Sin postre el d¨ªa de las elecciones
El d¨ªa 25 de mayo vot¨¦ en un colegio electoral ubicado en una Residencia de ancianos, dirigido por monjas, no importa de qu¨¦ orden fueran. En esas primeras horas de votaciones, el "tr¨¢fico" de ancianos ante la urna era intenso. Las monjitas iban y ven¨ªan empujando las sillas de ruedas con residentes que, en muchos casos, no parec¨ªan entender de qu¨¦ iba todo aquello.
Otros "internos", los que f¨ªsicamente pod¨ªan, aguardaban en cola su momento de votar, con los sobres en la mano. Uno de estos ancianos votantes, exactamente el que me preced¨ªa, en el momento de requerirle el presidente de la mesa los sobres, expres¨®, con una mezcla de enfado y orgullo, que ¨¦l no quer¨ªa votar las papeletas que le hab¨ªan preparado, que ¨¦l hab¨ªa sido socialista toda su vida y que a estas alturas no iba a cambiar su ideolog¨ªa... y que, adem¨¢s, igual era la ¨²ltima vez que pod¨ªa votar...
Huelga decir la expresi¨®n de enfado que apareci¨® en los rostros de las monjitas que escucharon el comentario. Afortunadamente, el presidente resolvi¨® muy democr¨¢ticamente su petici¨®n y se termin¨® el incidente. Adem¨¢s de reconocer el tremendo papel social que cumplen estas residencias de ancianos y de admirar profundamente el sacrificio personal de las religiosas que las atienden, no puedo dejar de preguntarme si en el precio que pagan los residentes est¨¢ tambi¨¦n la cesi¨®n de una parte fundamental de sus derechos civiles.
En todo caso, dado que tengo bastantes probabilidades de terminar en una residencia de este tipo, rogar¨ªa a la Consejer¨ªa de Asuntos Sociales que piense en la creaci¨®n de centros atendidos por monjas tibetanas, desvinculadas de cualquier opci¨®n pol¨ªtica.
La decidida actitud de este anciano, adem¨¢s de un grito de reivindicaci¨®n de s¨ª mismo como individuo libre, espero que no se haya convertido en la manera m¨¢s f¨¢cil de quedarse sin postre el d¨ªa de las votaciones.
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