Residuo cero
Asombrosamente, la basura ha alcanzado un estatus dif¨ªcil de predecir. Respecto a la basura nadie puede sentirse hoy indiferente; no puede depositarse donde se nos ocurra ni tampoco cuando nos convenga, no debe siquiera mezclarse como si fuera toda una, indiferenciada y sin meticulosa estimaci¨®n. El mandato de no desperdiciar los desperdicios ha adquirido el nivel de un precepto inseparable del sistema presente, porque si antes la basura era cosa sin rango que deb¨ªa evitarse al cruzar, ahora hay que tratarla cara a cara y como un bien indiscutible.
En los entornos de las ciudades surgen a ritmo apresurado plantas de reciclaje que se convierten en el orgullo del Estado, de la alcald¨ªa y del ciudadano com¨²n. Pero, adem¨¢s, pronto, quien lleve un coche, un vestido o unos complementos de materiales reciclados no dejar¨¢ de hacerlo saber porque lo reciclado ha ganado un valor ¨¦tico semejante a lo natural y lo verdadero. Un valor moral en l¨ªnea con la salvaci¨®n de las especies amenazadas, los maratones en beneficio de los pobres, la reinserci¨®n de la delincuencia y, en general, la conciencia social de la integraci¨®n. De diversas maneras, lo excrementicio se ha metamorfoseado en un admirable bot¨ªn, y ahora desarrollamos con las escorias un v¨ªnculo que recuerda a la narraci¨®n freudiana de la fase anal en la que el ni?o obtiene placer en sus juegos con el excremento. "El ni?o", escrib¨ªa Freud en 1917, "no experimenta repugnancia alguna por sus excrementos, a los que considera parte de su propio cuerpo, se separa de ellos contra su voluntad y los utiliza como primer regalo con el que distingue a aquellas personas a las que aprecia particularmente".
'El estilo del mundo (La vida en el capitalismo de ficci¨®n)'
Vicente Verd¨².
Editorial Anagrama.
El mandato de no desperdiciar los desperdicios ha adquirido el nivel de un precepto inseparable del sistema presente, porque si antes la basura era cosa sin rango, ahora hay que tratarla cara a cara como un bien indiscutible
El reciclaje redime, neutraliza el hedor, deshace la mala vista, acaba con la fermentaci¨®n revolucionaria o no. Gracias al reciclaje, todo, lo bueno y lo nocivo, queda dentro del sistema
Ciertamente, todav¨ªa existen productos nacionales e individuales que no han podido ser reciclados, pero lo acabar¨¢n siendo en cuanto la extensi¨®n del capitalismo global lo absorba
En ese tiempo infantil, los excrementos son el ni?o o del ni?o y sacarlos del cuerpo es una donaci¨®n o una muestra de amor (como la entrega del semen en el amor adulto), que s¨®lo se ofrece a los seres elegidos. Es decir, el excremento llega a ser para el ni?o como lo ha venido a ser para un pu?ado de marcas selectas, como Home & Planet, Crate & Barrel o Restoration Hardware, ofreciendo art¨ªculos elaborados con chatarras, neum¨¢ticos gastados y trapos, o para los dise?adores californianos George Hansen y Susan Deputy, que promocionan una car¨ªsima l¨ªnea de accesorios con la certificaci¨®n de ser elaborados s¨®lo con telas viejas. Una fascinante aportaci¨®n de estas piezas recicladas para el comercio de lujo es que son exclusivas, porque ninguna puede ser igual en su composici¨®n y en sus colores a la otra. Las bolsas Freitag de Suiza, confeccionadas con harapos y restos de lona, se venden muy bien gracias a que todas se diferencian claramente entre s¨ª.
La palabra freitag significa viernes en alem¨¢n, y unos grandes almacenes que vendieron otras de imitaci¨®n fabricadas en China las llamaron Donnerstag (jueves) sin conseguir desbancar a las originales, sencillamente porque no pose¨ªan la espont¨¢nea verdad del residuo. Las Freitag se venden actualmente incluso en las boutiques de los museos, como en el Museum of Contemporary Art (MOCA) de Los ?ngeles, y su colecci¨®n ha dado origen a un libro y a un pasmoso desarrollo en Internet (www.freitag.ch).
