El ocaso de la Catalu?a bipolar
Aunque los resultados de las elecciones municipales son eso mismo, municipales, es evidente que proyectan un escenario que tener en cuenta con vistas al ciclo electoral que pende, sin que por ello nadie deba dar nada por hecho o por perdido. Lo cierto es que el PSC y CiU han cedido, respectivamente, el 4,2% y el 2,1% sobre el total de votos, y los socialistas han obtenido el 1,4% menos que en l999 y la federaci¨®n ha conseguido unos exiguos 2 puntos m¨¢s. ERC asciende 5 puntos y, con el 85 % m¨¢s de votos que en 1999 y 1.253 concejales, obtiene algo m¨¢s de 700 ediles menos que la fuerza m¨¢s votada, el PSC, y casi 900 m¨¢s que otra de las fuerzas ascendentes, ICV-EA. En funci¨®n de los pactos, adem¨¢s, los republicanos podr¨ªan llegar a lograr un centenar largo de alcald¨ªas. Todo ello demuestra que su crecimiento territorial es muy homog¨¦neo, que su catalanismo integrador avanza en las zonas de la vieja inmigraci¨®n y que su exponencial crecimiento se sustenta, pese a algunos an¨¢lisis reduccionistas, en transferencias de voto de lo m¨¢s heterog¨¦neo: de CiU, socialistas, antigua militancia psuquera, del nuevo voto joven...
Las advertencias amenazadoras de Maragall y Mas a ERC en relaci¨®n con las alianzas poselectorales, am¨¦n de ser parad¨®jicas por lo que dir¨¦, se explican por el creciente nerviosismo de unos y otros ante la emergencia republicana y por su papel de ¨¢rbitro cualificado de la pol¨ªtica catalana; a ojos de mucha gente es el genuino representante del cambio real y tranquilo. Las admoniciones estos d¨ªas del pr¨ªncipe y del hereu se me antojan por ello sim¨¦tricas y se neutralizan, al tiempo que resultan estimulantes para continuar siendo independiente y sin tutelas de ning¨²n signo. Pues si para Maragall ERC es un partido sorprendente, ?como deber¨ªa calificarse al propio dirigente socialista cuando, en plena campa?a, despu¨¦s de proponer un gobierno plural de izquierdas, invita a CiU a entrar en su Govern tras una corta penitencia de dos a?os en la oposici¨®n? Por cierto ?c¨®mo deber¨ªa describirse ese "fen¨®meno de cambio" que, a juicio de Maragall, ¨¦l encarna en exclusiva, si a la primera de cambio se muestra dispuesto a ceder al capricho de los poderes f¨¢cticos y preconizar una alianza con la denostada CiU? ?No ser¨¢, acaso, que Maragall impulsa un cambio a lo gattopardiano, para que todo cambie y todo siga igual, con un connubio socioconvergente m¨¢s propio de la Catalu?a bipolar de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas? No creo, pues, parafraseando al propio Maragall, que ¨¦se sea precisamente el mejor ejemplo de saber bien qui¨¦n se es, de d¨®nde se viene y hacia d¨®nde se va. Con todo, siendo esto grave, lo que a todas luces resulta ofensivo son las alusiones, de reminiscencias freudianas, sobre el origen de la actual ERC, asimilada seg¨²n Maragall nada m¨¢s y nada menos que a la herencia de la Catalu?a convergente, lo que demuestra que el candidato socialista se alimenta de clich¨¦s m¨¢s bien demod¨¦s y en nada acordes con la realidad, ni con la idiosincrasia de los actuales dirigentes de ERC, ni con la de la transversal base electoral republicana.
A su vez, la apelaci¨®n de Mas a la necesidad de configurar con ERC el m¨¢ximo de mayor¨ªas "nacionalistas" en los ayuntamientos y sus intimidatorias advertencias hacia ERC -"que vaya con mucho cuidado con sus pactos"-, por lo pronto, demuestran que, aunque Mas y el resto de dirigentes de CiU se han pasado toda la campa?a ridiculizando a ERC y tild¨¢ndola de partido de "fiesta mayor", el temor y los agudos c¨¢lculos electoralistas de la federaci¨®n les llevan a ocuparse seriamente de este partido. No deja de ser hilarante, por otra parte, que a estas alturas Mas destape el frasco de los "principios nacionalistas" (sic) para exigir, desde esa misma perspectiva, una fidelidad y una pureza que CiU no ha exhibido durante los casi ocho a?os de pactos con el PP, el responsable de la actual deriva autoritaria, centralista y antisocial del Estado espa?ol.
En definitiva, la t¨¢ctica poselectoral del PSC y CiU no difiere en exceso: ERC tiene que ense?ar sus cartas sin que nadie m¨¢s muestre lo que esconde en la manga. Sin embargo, est¨¢ por ver qu¨¦ hace ERC en los pr¨®ximos d¨ªas y el pr¨®ximo oto?o. Lo que ya hemos visto, y por dos veces, es que Jordi Pujol convert¨ªa con sus votos a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en presidente y que el PSC se muestra ambiguo a la hora de mostrar actitudes y propuestas inequ¨ªvocas de no estar sometido al PSOE y de exorcizar cualquier posibilidad de pacto futuro con CiU. La lecci¨®n de las pasadas elecciones, por dolorosa que pueda resultar para algunos, es que entre las dos tradicionales orillas de la pol¨ªtica catalana se acaba de erigir un inmenso islote de matriz catalanista y progresista, ocupado por una ERC y que el registro civil de las urnas acaba de expedir el certificado de defunci¨®n de la Catalu?a bipolar.
Joan Ridao es portavoz y diputado de ERC
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