"La poes¨ªa se escribe a ciegas"
Mar¨ªa Victoria Atencia (M¨¢laga, 1931) ha sido piloto de aviaci¨®n y es poeta, dos oficios con riesgo de perderse en las nubes. Ella tiene, no obstante, los pies sobre la tierra y celebra como una propina haber vuelto a escribir despu¨¦s de 15 a?os. Su silencio -ya legendario en la historia de la literatura espa?ola- se extendi¨® entre 1961 y 1976, pero desde entonces no ha dejado de ocupar un puesto relevante entre sus compa?eros de generaci¨®n: Gil de Biedma, Valente, Claudio Rodr¨ªguez o Francisco Brines. Horas despu¨¦s de una lectura, Atencia medita las palabras de una mujer que record¨® en el coloquio la impresi¨®n que le caus¨® leerla por primera vez: "He estado toda la noche acord¨¢ndome de esta chica".
"Hay m¨¢s riesgo en el papel que en el aire. Sabiendo la t¨¦cnica puedes volar, pero la palabra justa no viene s¨®lo con la t¨¦cnica"
PREGUNTA. ?Cambiar la vida a alguien es una responsabilidad?
RESPUESTA. Una emoci¨®n. Cuando escribes, t¨² no piensas ni en ti ni en nadie. La poes¨ªa se escribe a ciegas. Viene de lejos a trav¨¦s de muchas generaciones, pasa por ti y desemboca en otros. En ese camino hay que tener las manos abiertas y recoger lo m¨¢s posible.
P. Usted pas¨® a?os sin escribir, ?o s¨®lo sin publicar?
R. Sin escribir. Era muy joven, ten¨ªa a mis hijos peque?os, una vida muy completa y, sin embargo, estaba ese vac¨ªo tan grande. Te sientes incapaz porque te impresionan algunas lecturas o las circunstancias del momento. Hablo de los a?os sesenta. Entonces dominaba la poes¨ªa social. Hay muy buenos poemas sociales, y me gusta leerlos, pero yo no ser¨ªa capaz de escribirlos. No es mi car¨¢cter.
P. ?Se sinti¨® sola?
R. No, porque en M¨¢laga ten¨ªamos la revista Caracola. Su secretario era Bernab¨¦ Fern¨¢ndez-Canivell, que era amigo de todos los del 27. Por ¨¦l conocimos a D¨¢maso Alonso, a Guill¨¦n, a Diego, a Aleixandre.
P. Leer a Rilke supuso otro choque. ?La lectura puede bloquear m¨¢s que estimular?
R. Rilke me asust¨®. Pensaba que aquello que no entend¨ªa era lo que yo quer¨ªa. Luego pens¨¦ que hab¨ªa que ser humilde y hacer lo que se pudiera.
P. ?Y la familia, tener que criar a sus hijos?
R. Mis hijos nunca me estorbaron, al rev¨¦s, siempre me han dado fuerza y temas y riqueza.
P. ?Qu¨¦ tuvo que pasar para que volviera a escribir?
R. Pensando entre todos, porque muchas veces t¨² sola no te das cuenta, han salido cosas. Estaba yo dando clases de piloto y mi profesor se estrell¨®. De pronto sent¨ª la necesidad de escribir. Adem¨¢s, hubo un momento de desequilibrio en mi vida amorosa, en mi matrimonio, nada grave, pero de todo eso sali¨® Marta y Mar¨ªa.
R. Fue la plenitud, aunque fuera una plenitud dolorosa. Me liber¨®.
P. No s¨¦ si es m¨¢s raro ser poeta o ser piloto.
R. Desde ni?a me hac¨ªa mucha ilusi¨®n ir en avi¨®n con mi padre. Ir a Madrid entonces era como ir a San Petersburgo. Ya de mayor, estando con mi marido junto a la escuela de pilotos, dije: "Debe de ser maravilloso volar". Al poco tiempo llegaron los papeles para matricularse. Los hab¨ªa pedido ¨¦l. Le dije que estaba loco: "T¨² lo que quieres es que me estrelle".
P. ?Por qu¨¦ lo dej¨®?
R. Yo volaba bastante. Hice incluso la vuelta a¨¦rea a Espa?a, pero cuando murieron mis padres me sent¨ª tan mal que pens¨¦: estoy exponiendo mi vida, con estos cuatro ni?os que tengo...
P. ?La miraban raro por ser mujer?
R. No. Ni en el vuelo ni en la poes¨ªa. Las cosas hay que hacerlas lo mejor posible y ya est¨¢.
P. Pero la situaci¨®n de la mujer ha cambiado.
R. Y para mejor. Mi caso era excepcional: escribir, volar... En general te quedabas en casa. Mis hermanos fueron a la universidad, pero mi padre no quiso que yo fuera. Ten¨ªas que hacerlo todo t¨², insistir.
P. ?Cree que existe una escritura femenina?
R. No, aunque hay quien dice que se nota. Se notar¨¢, pero es lo de menos. Lo importante es ad¨®nde se llega. Y ese punto, que es la gran poes¨ªa, es el mismo para el hombre y para la mujer. Yo me siento m¨¢s cerca de B¨¦cquer que de Rosal¨ªa de Castro.
P. ?La poeta aprendi¨® algo de la piloto?
R. Algo, s¨ª: control, descontrol, tensi¨®n, soledad, miedo.
P. ?Hay m¨¢s riesgo en el aire o en el papel?
R. En el papel. En el aire aprendes la t¨¦cnica y, una vez que la tienes, vuelas. Pero el esp¨ªritu y la palabra justa no viene s¨®lo con la t¨¦cnica.
P. Sus poemas se mueven, como dice en un verso, "entre el suelo y el vuelo". ?Lo elevado vive en lo cotidiano?
R. S¨ª, en la casa, en los hijos, entre los pucheros, como dec¨ªa Santa Teresa. Si uno lo ve como un don, y no como una condena, sirve como andadera.
P. No obstante, dice que es m¨¢s importante el hueco que la forma. ?No cree tambi¨¦n que sin forma no habr¨ªa hueco?
R. ?Sin consistencia? No, claro. Por eso es la andadera, pero el hueco es adonde tienes que asomarte para ver tantas cosas, para ver la nada, la muerte, tu desintegraci¨®n...
P. ?No le da miedo la muerte?
R. No. En un momento me puedo ver como soy yo o como era mi madre, o como era otra mujer. Estoy acostumbrada a pasar esa l¨ªnea. Estoy en un sitio y en seis a la vez. Formo parte de una cadena que no se construye s¨®lo desde la memoria personal, sino tambi¨¦n desde una memoria que viene del pasado y que se anticipa al futuro. As¨ª una acepta la muerte como acepta la infancia.
P. Su poes¨ªa, adem¨¢s, acepta los objetos diarios y la gran pintura, a Haendel y a los Beatles.
R. Son cosas que me han impresionado por igual. Disfruto con un papel, una ventana, el campo, mi casa... Esas cosas las encuentro tan grandes como una escultura de Rodin o una fuga de Bach, porque ellos est¨¢n dentro. Para m¨ª esos dos mundos se han comunicado siempre. Luego hay muchas cosas intermedias que no he entendido y que a lo mejor me he perdido... pero bueno, lo perdido por lo ganado.
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