Mohamed VI promete tratar con mano dura al fanatismo isl¨¢mico
El rey de Marruecos condena el "mal uso de la libertad de opini¨®n"
El rey de Marruecos se ha mostrado partidario de la l¨ªnea dura. El discurso de Mohamed VI del jueves por la noche marca un punto de inflexi¨®n en la reciente historia de Marruecos con el anuncio de una vuelta de tuerca que padecer¨¢n la prensa independiente, las asociaciones de defensa de derechos humanos y los islamistas, empezando por el Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD), principal fuerza de oposici¨®n parlamentaria.
Trece d¨ªas despu¨¦s de los atentados integristas de Casablanca, en los que hubo 43 muertos, el soberano alau¨ª pronunci¨® una alocuci¨®n en la que arremeti¨® contra "aquellos c¨ªrculos que hacen un mal uso de la libertad de opini¨®n atrincher¨¢ndose en una oposici¨®n sistem¨¢tica", y contra aquellos que "propagan ideas que propician un manto para sembrar debajo las espinas (...) del fanatismo". A ambos les anunci¨® "el fin de la era de la laxitud".
En t¨¦rminos parecidos se hab¨ªan expresado a lo largo de las dos ¨²ltimas semanas el primer ministro, Driss Jettu, y el titular de Justicia, el socialista Mohamed Buzubaa. Asociaciones reci¨¦n creadas para luchar contra la intolerancia o los diarios afines al r¨¦gimen fueron incluso m¨¢s virulentos en sus cr¨ªticas contra los que pervierten las nuevas libertades.
En el debate, que se inici¨® en tiempos de Hassan II, sobre la exclusi¨®n o integraci¨®n de los islamistas en la vida pol¨ªtica y social de Marruecos, los partidarios de la primera opci¨®n llevan ahora la voz cantante. M¨¢s a¨²n que en el discurso del rey, la preponderancia de sus tesis qued¨® escenificada el pasado domingo cuando, solos o con la ayuda de las fuerzas del orden, expulsaron a los islamistas que quer¨ªan unirse a la manifestaci¨®n de repulsa al terrorismo.
Se?alados con el dedo por su supuesta complicidad intelectual con los kamikazes de Casablanca, los islamistas del PJD multiplican ahora los gestos apaciguadores. No s¨®lo condenaron los atentados, sino que, la semana pasada, votaron en el Parlamento a favor de la ley antiterrorista, a la que, hasta entonces, se opon¨ªan con vehemencia. "Hemos mandado as¨ª un mensaje de buena voluntad", explic¨® Mustaf¨¢ Ramid, su l¨ªder parlamentario. El siguiente gesto podr¨ªa ser recortar el n¨²mero de sus candidaturas en las elecciones municipales de septiembre para no acaparar demasiados puestos de concejal.
Los atentados de Casablanca est¨¢n provocando una fractura en una sociedad marroqu¨ª en la que hasta hace poco se gestaban amplios consensos. Por un lado est¨¢n los partidos tradicionales, sobre todo los socialistas, las asociaciones laicas y el aparato de seguridad, y, por otro, los islamistas, el PJD y los seguidores del jeque Abdesal¨¢n Yassin, reagrupados en el movimiento Justicia y Caridad, con los que simpatiza buena parte de la poblaci¨®n.
"Marruecos me recuerda a la Argelia de los a?os 1988-1992", afirmaba en una entrevista Benjam¨ªn Stora, profesor de historia del Magreb, cuando se le preguntaba por esta polarizaci¨®n. "El debate que vive hoy Marruecos es el mismo que experiment¨® Argelia (...)" y que se sald¨® con una guerra civil larvada que cost¨® 150.000 muertos. No es probable que en Marruecos el desenlace sea el mismo, porque ni la correlaci¨®n de fuerzas ni los islamistas est¨¢n en disposici¨®n de enfrentarse con las armas al majz¨¦n [el poder].
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