Feminismo y placer
En franc¨¦s, como en espa?ol, no es lo mismo ser un "hombre p¨²blico" que una "mujer p¨²blica". Al primero esperamos encontr¨¢rnoslo en el Parlamento, entre los padres de la patria, discurseando; a la segunda, en un bar de alterne, en la esquina de un barrio caliente o en el m¨ªtico sal¨®n del burdel. En Francia, un grupo de mujeres -y unos pocos hombres- han querido reunir las dos acepciones y agruparse bajo la denominaci¨®n de Femmes Publiques en nombre de un feminismo distinto, "que integre deseo y placer".
Anne Souyris, periodista y especialista en cuestiones sociales, est¨¢ en el origen de ese movimiento de Femmes Publiques que "se asfixia dentro del movimiento feminista franc¨¦s". Todo arranca "del retorno al orden moral que supone el actual Gobierno", dice. "En cuesti¨®n de pocos d¨ªas, el ministro del Interior ha propuesto una ley represiva relativa a la prostituci¨®n; la fil¨®sofa Blandine Kriegel ha presentado un informe reclamando la censura argumentando la necesidad de proteger a los menores y ciertas feministas, y los padres gays y las madres lesbianas se han visto expulsados del Consejo Superior de Informaci¨®n Sexual". A esos tres hechos se han a?adido las declaraciones del primer ministro, Raffarin, ante las mujeres empresarias, exhort¨¢ndolas a "fertilizar las energ¨ªas femeninas", y las del ministro de Justicia, Dominique Perben, poniendo en duda la imparcialidad de las magistradas femeninas cuando tienen que juzgar un acusado masculino.
Les Femmes Publiques, con vocaci¨®n de movimiento minoritario, est¨¢ integrado por "feministas pro sexo" cansadas del "t¨®pico del amor gratuito confrontado al amor de pago"
"La suma de todo eso nos ha movilizado. Y me he descubierto, nos hemos descubierto, en minor¨ªa siempre", dice Souyris. "Cuando quieres defender a las prostitutas te topas con el feminismo tradicional, que es prohibicionista, que estima que las putas est¨¢n alienadas y son incapaces de decidir por s¨ª solas. Hay casos de esclavismo sexual, de chicas explotadas a trav¨¦s de la violencia, pero tambi¨¦n conozco a mujeres que se prostituyen porque quieren, porque les parece una manera de ganarse la vida mejor o tan v¨¢lida como otras".
Les Femmes Publiques afirman "estar hartas de la protecci¨®n a trav¨¦s de la prohibici¨®n". Es decir, de que se proh¨ªba la prostituci¨®n o de que se persiga a los clientes. "Todas las relaciones de poder y de dominio se instauran y se fabrican a trav¨¦s de alg¨²n tipo de coacci¨®n. Y eso es as¨ª tanto si hacemos la calle como si somos grafistas, traductores o periodistas; si vendemos nuestro sexo o nuestra fuerza de trabajo. Pero en cada uno de nosotros hay una capacidad de autonom¨ªa que queremos reforzar. ?S¨®lo se habla de violencia cuando se habla de prostituci¨®n, o casi, como si las relaciones laborales no fuesen violentas!", sonr¨ªe Souyris, para quien el colmo del desprop¨®sito de la llamada ley Sarkozy se encuentra en el hecho de que pueda "equiparar la ayuda social a una prostituta al proxenetismo", y que la ley, en su voluntad de dividir el mundo, "ya de por s¨ª insolidario de la prostituci¨®n, enfrenta a las putas con papeles, es decir, con residencia legal, a las que no los tienen. Como con los trabajadores clandestinos, el problema son las redes que organizan el tr¨¢fico, lo que les hacen pagar para cruzar la frontera, una cantidad que las o les convierte en prisioneros. Pero hay que acabar con ciertos discursos que tratan a la gente de idiota: la mayor¨ªa de las chicas saben que ser¨¢n prostituidas. Pero que no haya sorpresa no quiere decir que no las exploten".