Para¨ªsos morales
Un pa¨ªs, una moda, una empresa, una exposici¨®n de arte, no parecen actuales si no se toman en serio la inmundicia. El dise?ador belga Van Beirendonck, ahora en su cima, ha bautizado su segunda l¨ªnea de ropa como Wild and Lethal Trash (Salvaje y Letal Basura), signo de que su pretensi¨®n vanguardista se encuentra justificada. Pero, tambi¨¦n, cualquier empresa que pretenda ser respetada no pasar¨¢ por alto las rebabas.
Las campa?as a favor del Tercer Mundo patrocinadas por las tabacaleras, las petroleras o las compa?¨ªas electr¨®nicas se corresponden, en t¨¦rminos estrictamente humanos, con la atenci¨®n general dispensada hoy a la mierda. Igualmente, a escala municipal o regional, pocas inspiraciones de cooperaci¨®n ciudadana han obtenido mejor acogida que la ola de cuidado y respeto para lo que hasta hace poco era conceptuado como nauseabundo. La fe en el valor (material y espiritual) de la porquer¨ªa y el detritus constituye una in¨¦dita y secreta edici¨®n de lo religioso, y el caritarismo es acaso una rama ideol¨®gica del mismo fen¨®meno. En general, el presente vive una compulsi¨®n con el reciclaje como no se ha conocido nunca. Reciclaje del sexo en sus travestismos, reciclaje del conocimiento en la formaci¨®n profesional, reciclaje de la diferencia en la igualaci¨®n cultural, reciclaje de los m¨¢rgenes para su adhesi¨®n al sistema. El cuerpo se recicla en los trasplantes o en la cirug¨ªa pl¨¢stica, rehace sus defectos en las aplicaciones de las c¨¦lulas madre, se reinvierte en la clonaci¨®n total.
El reciclaje redime, neutraliza el hedor, deshace la mala vista, acaba con la fermentaci¨®n revolucionaria o no. Gracias al reciclaje, todo, lo bueno y lo nocivo, queda dentro del sistema y el sistema se encarga de hacer altamente productiva hasta la repugnancia.
Todo lo regurgita en su favor: las zonas del mundo donde se apila la basura humana se someten, a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, las donaciones espectaculares de un magnate o la visita de una actriz, a un proceso que trasforma la cochambre en cosecha. Cuando la hambruna llega y se desborda insoportablemente, acude enseguida la CNN y, poco a poco, las escenas pasan desde las cadenas informativas a la MTV, convertida ya en materia apta para ilustrar los v¨ªdeos. Gracias a lugares como Somalia, Ruanda, Burundi, Liberia o Etiop¨ªa, ricos en desdicha, el continente africano se ha revelado como una inagotable cantera para el reciclaje, y as¨ª, de la misma manera que algunos centros del mundo se han hecho famosos para¨ªsos fiscales para blanquear dinero negro, el continente negro constituye un formidable para¨ªso moral para blanquear el alma blanca.
Ciertamente, todav¨ªa existen productos nacionales e individuales que no han podido ser reciclados por completo, pero lo acabar¨¢n siendo en cuanto la extensi¨®n del capitalismo global lo absorba. Es decir, cuando, de acuerdo con las recetas del Fondo Monetario Internacional y la OMC, asuman sus normas de limpieza y se sometan a los correspondientes tratamientos especializados. Si los cartones, las botellas o las latas ya no se abandonan a su suerte, ?c¨®mo no iban a rescatarse compuestos de carne y hueso, virtualmente m¨¢s ricos en casi todo?
Excrementos de oro
Tras haberse acumulado durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas un granel de males y fraudes inasumibles nos hallamos ante una mugre inmensa que es preciso depurar. Blanqueo, pues, urgente de los desfalcos pol¨ªticos y financieros, del dinero negro y de la corrupci¨®n. El siglo que, antes de Irak, empez¨® con el ataque terrorista a Estados Unidos y las superestafas de Emron o WorldCom, autoproclama la necesidad de una extraordinaria operaci¨®n para el lavado de cara.
