Los Verdes, con perd¨®n
Los Verdes son el partido m¨¢s joven de la vieja Europa. Suena a frase propagand¨ªstica y un punto parad¨®jica, pero s¨®lo es una afirmaci¨®n de hecho con tres facetas que conviene resaltar:
1) Los Verdes son un partido pol¨ªtico. Es decir, no son una ONG (organizaciones muy valiosas pero que no compiten en elecciones). Y, sobre todo, no son una nota de color destinada a disimular el deterioro de vestimentas ajenas m¨¢s o menos ra¨ªdas. Este ¨²ltimo comentario puede parecer innecesario pero ?se han dado cuenta de que el girasol lleva camino de convertirse en el logotipo m¨¢s vampirizado de la historia?
En tanto que partido pol¨ªtico, Los Verdes entran en coaliciones cuando ¨¦stas tienen sentido para sus fines (es el caso de la lista auton¨®mica de la Entesa -por cierto: ?buena entrada en Les Corts, Carles Arnal!-). No lo hacen, en cambio, cuando las coaliciones prometen ser in¨²tiles o cuando en ellas se les reserva s¨®lo el papel de comparsas. (As¨ª son las reglas del juego electoral y no creo que nadie pueda llamarse a enga?o).
Mucha gente piensa en un antiguo taxista de Francfort llamado Joschka Fischer
2) Los Verdes heredan y actualizan los valores de la vieja Europa. Esa expresi¨®n, "vieja Europa", es usada despectivamente por los amos del mundo y sus ac¨®litos locales, lo que sugiere una amenaza para el humanismo, las libertades, los derechos civiles y la preferencia por una gesti¨®n pac¨ªfica de los conflictos. Cuando se busca un pol¨ªtico que encarne hoy esos "viejos valores", mucha gente piensa en un antiguo taxista de Francfort llamado Joschka Fischer (desde luego, nadie piensa en Aznar ni en Bush).
No me parece casual que, precisamente ahora, Los Verdes europeos se propongan reorganizarse para crear un partido unificado en todo el continente, que concurrir¨¢ como tal a las elecciones de cualquier nivel (tambi¨¦n las generales, las auton¨®micas y las locales en los Estados miembros de la Uni¨®n). Sin duda, eso supondr¨¢ un impulso importante para que su presencia en instituciones y gobiernos, que ya es normal en toda Europa, sea tambi¨¦n normal en Espa?a y en el Pa¨ªs Valenciano. Habr¨¢ que acostumbrarse, pues, a que la invisibilidad electoral de Los Verdes pase a ser cosa del pasado. Algo a saludar, pues dicha invisibilidad tambi¨¦n nos aleja de Europa (aunque no tanto como Aznar, claro).
3) En Valencia, el PP promete que destruir¨¢ lo que queda de la huerta para hacer pisos de renta libre. La izquierda, en cambio, promete que destruir¨¢ lo que queda de la huerta para hacer pisos de protecci¨®n oficial. Los miles y miles de pisos vac¨ªos parecen haberse esfumado por el agujero negro de la campa?a. Cuando intento evitar que el impacto me tumbe de espaldas, me viene a la cabeza aquella frase que hace m¨¢s de veinte a?os repet¨ªan Petra Kelly y Rudi Bahro: los verdes no est¨¢n a la derecha ni a la izquierda, sino adelante. Esas palabras escandalizaron al socialista revolucionario que yo era entonces. Pero ha pasado mucho tiempo y ahora comprendo cu¨¢nta raz¨®n ten¨ªan.
Mendiluce en Madrid, la gente de Els Verds i M¨¦s en Barcelona y David Hammerstein en Valencia han asumido la tarea, inc¨®moda y por ahora poco gratificante, de poner esa raz¨®n a trabajar. No s¨¦ si habr¨¢n ganado ya los votos necesarios (eso se sabr¨¢ el d¨ªa 25). Pero su empe?o es ya un aceptable tratamiento contra la melancol¨ªa.
Ernest Garcia es soci¨®logo y apoya la candidatura de Els Verds-Los Verdes al Ayuntamiento de Valencia.
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