"No nos mover¨¢n"
En la madrugada del pasado domingo, apenas conocidos los resultados electorales que daban la mayor¨ªa absoluta al Partido Popular, el secretario general de los socialistas alicantinos se apresur¨® a entonar una conocida canci¨®n. La canci¨®n que cantaba aquella noche ?ngel Franco estuvo de moda, all¨¢ por el final de los sesenta, entre los j¨®venes contrarios a la dictadura. Ahora, en plena madrugada electoral, Franco la canturreaba al o¨ªdo de cualquier periodista que quisiera escucharle: los socialistas alicantinos hab¨ªan hecho bien su trabajo, aumentaban el n¨²mero de votos y no ve¨ªa motivos para cuestionar la labor del secretario general. Es decir, ?ngel Franco cantaba el No nos mover¨¢n. Si logra mantener la canci¨®n unos a?os m¨¢s en la lista de ¨¦xitos, el Partido Popular no deber¨¢ preocuparse por la alcald¨ªa de Alicante: la tiene garantizada. Y es que este hombre se ha convertido en un especialista en lograr mayor¨ªas absolutas para el partido contrario. ?Extraordinario ?ngel Franco!
Si la habilidad que Franco posee para mantenerse al frente del socialismo alicantino pudiera trasladarla a la campa?a electoral, no habr¨ªa enemigo pol¨ªtico que se le resistiera. Los socialistas alicantinos ser¨ªan pr¨¢cticamente invencibles. Sin embargo, Franco y sus seguidores, que resultan imbatibles en una asamblea local, se pierden en cuanto cambian de terreno, y no aciertan a actuar. Muestran disposici¨®n de ¨¢nimo y una excelente voluntad, pero fracasan al aplicar estrategias de ocho o diez a?os atr¨¢s, cuando la pol¨ªtica, como tantas otras cosas, era distinta en nuestro pa¨ªs. La consecuencia es que pierden las elecciones una tras otra sin que alcancen a conocer jam¨¢s las razones de su derrota. Por eso, se extra?an cuando les preguntan si piensan continuar dirigiendo el partido. Ignoran que sus ideas se han hecho viejas y caminan sobre el vac¨ªo, pero act¨²an y gesticulan como si la tierra firme se encontrara a¨²n bajo sus pies.
No es que los alicantinos hayan preferido la Ciudad de la Luz o un palacio de congresos en el Benacantil, como ha afirmado Franco con desd¨¦n. Probablemente, algunas personas que han votado al PP desaprobaban estos asuntos, pero no encontraron en el programa socialista suficientes razones para confiar. Comprendo la actitud de estas personas. He repasado la prensa de la campa?a electoral y no creo que los socialistas trasladaran una imagen n¨ªtida de sus proyectos a los ciudadanos. Falt¨® convencimiento, claridad y pasi¨®n en sus propuestas. Pero, sobre todo, nunca lograron que se olvidaran sus pasadas disputas. Los conflictos del grupo socialista en la ¨²ltima legislatura emergieron a la hora de votar. ?Por qu¨¦ deber¨ªamos entregar el gobierno de una ciudad a quien es incapaz de poner orden en su casa?
Culpar del fracaso a los electores alegando, como hace Franco, que no existe madurez para un cambio, no es la mejor de las excusas. Manifiesta, sobre todo, los viejos males del socialismo alicantino: una tendencia al solipsismo y a dar la espalda a la realidad ante el menor contratiempo. Si este asunto afectase en exclusiva a ?ngel Franco y a sus seguidores, carecer¨ªa de importancia. Por desgracia, los problemas del PSOE no conciernen ¨²nicamente a los socialistas alicantinos. Quienes, sin militar en las filas del socialismo, deseamos una sociedad m¨¢s justa, no podemos sino lamentar la conducta de unos dirigentes que han llevado a su partido a un callej¨®n sin salida.
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