Tanto mediante los nuevos c¨®digos ¨¦ticos sobre la responsabilidad social de las empresas como a trav¨¦s de las diversas met¨¢foras de la limpieza productiva en el capitalismo de ficci¨®n, la guerra incluida, con la ONU como tintorer¨ªa legal. En sectores de la alta tecnolog¨ªa, adalid de la redenci¨®n humana, se trabaja hoy en la llamada "ecolog¨ªa industrial", implantada de forma pionera en algunos parques tecnol¨®gicos de Dinamarca o de Alemania. En estos recintos se agrupan empresas que valoran rec¨ªproca y meticulosamente sus restos de manera que los desechos de una factor¨ªa son la materia prima de la otra y, m¨¢s tarde, de la otra; as¨ª, hasta la eliminaci¨®n total.
Un anuncio en los peri¨®dicos europeos y norteamericanos de la firma BASF (art¨ªculos qu¨ªmicos, pl¨¢sticos y fibras, colorantes y productos de acabado, salud y alimentaci¨®n, petr¨®leo y gas) en mayo de 2001 mostraba a dos ejecutivos con corbata y malet¨ªn hundiendo sus cabezas en un cubo de basura. "?T¨² crees que los residuos pueden convertirse en oro?", interrogaba uno. Y contestaba el colega: "Preg¨²ntale a BASF. Ellos utilizan los suyos como si fuesen una valiosa materia prima... As¨ª es como funciona el Centro Integrado de Productos de nuestra central de Ludwigshafen. All¨ª, los residuos de cada una de nuestras 350 plantas sirven a las otras como materias primas y vuelven as¨ª al circuito de producci¨®n". Es decir, se alimentan con sus heces, metabolizan sus deposiciones, retienen sus excrementos. Dentro de su Centro Integrado de Producci¨®n, donde se atiende, bajo el mismo emblema, el gas y la salud, la alimentaci¨®n y los pl¨¢sticos, culmina la indistinci¨®n entre el bien y el mal, lo nutriente y lo t¨®xico, lo hecho y el desecho.
As¨ª se comporta, precisamente, la naturaleza, en cuyo funcionamiento no hay residuo alguno, puesto que todo se transforma y obtiene valor. Actuar empresarialmente de este modo, a imagen y semejanza de la madre naturaleza, es el supremo exponente de la nueva legitimaci¨®n capitalista en los tiempos de m¨¢xima corrupci¨®n. What we learned in the rainforest: business lesson from nature (1997), best seller en Estados Unidos, es un libro de Tachi Kiuchi (director de Mitsubishi Electric) y Bill Shireman (ecologista, presidente de Future 500) en el que se deja claro que la econom¨ªa del siglo XXI deber¨¢ inspirarse en las mismas estrategias empresariales que el planeta Tierra.
Coca-Cola, Intel, Nike, Ford, DuPont, 3M o Hewlett-Packard -dicen los autores- han seguido ya las pautas de la naturaleza en sus producciones. Doug Daft, directivo de Coca-Cola, por ejemplo, comprendi¨® la riqueza de la biodiversidad en la Amazonia y decidi¨® lanzar hasta 150 clases de refrescos; los de Intel entendieron que el ahorro de energ¨ªa era condici¨®n esencial en los mam¨ªferos y han venido reduciendo el tama?o de sus procesadores; los de Dow Chemical o DuPont interpretaron el secreto radical de la biosfera y ensayaron la utop¨ªa del desecho cero.
Contra la idea de que lo natural limita y las normas ecol¨®gicas contradicen los beneficios de las sociedades, nace este sistema de producci¨®n num¨¦nico. Gracias a ¨¦l, la empresa no se distingue de un crust¨¢ceo, la productividad no se diferencia de la energ¨ªa del agua, la especulaci¨®n recuerda la estrategia de los movimientos geol¨®gicos, el capitalismo no discrepa del proceder natural.
