Ciudades, el voto m¨¢s perseguido
El PP ha logrado doblar sus apoyos en los 24 n¨²cleos m¨¢s poblados, donde supera a los socialistas desde 1995
Las elecciones de 1995 significaron un profundo vuelco en el mapa pol¨ªtico municipal de Andaluc¨ªa. Aquellos comicios, en los que el Partido Popular (PP) se hizo con las alcald¨ªas de las ocho capitales de provincia, dejaron al descubierto la p¨¦rdida de sinton¨ªa del PSOE con el electorado de las clases medias urbanas, que hab¨ªa sido la base de sus ¨¦xitos hist¨®ricos, y su incapacidad para entender la nueva realidad social de las ciudades andaluzas.
Para el PSOE ha sido un proceso progresivo de dos d¨¦cadas, tras tocar techo en 1983, a?o en que fue el partido elegido por m¨¢s de la mitad del electorado de las 24 ciudades andaluzas m¨¢s din¨¢micas, las que hoy sobrepasan los 50.000 habitantes. Hace 20 a?os, el Partido Socialista sum¨® en esos municipios 659.493 votos, m¨¢s del doble que los sufragios que obtuvo la entonces Alianza Popular (AP), una marca a la que nunca ha vuelto a acercarse.
"Aparte de la corrupci¨®n, cambiar a los alcaldes conlleva unos costes electorales"
Para el PP, en cambio, 1995 fue un asalto s¨²bito al poder. Hasta entonces nunca fue percibido como una alternativa a la incuestionable hegemon¨ªa socialista. De hecho, ni en 1987 ni en 1991 los populares consiguieron sobrepasar el umbral de voto que Alianza Popular logr¨® en 1983 (323.114 en las 24 ciudades de referencia) y en ambas convocatorias perdieron apoyos -310.973, en 1987 y 309.107, en 1991-.
Pero en s¨®lo una legislatura el PP se catapult¨®, y en 1995 consigui¨® multiplicar por m¨¢s del doble sus votos urbanos, hasta sumar 639.906 papeletas, el 49% m¨¢s que el PSOE (429.359 votos), al que por primera vez super¨® tambi¨¦n en n¨²mero de concejales (216 por 192).
Con todo, la fortaleza en las ciudades medias y, sobre todo en los n¨²cleos rurales, permitieron al PSOE ganar tambi¨¦n las elecciones municipales de 1995 en el conjunto de la comunidad aut¨®noma, aunque con un estrecho margen de diferencia de 2,81 puntos sobre el PP.
Pero la victoria global no puede ocultar el sever¨ªsimo castigo que el PSOE recibi¨® en los comicios en el medio urbano, justamente el ¨¢mbito que consideraba m¨¢s natural y en el que se preciaba de haber gestionado una importante transformaci¨®n, sobre todo en la dotaci¨®n de infraestructuras. Tampoco pudo escudarse en aquella ocasi¨®n en que la abstenci¨®n jug¨® en su contra. Al contrario, los comicios de 1995 fueron los menos abstencionistas de la historia en las 24 principales ciudades -37,5%-.
El electorado no s¨®lo volvi¨® la espalda al PSOE, sino que opt¨® por otras formaciones, y buena parte del beneficio lo recogi¨® IU, que lleg¨® a un techo del 18% de votos, cinco puntos m¨¢s que en 1991. En M¨¢laga por ejemplo, el PSOE pas¨® de un plumazo de gobernar con mayor¨ªa absoluta a ser la tercera fuerza pol¨ªtica de la corporaci¨®n con siete concejales, 10 menos que los logrados en 1991.
Como reconocen los propios dirigentes regionales del PSOE, la debacle de 1995 qued¨® apuntada cuatro a?os antes. Y es que la p¨¦rdida socialista entre ambas elecciones no fue tan desproporcionada en las ciudades, 14%, como el empuje del PP, 107%.
No fue mucho mayor el descenso socialista entre 1987 y 1991, un 10%, pero es que el PP no dio ning¨²n impulso, e incluso tuvo un 0,6% menos de votos. Lo que se evidenci¨® en los comicios de 1991 fue la ausencia de alternativa, un cansancio del electorado que no provoc¨® ninguna reacci¨®n activa, como ilustra el dato de que se registrara el porcentaje de abstenci¨®n m¨¢s elevado de todas las elecciones municipales celebradas hasta el momento, 43,13%. Carlos D¨ªaz conserv¨® su mayor¨ªa absoluta en C¨¢diz, pero con una abstenci¨®n del 54,8%. Algo similar le ocurri¨® a Juan Ceada en Huelva (55,5% de abstenci¨®n), y en menor proporci¨®n a Pedro Aparicio en M¨¢laga (40,7%).
