, de modo tangencial e ir¨®nico, una teor¨ªa del porvenir de la literatura tras el fin de la novela como g¨¦nero.
Descripta as¨ª, ?cu¨¢l es la con-
cepci¨®n que subyace a La ciudad ausente? Para entender su inclusi¨®n en el proyecto de Piglia, hay que recordar que desde finales de los setenta ¨¦ste ha desarrollado una reflexi¨®n constante sobre la relaci¨®n entre pol¨ªtica y procedimientos de la ficci¨®n, tanto en sus brillantes cuentos anteriores (Nombre falso) como en sus diversas intervenciones y figuraciones cr¨ªticas (Formas breves y Cr¨ªtica y ficci¨®n) y en su novela de 1980, Respiraci¨®n artificial, que se convirti¨® en met¨¢fora oblicua de la dictadura argentina (1976-1983). All¨ª, en lugar del horror irrepresentable, se pon¨ªan en el centro del relato mecanismos de representaci¨®n indirecta de la brutalidad del r¨¦gimen y de la historia argentina dentro de lo que el mismo Piglia llam¨®, en su momento, "una forma nacional de usar la ficci¨®n" que viene del Facundo de "Sarmiento y llega hasta Macedonio y Marechal". A esa constelaci¨®n de usos, Piglia agregar¨¢, a pesar de sus propias reticencias, el Cort¨¢zar de Rayuela -sobre todo en el disparador sentimental de la mujer ausente- y, por encima y sin reparo ninguno, algo que aparece en Juan Jos¨¦ Saer, tanto en sus novelas como en sus ensayos: la tensi¨®n entre narraci¨®n y novela, tensi¨®n aqu¨ª convertida en tema y tambi¨¦n en estrategia formal.
Para desarrollar ese proyecto, m¨¢s all¨¢ de homenajes y deudas, Piglia se ha reservado siempre un papel especial, de ra¨ªz borgiana: el del cr¨ªtico como creador. En otros pa¨ªses americanos han existido versiones ligeramente distintas e incluso mucho m¨¢s autoritarias de una funci¨®n semejante -baste recordar a Octavio Paz en M¨¦xico-. Pero el papel de Piglia posee un perfil muy peculiar: trabaja desde la afirmaci¨®n vanguardista de la forma, que se postula como radicalmente opuesta a las solicitudes del mercado, y ligada a una no tan lejana exigencia pol¨ªtica (en 1985 dec¨ªa: "En este pa¨ªs hay que hacer la revoluci¨®n"). Ese papel explica su provocadora afirmaci¨®n cuando gan¨® con Plata quemada el Premio Planeta Argentina en 1997: "La experiencia del Premio Planeta fue una decisi¨®n m¨ªa de intervenir, de pelear en ese campo, digamos, los premios; obviamente, son una manifestaci¨®n pura de la l¨®gica del mercado".
Dentro de ese proyecto y de ese lugar constantemente sometido a escrutinio cr¨ªtico e institucional La ciudad ausente aparece como el laboratorio de Piglia. Es la novela que articula la red de todas sus lecturas -la red de la literatura le¨ªda y utilizada-, la convierte en trama que sostiene y rompe el argumento y, a la vez, en se?al del peligro que la asedia: alguien quiere destruir -neutralizar- la m¨¢quina de contar; alguien -algo- quiere conservarla. Laboratorio en dos sentidos: tanto en los g¨¦neros -el policial, que es su n¨²cleo necesario, adem¨¢s de lo fant¨¢stico o lo ut¨®pico- como en los estilos, desde una distanciada evocaci¨®n de la oralidad argentina hasta un contenido lirismo de sentencia y paradoja. Por eso quiz¨¢ sea el texto m¨¢s plural de Piglia y, sin duda, el m¨¢s enigm¨¢tico.
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