Muerte sin sombras
En este nuevo sistema, cada vez m¨¢s natural, se fabrican hoy telas que se pueden llegar a comer, edificios que generan m¨¢s energ¨ªa de la que consumen, f¨¢bricas antes hediondas que dispensan aguas cristalinas. ?Una exorcizaci¨®n del mal, de la explotaci¨®n, de las plusval¨ªas? La inauguraci¨®n de la muestra The next industrial revolution en el Museo Guggenheim de Nueva York, a principios de 2002, con obras de los profetas ecologistas Michael Braungart y William McDonough, adopt¨® los caracteres de una religi¨®n zen porque la pr¨®xima revoluci¨®n industrial ser¨¢ de acuerdo con ese parecer m¨ªstico, una vez que el capitalismo, ahora invisible, siente las bases de la pulcritud y la transparencia extremas. En A Coru?a funciona desde enero de 2002 una planta de tratamiento que convierte los residuos en electricidad y, adem¨¢s, sin quemarlos. Las horruras se transforman all¨ª en luz, lo fosco en claridad, lo m¨¢s l¨®brego en alumbrado. Las 22.000 farolas de la ciudad de A Coru?a brindan la pureza de su encendido y no dejan nada atr¨¢s. Gracias al reciclaje, ning¨²n producto se fabrica para el despilfarro. Incluso la guerra de Irak se present¨® como una acci¨®n de purificaci¨®n que transformar¨ªa la execrable dictadura de Sadam Husein en una democracia soleada. Mediante la ideolog¨ªa del reciclaje, todos los pecados se lavan, toda la putrefacci¨®n se convierte en abono, todo progresa al modo de la destrucci¨®n/construcci¨®n schumpeteriana. Frente al capitalismo que llenaba el mundo de zurullos humanos y no humanos, este capitalismo act¨²a y no deja manchas. Gracias a las nuevas t¨¦cnicas desaparece la lacra de la explotaci¨®n, y el remordimiento, tambi¨¦n, del consumismo despilfarrador.
Todo lo producido tendr¨¢ que volver, por fin, a la producci¨®n, reproducirse sin fin. El mundo no se malgasta ni se perjudica: no va supuestamente desfalleciendo en un proceso de entrop¨ªa, sino que cumple, gracias al capitalismo de ficci¨®n, con la orden de una eternidad di¨¢fana, una humanidad sin pestilencias. Todo lo que produce sirve para producir m¨¢s, todo lo que se deposita en las manos del sistema mejora lo preexistente.
El capitalismo de ficci¨®n viene a cuajar el aparente milagro de la otra humanidad posible. ?C¨®mo no amar, en suma, un sistema que, tras haber sido criminal, contaminador, devastador, viene a transformar la escoria en decoraci¨®n, las heces en luces, la historia en un presente sin las sombras de la muerte?
Retrovisi¨®n, resurrecci¨®n
El revival en la ropa o en los coches, la rehabilitaci¨®n de edificios, la recuperaci¨®n de perfumes y sabores son una continuaci¨®n del reciclaje. Los comienzos del siglo XX se mostraron entusiasmados y ansiosos por abrazarse al porvenir, pero el inicio del siglo XXI ha coincidido con el terror y nadie quiere viajar m¨¢s lejos. La entrada al siglo XX fue optimista y proyectiva, poblada de motores de explosi¨®n y sones revolucionarios, artistas subversivos y especialistas del superego, todo ello animado por las luces el¨¦ctricas, las radios y el cine de aut¨¦ntico estreno. La idea del progreso, nacida a finales del siglo XVII, adquiri¨® entonces, en el cruce al siglo XX, una de sus cimas hasta que, d¨¦cadas despu¨¦s, en los a?os setenta del siglo XX, sobrevenida la crisis del petr¨®leo y los l¨ªmites del crecimiento del Club de Roma, Occidente temi¨® al futuro.
?Deseos de vivir m¨¢s all¨¢? M¨¢s bien, los ¨²ltimos a?os se han comportado como si la historia se hubiera atascado entre sus grandes sucesos y hubiera empezado a revivir los acontecimientos pasados: el nacionalismo, el racismo, las luchas ¨¦tnico-religiosas, la amenaza nuclear, el virus del Nilo, los anarquistas, la guerra de Irak, han regresado en forma de secuencias ya vistas. El conflicto en la antigua Yugoslavia brot¨® como una vieja cepa de la Segunda Guerra Mundial, y el resurgir de grupos y partidos nacionalistas vino a esbozar una retrospectiva hacia el coraz¨®n del siglo XX. El pasado ha sido tambi¨¦n recurrente en Sur¨¢frica tras el fin del apartheid con la Truth and Reconciliation Commission; se ha hecho presente en Ruanda y Nigeria; ha dinamizado los debates australianos en torno a la generaci¨®n perdida; se ha entrometido en las relaciones entre Jap¨®n, China y Corea; ha marcado el discurso sobre los desaparecidos en sociedades posdictatoriales, y ha regresado en forma de populismo en Italia, Venezuela, Francia o Estados Unidos. Finalmente, la guerra de Irak de 2003, donde algunos han querido ver una t¨ªpica guerra colonial, gener¨® en el camino hacia Bagdad circunstancias que evocaban el asedio nazi a Stalingrado, as¨ª como la feroz resistencia de los fedayin recordaba la ofensiva Tet del Vietcong. Pero incluso las protestas antiglobalizaci¨®n de Seattle, Washington, Praga o Florencia se encuentran en manos de agitadores (Silvia Hart, John Zerzan, Paul Dresdan, Jos¨¦ Bov¨¦) que proceden de los tiempos de Jack Kerouac, Allen Ginsberg o Malcolm Lowry, y en sus manifestaciones ondean banderas con la estampa del Che y m¨²sica de John Lennon.
