Un problema generacional
Dentro de unas d¨¦cadas los trabajadores se jubilar¨¢n alrededor de los setenta a?os y sus ingresos en la jubilaci¨®n proceder¨¢n en parte de la Seguridad Social y en parte de su plan de pensiones privado. Al mismo tiempo, aumentar¨¢n las opciones de los individuos tanto en materia de instrumentos financieros como de esquemas de jubilaci¨®n parcial y flexible, las empresas seguir¨¢n desempe?ando un papel limitado en materia de pensiones directas para sus empleados y tanto las decisiones como el riesgo asociados a las pensiones estar¨¢n fundamentalmente repartidos entre el Estado y los particulares. Aunque estos desarrollos no est¨¢n garantizados, buena parte de las semillas que fructificar¨¢n en esta direcci¨®n est¨¢n ya sembradas. Sin embargo, si se tiene en cuenta la fuerte reacci¨®n sindical que han suscitado en varios pa¨ªses europeos las propuestas para reformar las pensiones p¨²blicas, m¨¢s bien parecer¨ªa que la situaci¨®n actual se mantendr¨¢ indefinidamente.
Nada m¨¢s equivocado. Las reacciones aludidas son naturales, dada la percepci¨®n social de lo que est¨¢ en juego, pero no son ganadoras. La resistencia que ejercen los sindicatos europeos es testimonial, aunque sea masiva, y puede leerse de varias maneras. Lo cierto es que los sindicatos s¨®lo expresan una parte de la visi¨®n que la sociedad tiene del problema de las pensiones. La sociedad se compone de individuos de diferentes edades, puntos de vista sobre las cosas y situaci¨®n econ¨®mica y laboral, y todos estos rasgos, afortunadamente, conforman un panorama muy diversificado al que las diferentes instancias de representaci¨®n pol¨ªtica, sindical y ciudadana, cada una por su cuenta, s¨®lo pueden dar una expresi¨®n parcial.
Respecto de las pensiones, las personas mayores de una cierta edad, ya jubiladas, tienen una preocupaci¨®n fundamental: que su pensi¨®n mantenga su poder adquisitivo. Para conseguir esto no hace falta salir a la calle ni movilizar de ninguna manera la opini¨®n p¨²blica. Ning¨²n partido pol¨ªtico, ning¨²n experto, ning¨²n organismo internacional, en ning¨²n pa¨ªs, est¨¢ diciendo que las pensiones ya causadas deben ser objeto de modificaciones si no es para mejorarlas en la medida de lo posible. Carece de sentido dirigirse a los actuales pensionistas tanto para pedirles el voto a cambio de garantizarles sus pensiones como para asustarles respecto a lo que har¨ªa el partido rival si ganase unas elecciones, tal y como se viene haciendo en nuestro pa¨ªs desde hace una d¨¦cada.
Otra cosa son los trabajadores en activo. Y aun as¨ª, hay que distinguir entre los trabajadores de, digamos, 50 o m¨¢s a?os y los trabajadores de menor edad. Los trabajadores de edad m¨¢s avanzada tienen motivos para preocuparse, pues nadie descarta que las f¨®rmulas de pensiones sufran cambios importantes en los pr¨®ximos a?os en los diferentes pa¨ªses europeos, como ya est¨¢ sucediendo, que les afectar¨¢n de lleno, al tiempo que carecer¨¢n de margen temporal para instrumentar f¨®rmulas alternativas.
Para entender bien la situaci¨®n de este tipo de trabajadores pi¨¦nsese en un trabajador de 27 a?os al que le dicen que la pensi¨®n que reciba en el futuro (al cabo de unos 40 a?os) se calcular¨¢ mediante una f¨®rmula diferente a la actual. Este trabajador querr¨¢ obtener el m¨¢ximo rendimiento de sus cotizaciones a lo largo de los muchos a?os que le quedan hasta la jubilaci¨®n y escuchar¨¢ atentamente propuestas alternativas al respecto. Por el contrario, un trabajador a quien le quedan pocos a?os para su jubilaci¨®n considerar¨¢ alarmado, ante el anuncio de reformas dr¨¢sticas en las pensiones, que, aunque lo intentase, tiene muy poco margen para corregir un rumbo que se ha revelado equivocado.
Los trabajadores de mayor edad deber¨ªan estar en el centro de los debates en Europa y los gobiernos, al tiempo que perseveran y profundizan en las medidas de reforma de las pensiones, que son muy necesarias, deben de saber ponerse en el lugar de estos trabajadores y encontrar, junto a los sindicatos, f¨®rmulas de transici¨®n que preserven las carreras acumuladas, generen margen adicional para cotizaciones acrecentadas y repartan entre todos, de la manera m¨¢s equitativa posible, los costes de las reformas necesarias.
Los trabajadores m¨¢s j¨®venes son los principales beneficiarios a largo plazo de una reforma radical de las pensiones en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos y, cuando se les pregunta, demuestran conocer muy bien lo que est¨¢ en juego. Para empezar, aceptan la necesidad de trabajar m¨¢s all¨¢ de los 65 a?os, y no s¨®lo porque lo vean lejano. Aceptan igualmente que las pensiones deben corresponderse con las cotizaciones pagadas durante toda su vida laboral y entienden que la solidaridad debe practicarse, pues los j¨®venes son solidarios, mediante arreglos al margen del sistema de pensiones.
Por lo tanto, ?a qu¨¦ responden las acciones y reacciones recientes en materia de pensiones en Europa? Puedo equivocarme, pero la consideraci¨®n detenida de las grandes limitaciones de percepci¨®n, comunicaci¨®n y representaci¨®n colectiva que caracterizan a un problema como el de las pensiones me llevan al diagn¨®stico siguiente. Primero, los gobiernos europeos, incluido el espa?ol, andan muy retrasados con las reformas de las pensiones, pues temen las consecuencias electorales de estas pol¨ªticas, pero algunos se han dado cuenta de que ya es hora de empezar a hacer algo tras m¨¢s de dos d¨¦cadas de an¨¢lisis coincidentes. Segundo, los sindicatos tratan de movilizar a la poblaci¨®n contra "el desmantelamiento del Estado de bienestar", pero no est¨¢n facilitando soluciones eficaces a los trabajadores m¨¢s concernidos por la situaci¨®n. Tercero, tras la pantalla "anti-desmantelamiento" se encuentra la defensa de los cuestionables privilegios, en materia de pensiones y jubilaci¨®n, de los funcionarios y de los trabajadores de las empresas p¨²blicas europeas. Cuarto, gobiernos, partidos de oposici¨®n y sindicatos parecen no comprender que el problema de las pensiones es ¨²nicamente el problema de los trabajadores de mayor edad, a quienes no puede somet¨¦rseles a un caso de inconsistencia din¨¢mica sin ofrecerles mecanismos de compensaci¨®n. Quinto, el problema de las pensiones de los actuales pensionistas no existe. Sexto, el problema de las pensiones de los trabajadores j¨®venes se resuelve dici¨¦ndoles que se acab¨® el invento practicado hasta ahora y que en lo sucesivo hay que trabajar m¨¢s y ahorrar m¨¢s, que lo entender¨¢n. Quien diga que no habr¨¢ pensiones en el futuro, o no sabe lo que dice o lo sabe porque no est¨¢ dispuesto a permitir que se haga nada en el presente para evitarlo.
Jos¨¦ A. Herce es director de FEDEA y profesor de Econom¨ªa en la Universidad Complutense.
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