Unas lealtades compartidas
En los cen¨¢culos pol¨ªticos, ¨¦stos son d¨ªas de conjeturas acerca de la composici¨®n del nuevo Consell de la Generalitat. Alguien debe saber por d¨®nde van los tiros, pero no suelta prenda, lo cual quiere decir que tienen muy asumido el aleccionamiento del partido gobernante: quien se va del pico est¨¢ muerto. Una consigna que el PSPV no aplic¨® con el rigor debido. En aquel entonces todos largaban hasta cuando pedorreaban. Ahora nadie suelta prenda, o se limitan a recitar, como noticia exclusiva, los titulares de la prensa. Un ejercicio de disciplina realmente ins¨®lito, tan solo atenuado por la informaci¨®n privilegiada que se le suministra a los medios "afectos", como se les describ¨ªa en la sem¨¢ntica franquista. Pero eso no es ni siquiera filtrar, sino manipular a los medios informativos obsecuentes.
Lejos de m¨ª, pues, la tentaci¨®n de sumarme a la rueda de augures que anticipan con pelos y se?ales el equipo gobernante. Me limito a dar por v¨¢lida la l¨®gica de que predominar¨¢ un criterio continuista, coherente con la buena gesti¨®n que el PP ha vendido electoralmente. Eso quiere decir que varios de los consejeros actuales revalidar¨¢n el cargo y que, tanto ¨¦stos como las incorporaciones, ser¨¢n concertadas entre quien m¨¢s manda, eufemismo de Eduardo Zaplana, y el presidente Francisco Camps. En ese entierro nadie m¨¢s lleva cirio, excepci¨®n hecha de alg¨²n motomonbo de Madrid, que para eso est¨¢. En todo caso, no habr¨¢ que esperar mucho hasta que veamos la fumatta blanca por uno de los torreones del Palau.
Lo notable, a partir de ese momento, a mi juicio, es la cualidad de la obediencia o lealtad que los consejeros designados han de rendirle al molt honorable. No cuestionamos, faltar¨ªa m¨¢s, la honradez de los favorecidos, ni su inobjetable entrega a la causa y proyecto del presidente elegido. Pero la misma devoci¨®n y tacto habr¨¢n de otorgarle a quien todo lo ve y vigila, como es y seguir¨¢ siendo el omnipresente Zaplana. Una variante esquizofr¨¦nica que puede propiciar no pocas contradicciones y habilitar d¨ªas de gloria a los periodistas que auscultan los latidos del poder establecido. Y m¨¢s les vale, a los consejeros, que tengan ambos ojos en sendos objetivos porque van a estar observados por el Gran Hermano.
Los prebostes populares con quienes hemos comentado esta emergencia creen que es real, pero provisoria, y que se resolver¨¢ una vez se decidan las elecciones legislativas y el Gran Tutelador, el ministro de Trabajo, se afloje su marcaje y presciencia en el Pa¨ªs Valenciano, requerido por m¨¢s altas y ambiciosas funciones. Ese hipot¨¦tico trance equivaldr¨¢ a la mayor¨ªa de edad del molt honorable y la condensaci¨®n de todas las lealtades en su persona. Eso s¨ª, despu¨¦s de haber podado los zaplanistas de pi?¨®n fijo que agotan el m¨®vil o telefonillo poni¨¦ndole, hora a hora, al corriente de la menor novedad local y partidaria. Son los ojos y o¨ªdos del jefe.
No es ni ha sido este proceso electoral una oportunidad para que el nuevo presidente proyecte su personalidad. Habr¨¢ de insistir en su reconocida prudencia. Tal cual los consejeros que sean designados. Todos han de compartir su lealtad en tales t¨¦rminos que nunca esta autonom¨ªa nos ha parecido m¨¢s esperp¨¦ntica u objeto del mando a distancia. Es provisional, nos dicen. Es humillante, colegimos, aunque a pocos importe y no se traduzca en votos. Jo, con el vendaval Zaplana.
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