El gran abuelo Bob Hope cumple su primer siglo

Dicen que no hay en Estados Unidos Unidos una persona m¨¢s condecorada que Bob Hope. Lleva el gran abuelo del cine, que ayer cumpli¨® nada menos que un siglo de vida, m¨¢s de medio recibiendo una riada de medallas y homenajes y, por lo que dej¨® ver su gloriosa fiesta de cumplea?os de ayer en Los ?ngeles, en ello sigue.

Es Bob Hope un tipo abierto, divertido, simp¨¢tico, entra?able, amistoso, que se ha convertido en una especie de reliquia viviente para infinidad de estadounidenses entrados en a?os, que ven en ¨¦l un signo de supervivencia de algo ¨ªntimo que es al mismo tiempo historia de su pa¨ªs, o que la roza, porque desde la II Guerra Mundial y luego en las retaguardias de todas las batallas de los ej¨¦rcitos de EE UU, desde las de Corea a las de Vietnam, Bob Hope mont¨® su tablado de heredero de las tradiciones del humor dicho, cantado y danzado del teatro de vodevil y del burlesque del Broadway neoyorquino, donde comenz¨® su carrera en 1927. Y as¨ª se hizo Hope acreedor de una enorme veneraci¨®n institucional que, adem¨¢s de los templos pol¨ªticos, abarca los templos de su propio gremio, aunque es probable que, mirando en ellos hacia atr¨¢s, tenga una espina todav¨ªa atravesada en la memoria, ya que siendo el actor que m¨¢s oscars ha entregado -suyo es el r¨¦cord de presentaciones de la ceremonia de entrega de los premios de la Academia- nunca pudo, aunque brome¨® una vez con ello y simul¨® hacerlo, darse uno a s¨ª mismo.

Es Bob Hope un c¨®mico muy eficaz, pero de recursos limitados, pues cuenta con una gama corta de recursos de gesto y de m¨ªmica. Pero es un hombre de tablas curtido, astuto y que domina a la perfecci¨®n los recovecos de su oficio, por lo que siempre se las arregl¨® para engancharlos con endiablada soltura y habilidad a sus sketchs y n¨²meros, que -como corresponde a un actor que encontr¨® su momento de cumbre profesional en la radio de los a?os dorados de este medio, los ¨²ltimos treinta y los cuarenta- son sobre todo verbales, encadenamientos de ocurrencias y chistes con los que ironiza sin acritud, con bonachoner¨ªa, sobre personajes, mitos caseros y sucesos de la vida diaria de su tiempo y su pa¨ªs. No hubo nunca acidez, sino abundante az¨²car, en sus incontables gags y chistes sobre su pa¨ªs. Y cuentan que, como el italiano Frank Capra, Hope multiplic¨® su veneraci¨®n patri¨®tica a EE UU al sentirse all¨ª en su infancia forastero, extranjero, hijo de otra tierra, pero acogido en ella como hijo propio. Naci¨® Hope en un arrabal de Londres, en 1903, en una familia obrera que emigr¨® a Am¨¦rica cuando ¨¦l era un ni?o.

Entre sus m¨¢s de 100 pel¨ªculas es probable que no haya ninguna que no est¨¦ erosionada por el paso del tiempo, pero a¨²n mantienen frescura y gracia algunos de sus gags, sobre todo verbales, como sus c¨¦lebres r¨¦plicas a Bing Crosby en la serie de Caminos, iniciada en Camino de R¨ªo, que le convirti¨® en uno de los actores m¨¢s taquilleros de los a?os cuarenta, amasando entonces una enorme popularidad que a¨²n conserva intacta.