Lecci¨®n en el supermercado

Mientras los candidatos se dedican a pregonar y prometer lo que probablemente no cumplir¨¢n, los ciudadanos cumplen calladamente su labor cotidiana. Mientras nos preocupamos por si Ronaldo, Ra¨²l u otras figuras estar¨¢n a punto para las grandes ocasiones, no reparamos en que, si Makelele no puede aportar su grano al equipo, ¨¦ste estar¨¢ inevitablemente condenado al fracaso.

Un equipo, un pa¨ªs no funcionan con grandes figuras ni grandes declaraciones. Solamente acciones y comportamientos an¨®nimos son los que realmente hacen agradable y posible un mundo en el que el vocer¨ªo y la ramploner¨ªa se empe?an en hacerse exclusivos protagonistas.

Entretanto, la discreta encargada de un supermercado D¨ªa del barrio de Valdebernardo en Madrid nos da su peque?a/gran lecci¨®n, atendiendo con mimo a una persona invidente que se acerca en solitario a comprar a su establecimiento. La acompa?a y le va explicando pacientemente productos de cada stand, diferencia entre unos y otros, precios, calidades.

No es consciente, quiz¨¢s, de la importancia de su trabajo. Nadie le agradecer¨¢ su labor, salvo quiz¨¢s la persona atendida. No saldr¨¢ en ninguna portada, ni nadie la felicitar¨¢. Al menos, dormir¨¢ con la conciencia tranquila del deber cumplido y nos habr¨¢ dado, sin pretenderlo, una gran lecci¨®n a quienes pasamos el d¨ªa embobados ante la telebasura.