La piel y el hueso
El trabajo de los arquitectos japoneses en la ampliaci¨®n del IVAM es de una indudable calidad. El nuevo proyecto respira el estilo geom¨¦trico setentero rociado de una sobriedad c¨²bica y minimalista. Los japoneses trabajan como nadie estas mixturas. El trabajo tiene aromas de Buckminster Fuller mezcladas con Donald Judd. Se nota que Sejima y Nishizawa mantienen impregnadas sus retinas con las im¨¢genes de la Exposici¨®n Universal de Osaka (1970), toda una maravillosa explosi¨®n de gigantes figuras geod¨¦sicas. La belleza formal del edificio no oculta algunas cuestiones: por d¨®nde respirar¨¢n los gigantescos climatizadores del aire acondicionado; c¨®mo circular¨¢ el aire en el interior de la malla (estoy pensando en una tarde soleada de julio sobre la fachada principal); c¨®mo resiste al aire libre una estructura uniforme y pulida (el Guggenheim tuvo que afrontar la limpieza de las planchas de titanio a los tres a?os y medio de su inauguraci¨®n en un dif¨ªcil proceso que incluy¨® la fabricaci¨®n de una espuma especial). Si el cubo desprende aire caliente acabar¨¢ atrayendo a muchas aves que encontrar¨¢n un magn¨ªfico reposadero -est¨¢ muy pr¨®ximo a la referencia visual del Jard¨ªn Bot¨¢nico y en las proximidades de la Albufera-.
La espectacularidad de la ampliaci¨®n es c¨®mplice de un importante efecto de fondo: convertir el propio edificio en un argumento independiente de los contenidos que habiten en su interior. Transformado el museo en trampantojo de anuncios de coches o en logo de la Valencia moderna, resulta indiferente que la programaci¨®n sea arriesgada o conservadora si por all¨ª pasa de vez en cuando Paulina Rubio o se celebra alguna gala empresarial presentada por alguna momia, eso si, con mucho glamour. El director ha dicho que en el futuro museo "los lugares de ocio se integrar¨¢n con las salas expositivas" (sic). Terror me da esta profec¨ªa porque por esta senda el IVAM acabar¨¢ siendo al arte contempor¨¢neo lo que el Museo de las Ciencias Pr¨ªncipe Felipe a la ciencia. La llegada del ¨²ltimo equipo ha consolidado un cambio apreciable en la programaci¨®n que ha abandonado el riesgo, la originalidad y la apertura de nuevas miradas para instalarse en la ortodoxia de lo predecible. La funci¨®n de esclarecer se ha sustituido por la de recrear. El museo ha abandonado la inquietante tarea de visualizar lo imperceptible, de explorar puentes insospechados, de recuperar las orillas y los vac¨ªos, de esparcir sobre la mesa la papelera del taller que fabrica la historia del arte. Ahora se apuesta sobre seguro. Incidir sobre lo previsible sirve para ser uno m¨¢s, pero no para mantenerse en el punto de alabanza de la cr¨ªtica internacional con elogios que hablaban de frescura, originalidad y atrevimiento. En etapas anteriores se jug¨® la estimulante baza de la investigaci¨®n y el descubrimiento: algunas exposiciones fueron novedades museogr¨¢ficas en el panorama internacional y sus cat¨¢logos convertidos en objeto de culto. Me refiero a exposiciones como las de Robert Smithson o Gordon Matta-Clark.
El Centre del Carme era una pesadilla para afrontar estos nuevos planteamientos. Sobre el mismo se ha dicho: a) que su l¨ªnea expositiva se ha trasladado a otros espacios como las Atarazanas o La gallera; b) que la nueva ampliaci¨®n cubrir¨ªa el d¨¦ficit del cierre del emblem¨¢tico lugar; c) que su funci¨®n era dar respuesta a los artistas de la Facultad de Bellas Artes y el IVAM no est¨¢ para esos menesteres. M¨¢s all¨¢ de estos confusos, contradictorios y absurdos mensajes -lo es llamar a Ross Bleckner o a Gilberto Zorio alumnos de Bellas Artes-, la clausura del Centre del Carme fue un aviso contundente de que el cambio no ser¨ªa cosm¨¦tico sino estructural. Esta apuesta por el no riesgo tiene su precio. Si revisamos las memorias anuales que hacen todos los suplementos culturales y las revistas especializadas descubrimos que la exposici¨®n estrella de nuestra Comunidad en el a?o 2002 fue En el lado de la televisi¨®n del EACC de Castell¨®n, code¨¢ndose en el top ten con los platos fuertes nacionales. En el Best of the year de los ¨²ltimos a?os de la prestigiosa revista Artforum quien s¨ª aparece es el Macba; por cierto, gracias a una exposici¨®n de ?yvind Fahlstr?m cuya anterior individual en Espa?a data de 1992 y en el IVAM.
