Un mundo lleno de dioses

En torno a Hans Blumenberg ha habido en Alemania un h¨¢lito de reverencia y de misterio del que s¨®lo ocasionalmente se han hecho eco c¨ªrculos de iniciados en otros contextos culturales. Nacido en L¨¹beck en 1920, fue profesor durante treinta a?os en Giessen, Bochum y M¨¹nster, y falleci¨® en 1996, tras pasar los ¨²ltimos a?os de su vida encerrado en su casa, alejado de toda vida mundana, rechazando entrevistas y, seg¨²n parece, durmiendo de d¨ªa y escribiendo de noche gruesos tratados como ¨¦ste, de prol¨ªfica verbosidad tanto como de oscura y farragosa factura.

Por una parte, su obra es una de las tentativas m¨¢s ambiciosas de componer una filosof¨ªa de la cultura a la manera alemana: articulaci¨®n sistem¨¢tica de historia de las ideas, literatura, teolog¨ªa racional, mitolog¨ªa y, sobre todo, como antropolog¨ªa, el saber del hombre. Asimismo, es un programa de refundaci¨®n cr¨ªtica de la Ilustraci¨®n que -como sabemos- tuvo su epicentro en la Alemania rom¨¢ntica y naci¨® autocuestion¨¢ndose. Desde el siglo XVIII, los progresos de la Ilustraci¨®n en Alemania siempre van acompa?ados por una constante revisi¨®n de los l¨ªmites del saber y del alcance de los propios ingenios ilustrados, en el conocimiento t¨¦cnico y cient¨ªfico tanto como en el arte, la psicolog¨ªa individual y colectiva o la vida moral y pol¨ªtica. En esta l¨ªnea se inscriben otras dos monumentales obras de Blumenberg: Die Genesis der kopernikanischen Welt (Suhrkamp. Francfort, 1981) y Die Legitimit?t der Neuzeit (Suhrkamp. Francfort, 1981, segunda edici¨®n ampliada) todav¨ªa sin traducir. Y, en tercer lugar, es un ejemplo t¨ªpico, y al mismo tiempo sobresaliente, de cierta hermen¨¦utica filos¨®fica metodol¨®gicamente af¨ªn a la llamada Escuela de Constanza, cuyo cabeza de fila, el tambi¨¦n fallecido Hans-Robert Jauss, coeditaba con Blumenberg la revista Hermeneutik und Poetik.

Trabajo sobre el mito apareci¨® originalmente en 1979 y re¨²ne un impresionante acopio de referencias eruditas y an¨¢lisis de la tradici¨®n europea con objeto de sustanciar la tesis de que la cultura est¨¢ signada por dos hitos mayores: el tr¨¢nsito de la especie, desde las selvas hacia la inseguridad y precariedad de la sabana, verdadero paso a la condici¨®n del hombre que coincide con su apertura a la vida espiritual y con la creaci¨®n de ese mundo lleno de dioses que narran los mitos; y la secularizaci¨®n, cuyo proceso ineluctable comienza con el llamado "giro copernicano" que dispara el desencantamiento del mundo. Contra la tradici¨®n racionalista que ve en el paso de mythos a logos el triunfo de la raz¨®n sobre el oscurantismo y la superstici¨®n, Blumenberg reivindica la persistencia del mito m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites impuestos por la revoluci¨®n ilustrada, sin por ello renunciar a la raz¨®n. La cultura, pues, no es si no elaboraci¨®n constante, renovada, interminable, autogenerada, del mito, suprema ficci¨®n que el hombre interpone al horror que le inspira lo desconocido. El mito pal¨ªa la angustia que genera lo que llama "el absolutismo de la realidad", un horizonte inalcanzable que se expresa en el silencio aterrador del cosmos y su propia soledad en ese cosmos. Si el mito es la respuesta humana a la apabullante presencia de un universo ajeno, mudo e insondable, y sirve para dar nombre y sentido a las cosas, toda cultura no es si no "elaboraci¨®n del mito", pero adem¨¢s, necesariamente, se gesta en y desde el mito; y aqu¨ª Blumenberg escribe en sugestiva consonancia con los ensayos antropol¨®gicos de Freud. Casi sin referencias filol¨®gicas o etnogr¨¢ficas -por contraste con la mitolog¨ªa comparada anglosajona o francesa- pero dominando una cultura inmensa, Blumenberg recorre los mitos cl¨¢sicos de Occidente mostrando c¨®mo sobreviven y alimentan con sus met¨¢foras los modelos cient¨ªficos. Tan m¨ªticas son la darwiniana selecci¨®n natural como el drama de Edipo, el paseo de Mr. Bloom por Dubl¨ªn narrado por Joyce o el Fausto de Goethe y de Mann. Los mitos se entretejen en las disputas teol¨®gicas sobre el tiempo, entre la gnosis y la escatolog¨ªa judeocristiana y en el destino de Prometeo, eterno h¨¦roe de Europa.

Blumenberg se reconoce como un int¨¦rprete de met¨¢foras pero, adem¨¢s, ¨¦l mismo es un escritor metaf¨®rico, de modo que leerlo es una tarea que requiere esfuerzo y dedicaci¨®n. No espere el lector recompensas gratificantes en este terreno. Pasada la prueba, sin embargo, comprobar¨¢ c¨®mo, pese al marasmo contempor¨¢neo, obras como ¨¦sta demuestran que a¨²n es posible encontrar en la cultura europea nuevas tramas capaces de producir, una y otra vez, nuevas met¨¢foras.