Las ¨²ltimas municipales, las de 1999, mostraron una considerable recuperaci¨®n del PSOE, que mediante pactos pudo recuperar las alcald¨ªas de Sevilla, Granada y Almer¨ªa, y reponer a IU en la de C¨®rdoba. Los socialistas sumaron entonces en las 24 ciudades principales 495.650 votos, un 15% m¨¢s que en 1995, y ganaron 37 nuevos concejales para sumar un total de 229. El PP se estabiliz¨® -creci¨® un 0,3%- y con 642.228 votos logr¨® 220 ediles, apenas cuatro m¨¢s que en 1995.
"Las perdi¨® el PSOE, no las ganamos nosotros"
Un total de 105.210 votos de diferencia respecto al Partido Popular les permiti¨® a los dirigentes del PSOE, en los comicios de 1995, mantener la compostura y salir ante las c¨¢maras de televisi¨®n anunciando que hab¨ªan ganado las elecciones municipales en el conjunto de Andaluc¨ªa. Pero tras esa verdad num¨¦rica se escond¨ªa una demoledora realidad para ese partido: perdi¨® en todos y cada uno de los ayuntamientos de las ocho capitales de la provincia, donde el Partido Popular se alz¨® como la fuerza m¨¢s votada. Ni el propio Javier Arenas, entonces l¨ªder de los populares andaluces, daba cr¨¦dito a lo ocurrido y anduvo esa noche entre C¨®rdoba y Huelva, para felicitar a sus candidatos, desconocidos para la mayor¨ªa de andaluces. Desde esa fecha, el PSOE ha vuelto a recuperar, gracias a los pactos, tres de las ocho alcald¨ªas, pero sigue sin ser el m¨¢s votado.
Fruto quiz¨¢s de esa experiencia - "eso fue lo que dijimos cuando perdimos", reconoce un dirigente-, no hay nadie en el partido socialista que p¨²blicamente admita que su objetivo electoral es el sacar m¨¢s votos en los n¨²cleos urbanos, como en 1991, 1987 y 1983. "Nuestra meta es ganar en toda Andaluc¨ªa, tener m¨¢s alcaldes, votos y concejales", afirma el secretario de Organizaci¨®n, Luis Pizarro, quien suele ser el encargado de salir primero a los medios para explicar los resultados.
El PSOE achaca el vuelco de ese a?o en estas zonas a dos factores: los casos de corrupci¨®n que carcomieron al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez y a que no siguieron el consejo de Ignacio de Loyola, quien ya en el siglo XVI dej¨® dicho: "En tiempo de turbaci¨®n no hacer mudanzas". Los socialistas desoyeron al jesu¨ªta y lo que hicieron fue presentar nuevos aspirantes en la mayor¨ªa de las capitales, en vez de a alcaldes con un s¨®lido apoyo electoral y credibilidad, como Carlos D¨ªaz en C¨¢diz o Pedro Aparicio en M¨¢laga, quienes, tal vez, hubieran apuntalado a las entonces maltrechas siglas de su partido. De hecho en esas dos capitales se produce una p¨¦rdida de m¨¢s de 20 puntos, porcentaje que ganan los candidatos conservadores.
El PP tambi¨¦n coincide con las razones de su adversario a la hora de analizar esa derrota. "Influye esa etapa de corrupci¨®n, la peor de la historia de la democracia espa?ola, y que el PSOE lleva muchos a?os. Los ciudadanos ven que el PSOE no aporta nada nuevo, mientras que el Partido Popular genera ilusi¨®n. Ese cambio se empieza a dar en 1991 y se consolida en 1995", afirma Jos¨¦ Luis Sanz, vicesecretario de Organizaci¨®n y Electoral del PP de Andaluc¨ªa, quien asegura sobre los resultados de las municipales de 1995: "Las pierde el PSOE, no las ganamos nosotros. Aparte de la corrupci¨®n, cambiar a los alcaldes conlleva unos costes".
El director del Instituto de Estudios Sociales de Andaluc¨ªa, Manuel P¨¦rez Yruela, aporta para explicar esa debacle el que "las clases medias urbanas, de centro progresista, se sintieron defraudadas por la actuaci¨®n del Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez y se refugian en la abstenci¨®n, como rechazo al PSOE".
Sanz discrepa del soci¨®logo y afirma que s¨ª se produjo un trasvase de votos al PP. "Se nos empez¨® a ver como un partido de centro o de centro derecha y muchos votantes de izquierda mostr¨® su desencanto vot¨¢ndonos".
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