El modelo de gesti¨®n del museo es, en t¨¦rminos politol¨®gicos, presidencialista. Significa esto que cada cambio de gobierno acaba colocando a su director del museo, y ¨¦ste, a su vez, imponiendo una l¨ªnea expositiva bajo un criterio muy personal. Al final, la historia del museo es la historia de las inclinaciones de sus directores. Ahora nos han dicho que le toca a la escultura. Sin caer en la cuenta que en Alicante, con la Fundaci¨®n Capa, se trabaja preferentemente en la escultura. Esta monta?a rusa no hay museo que la aguante, las l¨ªneas de investigaci¨®n no se consolidan y lo que es fundamental: los equipos humanos se esfuman uno tras otro. El IVAM -los presupuestos p¨²blicos- se ha convertido en el m¨¢ster de curators o programadores m¨¢s importante del mundo. El paradigma de esta fuga de cerebros lo representa Vicente Todol¨ª, protagonista de la gran etapa de consolidaci¨®n internacional, y que sali¨® de nuestro museo para montar el Museo Serralves de Oporto y dirigir en la actualidad la Tate Modern de Londres. El problema no es la piel de acero perforado sino su interior. Hemos dise?ado la discoteca m¨¢s tecnol¨®gica, bella y minimalista pero los mejores djs han desaparecido. La soluci¨®n a este problema se paliar¨ªa si los museos p¨²blicos estuvieran gobernados por consejos rectores con aut¨¦ntico poder decisorio, inmunes a los turnos pol¨ªticos, y cuya funci¨®n fuera dise?ar el disco duro del museo en t¨¦rminos globales. Los directores deber¨ªan limitarse a interpretar y consolidar las l¨ªneas maestras. Con este modelo de trabajo, al cabo de 20 a?os se ha construido un museo capaz de decir algo nuevo en el frondoso ¨¢rbol del arte contempor¨¢neo. El malogrado Juan Mu?oz afirm¨® con ocasi¨®n de su exposici¨®n en la Tate Modern: "En el arte de vanguardia hay unos avanzados que observan las tendencias emergentes, los movimientos del futuro y, a su regreso, lo comunican a la comunidad. Como esta posici¨®n la ocupa gente mediocre en Espa?a, nos quedaremos atr¨¢s".
El retraimiento actual del museo aflora por m¨²ltiples y significativos poros. Primer ejemplo: las dos exposiciones -repito, dos- que el IVAM ha dedicado al fot¨®grafo Christopher Makos. Incomprensible. Para mantener la coherencia deber¨ªan montarse 389 exposiciones de Cartier-Bresson. Segundo ejemplo: Comp¨¢rese la agenda de actividades de abril-junio del Macba con la del IVAM. Mientras la primera rebosa a diario con encuentros, ciclos, congresos.., la segunda flota en el vac¨ªo. Por cierto, el programa del Macba con Richard Hamilton y Robert Filliou, recuerda el esp¨ªritu del mejor IVAM. Tercer ejemplo: no creo que promocionar el restaurante sea malo, pero prefiero que el sal¨®n de actos y la librer¨ªa sean puntos m¨¢s fuertes en la actividad del centro. En la librer¨ªa de un museo de primera categor¨ªa -"que juega en la Champion League" (sic)- deber¨ªan estar los cat¨¢logos de las principales exposiciones en cartel del mundo. Y no est¨¢n. Sobreabundan los posavasos, las velas y los pa?uelos serigrafiados. La mercadotecnia frente a la ciencia.
El problema del IVAM no es d¨¦rmico sino ¨®seo. El trabajo de los japoneses me parece maravilloso, pero lo cambiar¨ªa por una cosa: por el contrato de cinco a?os que ha firmado Todol¨ª con la Tate Modern. Que lo disfrut¨¦is amigos londinenses.
Manuel Men¨¦ndez Alzamora es profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y Jur¨ªdicas de la Universidad Cardenal Herrera-CEU.
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