Los tragos futuros
El 6 de septiembre de 1998 publiqu¨¦ en estas p¨¢ginas un art¨ªculo titulado Tortura y asedio, en el que hablaba largamente de la grav¨ªsima situaci¨®n de los madrile?os, sometidos a lo uno y a lo otro desde hac¨ªa ocho infinitos a?os por parte del alcalde ?lvarez del Manzano. Tan desesperado estaba ya por entonces (y era uno entre m¨¢s de un mill¨®n) que conclu¨ª aquella pieza con la siguiente propuesta, a fin de que no pudiera acus¨¢rseme de "partidista": "Si para las municipales del 99", dije con temeridad, "el Partido Popular elige a otro candidato a la alcald¨ªa de Madrid que no sea Termin¨¢tor Be¨¢tor" (as¨ª hab¨ªa llamado a Manzano, lo primero por destructor compulsivo y lo segundo por su veneraci¨®n a obispos y curas en general), "me comprometo ahora mismo a votarlo, sea quien sea, y hasta a escribir alg¨²n art¨ªculo recomend¨¢ndolo. No me digan que la cosa no va en serio y no tiene m¨¦rito".
El Partido Popular despreci¨® tal transacci¨®n (era de prever), volvi¨® a promocionar al se?or Be¨¢tor, el cual sali¨® reelegido por una poblaci¨®n masoquista, cautiva, vergonzante y fantasmal -en Madrid es muy dif¨ªcil encontrar a nadie que reconozca haber votado jam¨¢s a don Termin¨¢tor-, y los ocho a?os de tortura y asedido han pasado a ser trece. Como es f¨¢cil imaginar, la ciudad est¨¢ para el arrastre y los madrile?os m¨¢s desequilibrados y desquiciados que su prolongado alcalde, lo cual ya es decir.
Ahora s¨ª, ahora el PP ha nombrado a otro candidato. Pero no s¨®lo me llega con cuatro a?os y pico de retraso, sino que en ese tiempo han cambiado unas cuantas cosas, y hoy no podr¨ªa haber contra¨ªdo en modo alguno aquel compromiso, ni aunque ese partido hubiera logrado clonar, para presentarlo, al rey Carlos III, probablemente el ¨²ltimo alcalde decente que tuvimos en esta capital desdichada. No creo que haya para ella remedio, tras su devastaci¨®n sistem¨¢tica y los incontables abusos y desprop¨®sitos municipales que la han convertido en un lugar invivible. Y si el inminente y nuevo regidor no es del PP, mucho me temo que de aqu¨ª a tres a?os estaremos hartos de ¨¦l o de ella. Al menos es seguro que por una vez est¨¢ descartada la m¨¢xima de que en pol¨ªtica siempre puede irse a peor, porque peor que bajo Manzano es una figuraci¨®n tan horrible que ni siquiera es comprensible para la imaginaci¨®n. ?O s¨ª lo es?
Una de las cosas que para m¨ª han cambiado en estos cinco lent¨ªsimos a?os es la anticuada e ingenua creencia de que, en las elecciones locales, pod¨ªan contar m¨¢s las personas que los partidos e ideolog¨ªas que las amparasen; y, por tanto, la tambi¨¦n nebulosa y c¨¢ndida idea de que un mismo partido era capaz de proponer a un candidato inepto (Be¨¢tor) o a uno competente (a saber qui¨¦n, porque en el 99 se insisti¨® en el inepto). Y no, lo m¨¢s que hoy puedo vislumbrar al respecto son diferencias est¨¦ticas, superficiales, de estilo. No es que ¨¦stas sean del todo desde?ables (las formas nunca lo son), pero s¨ª resultan insuficientes en situaciones extremas o de emergencia, y la de Madrid lo es desde hace demasiado tiempo. As¨ª que no nos llamemos a enga?o: no hay ninguna raz¨®n de peso para pensar que, siendo tan f¨¦rreo el control que en la actualidad ejercen los aparatos de los partidos sobre sus cargos, y tan dictatorial la pol¨ªtica que imponen a todos ellos, de ministros para abajo; y no hay raz¨®n seria alguna, digo, para pensar que Ruiz-Gallard¨®n vaya a enmendar nada, ni una sola de las doce mil tropel¨ªas cometidas por Manzano. Al contrario; en la lista de Ruiz-Gallard¨®n figuran varios concejales del equipo manzanil, lo cual supone su sonoro y expl¨ªcito aplauso a la atroz gesti¨®n anterior, as¨ª como su taciturno anuncio de que la va a proseguir. Dado que cada a?o a?adido a los trece ya padecidos de desconsideraci¨®n municipal supondr¨¢ varios grados m¨¢s de desequilibrio de la ciudadan¨ªa, al final s¨ª resulta que la agorera m¨¢xima contin¨²a en vigor, porque m¨¢s de lo mismo, cuando es tan malo, equivale a mucho peor.
Pero adem¨¢s hay otra cuesti¨®n. El partido que presenta a Ruiz-Gallard¨®n y a tantos otros ha dejado de ser uno entre varios equiparables (a nadie se le escapa que en la pr¨¢ctica, y en circunstancias normales, hay pocas diferencias entre ellos), que puede gustarnos m¨¢s o menos o con cuya concepci¨®n de gobierno podemos estar en mayor o menor desacuerdo. Y se ha convertido en algo ¨²nico, sin parang¨®n en la historia de nuestra democracia, a saber: en el ¨²nico que nos ha involucrado en una guerra ilegal, al margen de las Naciones Unidas, y que nos involucra ahora en la ilegal ocupaci¨®n de un pa¨ªs. El paso dado por su presidente Aznar y por todos sus subordinados, incluido Gallard¨®n, ha sido de una gravedad extrema, de una imperdonable frivolidad y de un servilismo indecoroso hacia la Administraci¨®n Bush, compuesta por un grupo de antiguos conspiradores faltos de escr¨²pulos y de veracidad, como demuestran los documentos (muy anteriores a las Torres Gemelas) del lobby llamado Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, que ha denunciado, entre otros, el periodista y escritor Eliot Weinberger all¨ª donde le han dejado.
Esa guerra dur¨® poco, y el PP conf¨ªa (quiz¨¢ no sin raz¨®n) en el acelerado olvido de los votantes espa?oles. Y sin embargo, no es s¨®lo que la r¨¢pida conclusi¨®n de los bombardeos no los haga menos condenables. Tampoco es que hayamos pasado un mal trago y ya se acab¨®. Es que a nadie debe caberle duda de que este partido nos har¨¢ beber ese trago cuantas veces haga falta, es decir, nos apuntar¨¢ en el futuro a cuantas guerras ilegales e injustificadas le se?alen Rumsfeld y Bush (o m¨¢s Rumsfeld que Bush). As¨ª, quien en las municipales del pr¨®ximo d¨ªa 25 vote por sus candidatos habr¨¢ de tener bien claro que, adem¨¢s de por ellos, lo estar¨¢ haciendo tambi¨¦n por nuestra segura implicaci¨®n en las guerras ajenas que est¨¦n por venir; y, en el caso de Madrid, y para mayor mortificaci¨®n, por ?lvarez del Manzano por cuarta vez. Y ser¨ªa cruelmente ir¨®nico que, tan blando y delicuescente como ha sido siempre don Termin¨¢tor, acabara ganando una batalla tras ser depuesto, a imagen de aquel caballero tan duro y bizarro, Rodr¨ªgo D¨ªaz de Vivar, al que habr¨ªa que rebajar, entonces, a Campe¨¢tor nada m¨¢s.
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