El Villarreal baila a un Celta con nueve jugadores

Atendiendo al resultado, podr¨ªa decirse que el Villarreal certific¨® ayer pr¨¢cticamente la permanencia en Primera, humillando a un Celta que ve frenadas sus aspiraciones de disputar la Liga de Campeones. El encuentro estuvo marcado por las expulsiones de Luccin y Mido, que condenaron a galeras al Celta y aplanaron el camino al Villarreal, que aprovech¨® la concesi¨®n con goles y a lo grande.

Si el Celta peleaba por Europa, el premio para el Villarreal no era menor. Sin embargo, ninguno de los dos conjuntos parec¨ªa querer pegar primero. Ambos se dedicaron al toque paciente y sin riesgo, al juego vacuo, nada vertical, como esperando que algo sucediese, que cambiase el ritmo y decantara la balanza. Y vaya si sucedi¨®. En tres minutos el Celta se fue del partido de la manera m¨¢s absurda. Corr¨ªa el minuto 19 cuando Luccin reclam¨® una falta intrascendente en el centro del campo. La protesta, al parecer, fue acompa?ada de alg¨²n insulto y Rodr¨ªguez Santiago mostr¨® con sa?a la tarjeta roja al franc¨¦s. Y despu¨¦s fue Mido, quien tres minutos despu¨¦s pag¨® su ira con el ¨¢rbitro con una patada a Josico que tambi¨¦n le cost¨® la expulsi¨®n.

Ni en el sue?o m¨¢s buc¨®lico hubiese imaginado el Villarreal encontrarse en una situaci¨®n semejante, con 70 minutos por delante y con dos jugadores m¨¢s que el contrario. Entonces dio comienzo un partido de balonmano, con los ocho jugadores de campo del Celta resguardando no m¨¢s all¨¢ del ¨¢rea a Pinto, al que le entraron picores, y no por la reciente varicela pasada, sino por lo que se le ven¨ªa encima, un ataque sin pausa y tregua del Villarreal. Ataque est¨¢tico con el bal¨®n circulando de una banda a otra buscando un resquicio que permitiese abrir la lata.

En un principio la extra?a circunstancia dej¨® perplejo a los jugadores del Villarreal. Benito Floro puso en el tapiz m¨¢s p¨®lvora, con Guayre y V¨ªctor. El resultado no fue inmediato y el Celta se mantuvo en pie lo que quedaba del primer acto, no sin pasar como era de esperar m¨¢s de un apuro.

Todo era cuesti¨®n de perseverancia y paciencia y nada m¨¢s iniciado el segundo acto Guayre forz¨® la cerradura, V¨ªctor ampli¨® la ventaja, Palermo se reencontr¨® con el gol y el Celta bajo los brazos. Era un d¨ªa para el absurdo y el suicidio, no para la ¨¦pica.