Peajes hostiles
No es dif¨ªcil explicar la decisi¨®n de Alemania y Francia de imponer peajes a los camiones que usen sus autov¨ªas en funci¨®n de las dificultades presupuestarias de ambos pa¨ªses, agobiados por las exigencias de reducir sus respectivos d¨¦ficit p¨²blicos a los l¨ªmites establecidos en la Uni¨®n Monetaria. Pero, evidentemente, los apuros presupuestarios no son la ¨²nica raz¨®n. Ambos pa¨ªses se han decidido a utilizar el instrumento de los precios -con diferencias temporales, puesto que el Gobierno alem¨¢n parece dispuesto a imponer una tasa de 15 c¨¦ntimos por kil¨®metro a partir del 31 de agosto y el franc¨¦s planea implantar la tasa en 2006- tambi¨¦n para resolver algunos problemas estructurales: el peso excesivo del transporte por carretera en perjuicio de otros tipos de transporte o la financiaci¨®n del mantenimiento de las carreteras.
La racionalidad de los peajes blandos para resolver los problemas de las infraestructuras p¨²blicas est¨¢ fuera de toda duda. Es un procedimiento tan l¨ªcito como eficaz. Tampoco cabe arg¨¹ir supuesto trato discriminatorio a transportistas de terceros pa¨ªses, puesto que los empresarios franceses y alemanes ser¨ªan los primeros en soportar el peso de la tasa; ni debe apelarse a los peligros de los reg¨ªmenes heterog¨¦neos de costes dentro de la UE, puesto que existen desequilibrios tanto o m¨¢s graves que ¨¦se como es, por ejemplo, la subvenci¨®n al precio del gas¨®leo. Por estas razones se entiende mal el rechazo con que el Gobierno espa?ol ha recibido el anuncio de las tasas alemana y francesa.
Se puede especular sobre las razones de esta hostilidad, desde la defensa cerrada de los intereses de las empresas de transporte por carretera hasta el desprecio a medidas que provengan de la vieja Europa; pero lo cierto es que el recurso a un peaje blando en las autov¨ªas espa?olas ser¨ªa una soluci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica razonable para resolver los graves problemas de infraestructuras en Espa?a, desde el exceso de tr¨¢fico pesado hasta el vergonzoso estado de las autov¨ªas y carreteras, cuyo firme empieza a merecer el calificativo de tercermundista por culpa de la afici¨®n del Gobierno a venerar el equilibrio presupuestario incluso por encima de la seguridad del tr¨¢fico. En este caso, como en tantos otros, al Gobierno habr¨ªa que exigirle al menos un minuto de reflexi¨®n antes de reaccionar visceralmente ante medidas perfectamente ortodoxas que tal vez un d¨ªa se vea obligado a aplicar.
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