Mucho de lo que presenciamos tiende a ser un d¨¦j¨¤ vu, una siniestra reedici¨®n de lo mismo una vez que no parece alzarse un horizonte superador. De hecho, en lugar de los anteriores ismos que hac¨ªan alusi¨®n a movimientos o deslizamientos progresivos desde una matriz, vivimos la ¨¦poca de los posts, el punto cr¨ªtico donde la capacidad de evoluci¨®n parece haber cesado y lo imperante no es un producto nuevo, sino una extra?a duplicaci¨®n de lo antiguo o un enfermo aplazamiento de la defunci¨®n. El presente se hace presente a trav¨¦s del pasado y el pasado se hace presente en una cacofon¨ªa, como si una posible novedad nos acercara al abismo y cualquier amago de fractura pudiera acabar con la fragilidad de nuestra condici¨®n. El nexo que nos une a nuestra circunstancia es tan d¨¦bil o poco comprometido que apenas nos arraigamos, atemorizados por el terrorismo de lo desconocido. Secuela de pel¨ªculas, restauraci¨®n de edificios, recomposici¨®n quir¨²rgica, implantes, injertos, modas de hace a?os, vintages.
Las celebraciones, las conmemoraciones de aniversarios, el auge de la novela hist¨®rica, el gusto por lo cl¨¢sico y lo b¨¢sico, los tomos de obras completas, el renacer de las tradiciones y folclores, la revalorizaci¨®n de la gastronom¨ªa casera, la peregrinaci¨®n, la mayor compra de antig¨¹edades, repiten la complacencia en el pret¨¦rito. Entre hombres ha crecido la venta de plumas estilogr¨¢ficas de modelos cl¨¢sicos (Parker, Waterman, Montblanc, Dunhill, Dupont) y se ha disparado la compra de puros, mientras las mujeres han vuelto a los bolsos de Grace Kelly, y ha regresado Audrey Hepburn anunciando Longines, con el pa?uelo en la cabeza de Vacaciones en Roma.
Sin apenas excepci¨®n, las marcas han descubierto un fil¨®n resucitando sus piezas reproduci¨¦ndolas como una oferta estelar. A la recuperaci¨®n general de los zapatos de boxeador y ciclista de los a?os sesenta, Adidas ha a?adido los viejos modelos Originals, Prajna y Kopenhagen. Puma ha recuperado el patr¨®n King, y Nike se ha venido a aliar con las hormas cuadradas reeditando su modelo Air Jordan.
En los autom¨®viles, los pocos intentos futuristas de Renault o Cadillac han tenido dificultades, mientras el ¨¦xito ha sido para la reelaboraci¨®n del Beetle de los a?os cuarenta y el microb¨²s de VW, ahora llamado Samba. Tambi¨¦n ha triunfado el nuevo Mini con BMW y el Z con Nissan, ha sido comercializado el Audi TT o el BMW Z8 con caracteres retrospectivos. Para Europa, Jaguar ha rememorado, con el S-Type, las l¨ªneas del MK-II, y con su F-Type, las del modelo E, ambos con m¨¢s de medio siglo encima. Por a?adidura, han emergido marcas perdidas y de museo, como el autom¨®vil Hispano Suiza con su prototipo HS-21, el gigantesco Maybach por Mercedes (6,16 metros de longitud, 12 cilindros, 550 caballos) de hace 60 a?os, m¨¢s el Sixteen (1.000 caballos, 16 cilindros, 5,67 metros) de Cadillac, que rescata el Caddys de los g¨¢ngsteres, los presidentes y las actrices de los a?os treinta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.