Pierre Restany, un grande de la cr¨ªtica del arte
DANIEL GIRALT-MIRACLE
El pasado jueves falleci¨® en Par¨ªs el prestigioso cr¨ªtico de arte Pierre Restany a consecuencia de una diabetes que sufr¨ªa desde hace tiempo. Nacido en Amelie-les-Bains (Francia) en 1930, su vida estuvo intensamente dedicada al arte, como te¨®rico, como organizador de grupos, comisario de exposiciones y, sobre todo, como amigo de los artistas. Inteligente, apasionado, discutidor, reflexivo, curioso, viajero infatigable, conferenciante pol¨ªglota y seductor de las audiencias, Restany era el tipo de cr¨ªtico de arte propio de las vanguardias hist¨®ricas, y como tal siempre se implic¨® directamente en las corrientes del arte que defend¨ªa.
Despu¨¦s de pasar su juventud en Marruecos -donde, como ¨¦l dec¨ªa, "vio Casablanca en Casablanca"-, complet¨® sus estudios universitarios en Francia, Italia e Irlanda, licenci¨¢ndose en letras y consiguiendo una diplomatura superior en historia del arte y est¨¦tica. A mediados de los a?os cincuenta su figura ya empez¨® a destacar gracias a sus art¨ªculos, pr¨®logos, conferencias y libros (especialmente Espaces imaginaires, 1957), con los que trataba de encontrar una salida al academicismo del expresionismo abstracto americano y a los excesos del tachismo y a las ambig¨¹edades del informalismo europeos. Pero lo que le proporcion¨® el definitivo reconocimiento internacional fue el Nouveau r¨¦alisme (1960), movimiento que preconizaba "el retorno a una visi¨®n concreta del mundo real" y del que fue ide¨®logo y fundador, junto a figuras tan destacadas como Arman, C¨¦sar, Christo, Yves Klein, Niki de St. Phalle, Martial Raysse, Mimmo Rotella o Jean Tinguely. En este grupo que replicaba desde Europa al todopoderoso pop art norteamericano, recuperando la tradici¨®n duchampiana, el papel de Restany fue fundamental, puesto que ¨¦l fue quien observ¨® las coincidencias entre el pop art y el nuevo realismo, pero tambi¨¦n estableci¨® las diferencias: los europeos trabajaban directamente con la realidad en todas sus manifestaciones, en cambio los americanos no hac¨ªan una apropiaci¨®n directa del producto urbano, sino de las im¨¢genes de la publicidad y los medios de comunicaci¨®n.
Y, aun as¨ª, su gran m¨¦rito fue entender que despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial aparec¨ªa otra cultura, otra sensibilidad y que, por tanto, el arte deb¨ªa expresarse con nuevos medios, b¨¢sicamente procedentes de la nueva naturaleza urbana. Y ¨¦sta fue precisamente una de sus ¨²ltimas preocupaciones: el futuro del arte en la sociedad posindustrial, que dotaba a las obras de una plusval¨ªa sem¨¢ntica y cultural nueva. La otra preocupaci¨®n era la que se derivaba de las relaciones entre naturaleza y cultura, que reconsider¨® a partir de 1978, cuando efectu¨® un "viaje revelaci¨®n" a lo largo del r¨ªo Negro, el principal afluente del Amazonas, experiencia que le acab¨® comprometiendo de manera definitiva con la cultura de la ecolog¨ªa y la sostenibilidad.
En marzo de 2001, Restany declar¨® a EL PA?S: "Las nuevas generaciones no tendr¨¢n la necesidad de memorizar datos. Esto liberar¨¢ al ser humano de una gran cantidad de energ¨ªa mental que se transformar¨¢ en energ¨ªa sensorial", lo que, seg¨²n ¨¦l, nos llevar¨ªa a un reencuentro del hombre con sus cinco sentidos, una afirmaci¨®n contundente que nos quedar¨¢ junto a su bibliograf¨ªa, que cuenta con obras tan relevantes como Le petit livre rouge de la r¨¦volution picturale (1968), Le livre blanc de l'Art total (1968), L'Autre face de l'Art (1978), Le nouveau r¨¦alisme (1978), Le manifeste du rio Negro (Amazonas, 1978) o Les objectes-plus (1989), o sus colaboraciones en la revista Domus. Pero tambi¨¦n, y esencialmente, los que le conocimos recordaremos sus barbas patriarcales, su presencia viva en los debates art¨ªsticos internacionales, ya fuera en el seno de la Asociaci¨®n Internacional de Cr¨ªticos de Arte (AICA), de la que fue vicepresidente, ya fuera en cualquier otro foro; su dimisi¨®n como comisario de la Bienal de San Paulo, en 1967, en protesta contra la dictadura militar; su papel dinamizador en Am¨¦rica Latina, especialmente en Argentina y Brasil; su participaci¨®n en la Bienal de Tokio en 1962; su implicaci¨®n en la primavera de Praga en 1968; la organizaci¨®n de la Olimpiada de las Artes en los Juegos Ol¨ªmpicos de Corea en 1987, y su constante apoyo al grupo que Alexandre Cirici denomin¨® "los catalanes de Par¨ªs", es decir, Miralda, Rabascall, Xifra, Benet Rossell y Muntadas, a los que luego acompa?¨® en su salto a las Am¨¦ricas.
Entre los muchos reconocimientos que ten¨ªa el quiz¨¢ m¨¢s importante cr¨ªtico de arte franc¨¦s tambi¨¦n se incluye el premio m¨¢s prestigioso que se concede en nuestro pa¨ªs a esta especialidad, el Premi Espais a la Cr¨ªtica d'Art, que le fue entregado en Girona en 1994. Esta vez llegamos a tiempo de homenajear a uno de los grandes, alguien con una capacidad inusual para analizar la trepidante evoluci¨®n del arte, que ha vivido Une vie dans l'Art, como premonitoriamente titul¨® en 1989 el Museo de Arte Moderno de Ceret la presentaci¨®n de su colecci¨®n particular.
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