El aullido del lobo
Las sentencias del Supremo y del Constitucional que invalidaron la gran mayor¨ªa de las listas municipales presentadas en el Pa¨ªs Vasco y Navarra por agrupaciones de electores vinculadas de una u otra forma con la ilegalizada Batasuna introdujeron una cuesti¨®n relacionada con el terrorismo -la interdicci¨®n de su brazo pol¨ªtico- en la agenda de los comicios del 25 de mayo; las posteriores instrucciones dadas por los portavoces de ETA a los antiguos votantes del nacionalismo radical para que depositen en las urnas esas papeletas judicialmente anuladas ampliaron el espacio del debate. El papel desempe?ado por Espa?a en el conflicto de Irak tambi¨¦n form¨® parte de la campa?a desde el comienzo: mientras el PP se jactaba de su temprana adhesi¨®n a una guerra librada con el falso pretexto de impedir la entrega de armas de destrucci¨®n masiva a organizaciones terroristas, el resto de las formaciones pol¨ªticas ha seguido censurando el apoyo del Gobierno a un acto de agresi¨®n al margen de la legalidad internacional.
La prosecuci¨®n de las matanzas en Israel y los atentados perpetrados en Riad y Casablanca han yuxtapuesto en el mismo rengl¨®n de la agenda el rebrote de la ofensiva terrorista y el balance de la guerra de Irak. Pese a los esfuerzos de Aznar para negar la evidencia, el nexo l¨®gico entre las falsas esperanzas de un reforzamiento de la seguridad mundial suscitadas por la ca¨ªda de Sadam Husein y la siniestra terquedad de los hechos concernientes a la amenaza fundamentalista resulta poco discutible. S¨®lo las investigaciones de los servicios de inteligencia -no las hip¨®tesis de Zapatero o los desmentidos de Aznar- permitir¨¢n aclarar si la tr¨¢gica elecci¨®n de la Casa de Espa?a como uno de los objetivos de los comandos suicidas de Casablanca estuvo o no relacionada con la presencia en la minicumbre de las Azores del jefe del Gobierno espa?ol.
En cualquier caso, las reiteradas alusiones de Aznar a las obligaciones pol¨ªticas y morales derivadas de la lucha contra el terrorismo a escala planetaria como clave del apoyo incondicional prestado por su Gobierno a la Administraci¨®n de Bush -hoy por ti, ma?ana por m¨ª- simplifica realidades de extraordinaria complejidad: su afirmaci¨®n de que se debe tratar a los terroristas "igual en todas partes" est¨¢ cargada de implicaciones peligrosas. Aunque resulte exigible el rechazo de toda justificaci¨®n de los b¨¢rbaros procedimientos aplicados por cualquier organizaci¨®n terrorista, ser¨ªa no s¨®lo absurdo sino tambi¨¦n contraproducente imponer una misma explicaci¨®n a los or¨ªgenes y a las caracter¨ªsticas de las proteicas manifestaciones espec¨ªficas de esa violencia gen¨¦rica. Un experto tan prestigioso como Walter Laqueur ha subrayado (Una historia del terrorismo, Paidos, 2003) las dificultades de aplicar un tratamiento homogeneizador a una pr¨¢ctica criminal utilizada de manera intermitente a lo largo de la historia por diversos colores del espectro pol¨ªtico (desde la extrema derecha hasta los grupos revolucionarios), por organizaciones nacionalistas (como IRA o ETA) y por sectas religiosas fundamentalistas (musulmanas, cristianas o jud¨ªas): "El t¨¦rmino ha llegado a abarcar una gama tan amplia de variedades violentas que deber¨ªa ser sustituido por otra palabra".
La equiparaci¨®n mec¨¢nica entre ETA y Al Qaeda no s¨®lo presta un mal servicio en el ¨¢mbito explicativo sino que tambi¨¦n oculta las diferencias entre los diversos medios utilizados para hacerles frente. Tras el 11 de Septiembre, la Administraci¨®n de Bush decidi¨® responder al desaf¨ªo terrorista con la guerra: si Afganist¨¢n e Irak han sido los dos primeros escenarios del despliegue militar, el campo de concentraci¨®n de Guant¨¢namo y la legislaci¨®n excepcional aplicada dentro de Estados Unidos muestran el incierto destino que aguarda a sus prisioneros. La justificaci¨®n de esos expeditivos procedimientos recuerda la eximente esgrimida por el defensor del almirante Lambruschini -citada por Ernesto Garz¨®n Vald¨¦s en El velo de la ilusi¨®n (Sudamericana, 2000)- para pedir su absoluci¨®n en el juicio contra la Junta Militar responsable del exterminio de miles de argentinos: "Cuando se vive entre lobos, hay que aullar como ellos". Salvo los episodios de guerra sucia producidos entre 1976 y 1986, la persecuci¨®n de ETA ha corrido en Espa?a, empero, a cargo de polic¨ªas y de jueces obedientes a las normas del Estado de derecho.
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