25-M
Tal como les anunci¨¦, el pasado domingo, el 25-M, lo pas¨¦ sentado en una mesa electoral. De las nueve de la ma?ana hasta pr¨¢cticamente las diez de la noche (salvo una hora para ir a almorzar a casa y una media hora para fumarme un habano en el patio interior del colegio electoral). Lo peor fue el asiento: un banco de madera en el que apenas cab¨ªamos los tres miembros de la mesa. Y el fr¨ªo, y la humedad, y las corrientes de aire. Por un momento pens¨¦ que nos mandar¨ªan un grupito de escoltes con unas botellas de vino caliente, pero no nos mandaron nada, no nos obsequiaron con nada, ni siquiera con una taza de caf¨¦ m¨¢s o menos decente. Suerte que yo llevaba mi petaca, la que me regal¨® el barman del Harry's Bar de Par¨ªs -Sank Roo Doe Noo, como le dicen al taxista los norteamericanos borrachines-, llena de Jameson, y gracias al cual me libr¨¦ de pillar un resfriado.
Mi camiseta napolitana, con un san Genaro de cuya casulla asoma la cabeza de un negro -por aquello del miracolo de la licuaci¨®n de la sangre-, tuvo mucho ¨¦xito, seg¨²n me confes¨® un interventor de ICV (?o era de ERC?), el cual me obsequi¨® con un purito. Salvo la irrupci¨®n de las c¨¢maras televisivas dispuestas a filmar el momento en que el se?or Portabella, el candidato de ERC, se dispon¨ªa a emitir su voto en una mesa vecina, la jornada transcurri¨® sin el menor sobresalto. La ¨²nica sorpresa fue cuando la presidenta de mi mesa me pregunt¨®: "Qu¨¨ vol dir aix¨° d'escrutar?". "I aix¨° de l'escroto, ja saps qu¨¨ ¨¦s?". "Don? no t¨¦ res a veure", estuve a punto de decirle, pero me call¨¦ por si las moscas aznarianas acababan demostr¨¢ndome que ambas palabras guardan m¨¢s relaci¨®n de la que pensaba.
En nuestra mesa votaron 452 electores de los 615 que ten¨ªamos censados. El partido m¨¢s votado fue CiU (136 votos), seguido del PSC (90 votos) y del PP (73 votos). Tuvimos dos votos para Falange Espa?ola y uno, nulo, para AuB. Lo bueno es que yo s¨¦, jurar¨ªa que s¨¦ qui¨¦nes emitieron esos tres votos: los de Falange, un matrimonio relamido, que se expresaba en un castellano de Valladolid, y el de AuB un chicarr¨®n vasco, un pelo cachondo, que lleg¨® poco antes de finalizar la votaci¨®n. Y es que la gente cuando vota hace, aunque sea inconscientemente, teatro, y ese teatro acaba por delatarles, y m¨¢s cuando acuden a votar en familia: la abuelita, los padres y los hijos. Dir¨ªase que votan del mismo modo que rezan: "La familia que vota unida, permanece unida".
A pesar de los 136 votos conseguidos por CiU no regres¨¦ a casa convencido de que Xavier Trias ser¨ªa el nuevo alcalde. En las mesas vecinas a la m¨ªa, ERC e ICV hab¨ªan barrido en votos a CiU. Adem¨¢s, todos sab¨ªamos que Joan Clos seguir¨ªa siendo nuestro alcalde, que juntos hacemos / seguir¨ªamos haciendo de Barcelona, la millor ciutat del m¨®n. Me beb¨ª un taz¨®n de gazpacho, un vaso generoso de Connemara, me fum¨¦ una serpiente de Partagas y me fui a la cama (estaba derrotado: cansan m¨¢s 12 horas con el culo en un banco de madera que la mitad de ese tiempo empleado en intentar ganar un concurso de samba).
Amanec¨ª con la noticia de las victorias de ICV, ERC (me refiero, claro est¨¢, a la ciudad de Barcelona), del PP (no s¨®lo no es castigado, sino que gana un concejal), y de las derrotas de CiU (se queda con 9 concejales de los 14 que confiaba en sacar) y, sobre todo, del PSC (pierde cinco concejales). Aunque, como dice Josep Ramoneda, todo es relativo, lo cierto es que la casta?a que las urnas han propinado a Clos es de las que no se olvidan. El PSC es el ¨²nico partido pol¨ªtico que ha bajado en votos en todos los barrios de Barcelona.
En parte lo comprendo. Mart¨ª G¨®mez acusa a Clos de prepotencia y Ramoneda le echa en cara su labor de gestor antes que su compromiso pol¨ªtico. Recuerdo unas declaraciones de Clos poco antes de finalizar la campa?a electoral. Hablaba de Barcelona, capital de una, al parecer, futura e indiscutible autonom¨ªa gobernada por los socialistas, y dec¨ªa que el cometido de esa ciudad era el de "seguir tirant del carro" (sic). Pues bien, de seguir con discursos como ¨¦ste, el se?or Clos no s¨®lo va a perder cinco concejales m¨¢s, sino que va a acabar como Manolo Escobar, perdiendo el carro.
A m¨ª me duele, porque uno tiene amigos socialistas, gente decente, trabajando en el Ayuntamiento que preside el se?or Clos. Como es el caso de mi amiga N¨²ria Carrera, quinta teniente de alcalde, responsable del ¨¢rea de Bienestar Social, y que ahora ve amenazado su puesto por la victoria merecid¨ªsima e indiscutible de Imma Mayol, que lo reclama para s¨ª. Mira por d¨®nde, la buena de N¨²ria, que sabe mejor que nadie lo mucho que nos falta para ser no la mejor -que eso ofende: S¨®m els millors! como berreaban los augustos de Espriu- ciudad del mundo, sino una de las mejores, ahora puede ser que por la prepotencia y la falta de seriedad del alcalde Clos, que es quien la puso en las listas y quien la apoya, pierda su puesto. Cosas de la pol¨ªtica. "Le comerce des hommes", como dec¨ªa el alcalde de Burdeos, la sentencia de Montaigne que tanto le agradaba citar al presidente Tarradellas. Le comerce des hommes... et des femmes! Y, ojo, que el joven Portabella reclama para ¨¦l el ¨¢rea de Urbanismo, aunque si no se la dan, que es lo m¨¢s probable, se conformar¨ªa, dice, con la de Cultura. ?Tiembla, Mascarello!
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