El dinero y el azar
Una curiosa tendencia de cierta comedia contempor¨¢nea, americana o no, es esa que, sin negar la importancia de una (m¨ªnima) construcci¨®n de los personajes, apunta no obstante, y con decisi¨®n, hacia otra de las posibilidades de construcci¨®n de la trama: en la direcci¨®n de dotar a sus criaturas de rasgos impensables o disparatados para, a continuaci¨®n, meterlas en las m¨¢s descabelladas situaciones. Buen ejemplo de ello es Esto no es un atraco, segunda pel¨ªcula como director de un actor sobre todo televisivo, Gavin Grazer, que se apunta a la siempre socorrida vertiente de la comedia de "atraco perfecto", que tiene antecedentes tan ilustres en el cine europeo como la fundacional Rufuf¨² de Mario Monicelli, o entre nosotros, aquella entra?able Atraco a las tres de Jos¨¦ Mar¨ªa Forqu¨¦, de la que el productor Pedro Mas¨® acaba de ultimar una suerte de actualizado remake.
ESTO NO ES UN ATRACO
Direcci¨®n: Gavin Grazer. Int¨¦rpretes: Woody Harrelson, Alicia Silverstone, Rachel Leigh Cook, John Cleese, Marcus Thomas, Joshua Leonard. G¨¦nero: comedia, EE UU, 2003. Duraci¨®n: 90 minutos.
No son, pues, los personajes, su psicolog¨ªa, lo que importa en esta desastrada, disparatada pero no del todo desde?able comedia de atraco perfecto. A diferencia de sus modelos can¨®nicos, no se cuentan aqu¨ª las m¨¢s o menos tortuosas maquinaciones de una banda de improbables atracadores en pos de un tesoro bancario, sino de la casualidad que lleva a que, por su cuenta y sin consultar con nadie, hasta tres empleados diferentes de una perdida sucursal de banco se empe?en en meter la mano en la caja, cada uno por sus razones, y (casi) todas, de una u otra forma, respetables.
Cierto, no son gentes de muchas luces, lo que hace que sus desatinos, sus planes alucinados (como el de Woody Harrelson, que puede aspirar con todo honor a ser considerado el m¨¢s tonto del grupo) y la constante aparici¨®n del azar ayuden considerablemente a complicar la historia, y de paso, conceden al espectador la ocasi¨®n si no para la risa -que es mucho pedir a una pel¨ªcula de vuelo bajo como, en el fondo, es ¨¦sta-, al menos para la sonrisa.
Tiene el asunto, adem¨¢s, un cuidado arranque, con una secuencia inicial cuyo sentido termina de quedar claro s¨®lo m¨¢s tarde -y es entonces cuando mejor se aprecia la geometr¨ªa precisa de su construcci¨®n... un fugaz alarde de puesta en escena que se queda s¨®lo en eso-. Y tiene, igualmente, la ir¨®nica presencia de John Cleese en funciones de ejemplar hijo de perra, uno de esos papeles que le van como anillo al dedo y que hace de ¨¦l la m¨¢s segura baza para el regocijo del respetable.
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