T¨¦chin¨¦ construye una elegante met¨¢fora de la paz dentro de la guerra
Desfilan dos buenos filmes del turco Nuri Bilge Ceylan y del chileno-franc¨¦s Ra¨²l Ruiz
En Les ¨¦gar¨¦s, el franc¨¦s Andr¨¦ T¨¦chin¨¦ escapa de las enrevesadas historias cruzadas que despleg¨® en Los ladrones y Lejos, y vuelve al golpe de esp¨ªritu de donde surgi¨® la maravillosa Los juncos salvajes y su volc¨¢nica y luminosa representaci¨®n de la iniciaci¨®n al amor. Es una obra elegante y de estilo sobrio y pudoroso, que hizo subir el nivel del concurso y abri¨® camino a los buenos trabajos del chileno afincado en el cine franc¨¦s Ra¨²l Ruiz en Ce jour-l¨¤ y el turco Ceylan en Lejano.
Estamos ante una de esas obras que obligan a apretar y afilar los ojos
El hilo negro conductor del cine (16 largometrajes desde 1969) de Andr¨¦ T¨¦chin¨¦, entre las vueltas y revueltas por donde discurre su visi¨®n pesimista de la vida en este tiempo -y, en realidad, en cualquier tiempo-, se tensa en Les ¨¦gar¨¦s, y deja que salte de sus negruras una explosi¨®n de esperanza, de ternura y de luminosidad.
Es el lado consolador de unos personajes heridos, pero s¨²bitamente animados por la dificultad de vivir en tiempos sombr¨ªos, como son ¨¦stos, con el coraz¨®n en perpetuo conflicto consigo mismo. Tiene Les ¨¦gar¨¦s, de donde brot¨® el prodigio de Los juncos salvajes, una de las pel¨ªculas m¨¢s elegantes y de mayor calado del cine europeo reciente. Y de su misma fuente l¨ªrica bebe este relato hermoso y, por debajo de la sencillez de sus evidencias, rugoso y profundo.
Estamos ante una de esas obras que obligan a apretar y afilar los ojos, porque es m¨¢s, mucho m¨¢s, de lo que parece. Est¨¢ inspirada en la novela de Gilles Perrault El muchacho de los ojos grises y su escritura es un trabajo insuperable de Gilles Taurand, a quien T¨¦chin¨¦ debe los primorosos guiones de El hotel de las Am¨¦ricas (1981), Alice y Martin (1998), Los ladrones (1996) y Los juncos salvajes (1995). Arranca y finaliza el filme de uno de los sucesos m¨¢s dram¨¢ticos de los comienzos de la II Guerra Mundial, el salvaje ametrallamiento en junio de 1940 por aviones cazas de la L¨¹ftwaffe hitleriana a las largas columnas de mujeres, ancianos y ni?os que hu¨ªan despavoridos de Par¨ªs hacia alg¨²n lugar impreciso del sur, intentando dejar atr¨¢s el cerco alem¨¢n a la capital francesa. El relato arranca del comienzo de aquella terrible matanza y se cierra en los campos de concentraci¨®n en que fueron internados los supervivientes.
La m¨¦dula del filme es la luz que inunda lo que ocurre dentro de ese negro y siniestro par¨¦ntesis. De la columna ametrallada por los stukas de Hermann Goering salta a un bosque cercano un muchacho, un enigm¨¢tico adolescente -admirablemente interpretado por el reci¨¦n llegado Gaspard Ulliel- que arrastra consigo a una ni?a de siete a?os y a un ni?o de 11, tras los que tambi¨¦n escapa de la carnicer¨ªa su joven madre, a la que da rostro, y con ¨¦l aut¨¦ntica vida, la magn¨ªfica Emmanuelle B¨¦art. Los cuatro supervivientes se adentran en el bosque, y all¨ª, tras dormir una noche al raso, descubren una gran mansi¨®n abandonada, en la que se instalan y dejan correr los d¨ªas de plomo y de horror que les cercan, hasta que la respiraci¨®n del tiempo se va amansando y el caldero del hospitalario bosque se convierte en una especie de met¨¢fora de paz, de Arcadia, de pa¨ªs de luz y de abundancia.
El relato del tiempo que se desliza dentro de ese v¨¦rtice apaciguado de la tempestad hist¨®rica que asola los territorios circundantes es la zona medular de Les ¨¦gar¨¦s, el encuentro en el centro del horror colectivo de un islote de armon¨ªa, en el que los cuatro n¨¢ufragos descubren el rostro sin m¨¢scara de algo, un estado del esp¨ªritu, que se parece a lo que en sus sue?os designaron con el nombre de felicidad, es decir: al acuerdo de la vida con la naturaleza y, m¨¢s al fondo, con la historia. Y all¨ª, con exquisita levedad, en unas secuencias de gran transparencia y extraordinarias calidades sint¨¦ticas, vuelve a ocurrir el suceso del amor, que culmina en una escena de encuentro entre la madre B¨¦art y el misterioso adolescente solitario Ulliel, un instante que hay que situar entre los m¨¢s elegantes, por su levedad y su pudor, del cine de ahora, invadido por la grosera peste de la explicitud.
Gran cine, ennoblecido por la primac¨ªa de lo indirecto y lo sugerido sobre lo evidente, un territorio estil¨ªstico en el que T¨¦chin¨¦ es un maestro y en el que ahora corre el riesgo de que las profundidades que maneja, por debajo de la sencillez formal de la secuencia, intenten hacer pasar esta obra de cine adulto por un relato liviano, cuando en realidad es todo lo contrario.
Y sigue el desfile de filmes en concurso con aportaciones muy interesantes de Ra¨²l Ruiz, que se ha ido esta vez a Suiza para realizar la singular marcianada de Ce jour-l¨¤, un disparatado thriller en clave de farsa, donde Ruiz juega con mucha gracia y oficio, y tambi¨¦n con algunos excesos de complicidad y de intelectualismo, con sus obsesiones sobre la locura y la muerte, siempre alrededor de personajes y situaciones de comedia f¨²nebre. Y sigue Ra¨²l Ruiz d¨¢ndonos ¨²ltimamente, pel¨ªcula tras pel¨ªcula, lo mejor de su larga obra.
Y lleg¨® tambi¨¦n la solid¨ªsima Lejano, que es un filme duro de ver, moroso y complejo, todo un palo en la nuca, a causa de su herm¨¦tico vigor formal y de su negr¨ªsima, pesimista y desoladora visi¨®n del aislamiento del artista, en este caso un fot¨®grafo de Estambul, un intrincado y solitario esteta del claroscuro, interpretado por un actor de formidable capacidad fotog¨¦nica, excepcionalmente dotado y de nombre remoto e impronunciable, un tal Muzaffer ?zdemir, que realmente borda su arriesgada y dificultosa composici¨®n, de la que el director Nuri Bilge Ceylan arranca im¨¢genes recias, fuertes e ins¨®litas.
[Por otra parte, el ministro franc¨¦s de Cultura, Jean-Jacques Aillagon, y Jack Valenti, presidente de la Motion Picture Association (MPA), firmaron ayer la Declaraci¨®n de Cannes, en la que hacen un llamamiento a la movilizaci¨®n contra la pirater¨ªa audiovisual, "que amenaza la creaci¨®n y la diversidad", informa France Presse].
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.