El Balletto-Teatro di Torino reafirma su l¨ªnea de creaci¨®n con la m¨²sica electr¨®nica
La nueva obra de Matteo Levaggi cuenta con importantes compositores europeos de hoy
El Balletto-Teatro di Torino, una de las agrupaciones estables con m¨¢s proyecci¨®n internacional del norte de Italia, estren¨® el pasado fin de semana, en paralelo a la Feria del Libro de esa ciudad italiana, un complejo y ambicioso espect¨¢culo de ballet contempor¨¢neo con un importante apoyo musical de base electr¨®nica de tres compositores europeos actuales: Carl Michael von Hausswolff, David Toop y Robin Rimbaud (cabeza visible de Scaner), que arropan una coreograf¨ªa brillante, abstracta y muy imbricada en las corrientes punteras del arte coreogr¨¢fico.
El nombre de la pieza ya lo dice todo: Slippery-Friction-Skipped and Stretch, coreograf¨ªa elaborada por el joven Matteo Levaggi sobre la m¨²sica de Carl Michael von Hausswolff, David Toop y Robin Rimbaud para el Balletto-Teatro di Torino en lo que es hasta hoy su m¨¢s ambiciosa producci¨®n, vista en el legendario teatro Gobetti (uno de los pocos que conserva planta y decoracion originales del siglo XVIII).
Levaggi ha estructurado su compleja obra (que se ver¨¢ este mismo a?o en varias ciudades espa?olas) en tres secciones de m¨®dulos intercambiables, y en una atm¨®sfera de geometr¨ªa concreta de gran impacto visual.
Slippery-Friction... goza de su propio desarrollo abstracto y se manifiesta como el dec¨¢logo est¨¦tico del joven Levaggi. Cierto que en la propuesta se desvelan las claves de sus preferencias (Balanchine, Cunningham, Forsythe, Armitage), que son mostradas en forma de citas o apuntes ligados a la deconstrucci¨®n rigurosa y a la din¨¢mica multipolar (desde Apolo y las musas a las mallas rojas de Cunningham o la contracci¨®n de Graham). Y es que por lo inspirado y limpio de su trabajo, Matteo Levaggi viene a situarse en los puestos de relevo generacional de esa tradici¨®n coreogr¨¢fica, donde hay una sola, ¨²nica l¨ªnea continua y accidentada de George Balanchine a William Forsythe y Karol Armitage, que el joven italiano glosa y maneja a voluntad, poni¨¦ndola en juego y en riesgo esc¨¦nico: se resbala, se fricciona, se establece un proceso de saltos y se estiran las frases en m¨²ltiples puntos de fuga alternos. El t¨ªtulo da la clave y a la vez abre el interrogante mayor, pues se trata de danza pura, verdadero ballet contempor¨¢neo en el sentido de sus valores de abstracci¨®n y s¨ªntesis po¨¦tica.
Entre otros hallazgos de inter¨¦s est¨¢n las luces de Enzo Galia, el vestuario de Manuela Dello Preite y la escenograf¨ªa de Sara Giammello, anclada en los preceptos de un minimalismo fr¨ªo y calculado. Levaggi ha conciliado estos elementos junto al otro lujo de esta cuidada producci¨®n: la m¨²sica, que procede de tres compositores electr¨®nicos actuales. El sueco Von Hausswolff y los brit¨¢nicos Toop y Rimbaud han recibido elogios de Stockhausen, y en este caso empacan un tenso paisaje neomoderno, rico, a veces luminoso y otras ¨ªntimamente sobrecogedor. Levaggi ha escogido para desarrollarse como core¨®grafo la senda m¨¢s dif¨ªcil y compleja, la mas desnuda y libre de artificios formales: la que ofrece la danza como su m¨¢s poderoso ingrediente. La compa?¨ªa, en su vocaci¨®n cosmopolita, cuenta ahora con dos buenos bailarines espa?oles procedentes de la Compa?¨ªa Nacional de Danza 2: el barcelon¨¦s Vicente Palomo y la madrile?a Raquel Rey.
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