Con prostitutas y transexuales
El pasado 8 de marzo, D¨ªa de la Mujer, las Femmes Publiques participaron en la gran manifestaci¨®n. "Y con nosotras ven¨ªan varios grupos de prostitutas y transexuales a los que, por primera vez, se les dejaba desfilar bajo la bandera feminista. Y tambi¨¦n prostitutos. A modo de r¨¦plica de otras pancartas, una de las nuestras rezaba: 'Putas e insumisas". Souyris denuncia toda discriminaci¨®n por preferencia sexual o por un uso no can¨®nico del propio cuerpo. "Los transexuales nos recuerdan que no se nace mujer, sino que se deviene mujer" le gusta citar. Para ella es muy importante "acabar con esa idea que sit¨²a la sexualidad al margen del intercambio, que la considera como un don gratuito. Es curioso que siempre sean las mujeres las que hacemos don de nuestro cuerpo, las que no reclamamos nada, las que creemos en la gratuidad del amor o del sexo. Claro que se supone que a nosotras no nos gusta follar", dice de manera sorprendentemente cruda para una chica que alterna las referencias cl¨¢sicas a Simone de Beauvoir con las m¨¢s modernas a Gilles Deleuze. "A menudo, tras la denuncia de la transformaci¨®n del cuerpo en mercanc¨ªa, est¨¢ la reivindicaci¨®n de una tradici¨®n que recusamos, esa en la que la mujer s¨®lo tiene derecho a darse y nunca a tomar, y, menos a¨²n, a negociar las modalidades de un intercambio que casi siempre es otra cosa que sucio o maravilloso".
Para resumir de forma un poco radical la iniciativa de Femmes Publiques, Anne Souyris dice de su movimiento que "es minoritario y con vocaci¨®n de seguir si¨¦ndolo", y que est¨¢ integrado por "feministas pro sexo" cansadas del "t¨®pico del amor gratuito confrontado al amor de pago". Saben que forman parte de unas inmensas minor¨ªas -prostitutas, lesbianas, mujeres, hombres, transexuales, gays, heterosexuales, etc¨¦tera- cansadas de compasi¨®n, y que se atreven a reconocer que "todos, de una manera u otra, en un sentido u otro, estamos alienados. Nuestra libertad -y nuestras locuras- las conquistaremos juntos". En fin, la buena noticia es que, sin necesidad de radicalismo sectario, la utop¨ªa est¨¢ de retorno.
Elisabeth Badinter, la voz republicana
LOS LIBROS Y ART?CULOS de Elisabeth Badinter son una referencia para las francesas. Continuadora de Simone de Beauvoir -"me hice feminista en 1960, leyendo en el autob¨²s Le Deuxi¨¨me sexe (El segundo sexo)"-, Badinter ha publicado un buen n¨²mero de libros sobre feminismo o relaciones entre hombres y mujeres. Ahora editan -Fausse route (Camino equivocado)-, en el que critica "un feminismo que, bajo la influencia anglosajona, se est¨¢ convirtiendo en victimista y puritano". Ella defiende la vigencia del modelo republicano y universalista. "Libertad, igualdad y fraternidad. Libertad es lo contrario de la penalizaci¨®n. Igualdad, lo contrario de la paridad. Fraternidad, lo opuesto a separatismo. Hay que luchar para obtener la igualdad con los hombres, no contra ellos".
La institucionalizaci¨®n de la paridad -cuotas de mujeres en las distintas asambleas, en ciertos organismos p¨²blicos, etc¨¦tera- le indigna: "La paridad hunde el magn¨ªfico concepto de ciudadan¨ªa". Y la noci¨®n de "acoso sexual" adoptada por el Parlamento Europeo se le antoja otra derrota para las mujeres: "No somos una especie fr¨¢gil que haya que proteger. La imagen de la mujer en el siglo XXI oscila entra la criatura impotente y la abeja reina". Denuncia las estad¨ªsticas sobre la violencia de g¨¦nero: "Se equipara el asesinato a la violaci¨®n, el abuso de poder con fines sexuales a la simple declaraci¨®n de un deseo no correspondido. Me subleva esa generalizaci¨®n por la que todas las mujeres somos v¨ªctimas, y, por consiguiente, todos los hombres verdugos". En una entrevista al semanario L'Express deja bien claro lo que piensa de la c¨¦lebre "otra manera de hacer pol¨ªtica" que caracterizar¨ªa a las mujeres: "Es un modo est¨²pido de admitir la existencia del mito de la feminidad eterna. Yo creo que la determinaci¨®n sexual pesa muy poco ante el peso de la educaci¨®n o del origen social".
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