"Kafka era un neur¨®tico, pero ten¨ªa una estrategia"
El escritor alem¨¢n Reiner Stach cuenta que se enamor¨® de "la intensidad, la perfecci¨®n y la autenticidad" de los textos de Franz Kafka cuando ten¨ªa 25 a?os. Hoy tiene casi el doble, ha escrito y le¨ªdo millones de palabras sobre ¨¦l y no ha perdido una pizca de esa fascinaci¨®n. M¨¢s a¨²n: Stach es el bi¨®grafo de Kafka, y pasar¨¢ a la historia por eso. De momento, ha venido a Madrid para presentar (hoy firma, de 19.00 a 21.00, en la caseta 189) el primero de los tres vol¨²menes de esa biograf¨ªa monumental, que cubre desde 1910 a 1915, la etapa m¨¢s creativa del autor de El proceso. Se titula Los a?os de las decisiones (Siglo XXI Espa?a), lo ha traducido Carlos Fortea y es un aut¨¦ntico lujo: la pluma de Stach no es, como suele pasar, s¨®lo una p¨¢lida sombra de la del autor al que analiza, y su narraci¨®n novel¨ªstica combina inteligencia, emoci¨®n, sabidur¨ªa y sabor. Su idea es que Kafka fue tan grande y tan fuerte que anticip¨® los males ps¨ªquicos del hombre moderno: "Sufri¨® neurosis y depresiones, y a la vez se recet¨® y se cur¨® escribiendo. Eso le calmaba y le hac¨ªa feliz, pero lo cierto es que la desproporci¨®n entre esfuerzo y resultado fue casi estrafalaria: vivi¨® 40 a?os y 11 meses y s¨®lo acab¨® 350 p¨¢ginas; el resto, 3.400, qued¨® sin terminar".
"?Fragilidad? Fue una fuerza de la naturaleza dedicada a sacar visiones geniales"
"Lo kafkiano estaba en sus textos, no en su vida. Pero bajo su m¨¢scara dulce era impenetrable"
Pregunta. Dice en la presentaci¨®n que el bi¨®grafo de Kafka corre el riesgo de parecer banal porque su escritura surg¨ªa de un abismo interior. Y a?ade que es conveniente tener empat¨ªa y ser neur¨®tico, jud¨ªo, inteligente y fr¨ªo. ?No son demasiadas condiciones?
Respuesta. S¨ª, parece que la ¨²nica forma de poder escribir su biograf¨ªa es ser ¨¦l, ?verdad?
P. Pero aqu¨ª est¨¢: 700 p¨¢ginas. ?Cree que ¨¦l estar¨ªa contento?
R. Bueno, habr¨ªa sabido algunas cosas de la familia de su prometida Felice Bauer que le habr¨ªan ayudado a tener menos culpa por no haberse casado. No s¨¦ si le habr¨ªa gustado
todo, pero s¨¦ que una cosa s¨ª: ¨¦l no daba gran valor a la psicolog¨ªa, cre¨ªa que llamar neur¨®tico o paranoico a alguien era s¨®lo una etiqueta, y dec¨ªa que el psicoan¨¢lisis era s¨®lo la imagen especular del manuscrito de las personas: ense?a las palabras, pero no explica el texto porque est¨¢ al rev¨¦s. Quiz¨¢ le hubiera gustado eso, que el libro trata la doble complejidad de su mundo, sus dos grandes presiones: la interior y la exterior.
P. Su doble pesadilla.
R. Lo kafkiano est¨¢ en sus textos, no en su vida.
Y la biograf¨ªa tiene ese filtro inevitable, esa carencia: cuando uno es feliz no necesita escribir, y Kafka s¨®lo escrib¨ªa en su diario si estaba deprimido. Pero tambi¨¦n tuvo momentos felices, sabemos que en su vida normal no daba la impresi¨®n de estar atormentado. Era amable y sociable, aunque no, desde luego, transparente. Llevaba una m¨¢scara dulce, pero era impenetrable. Conscientemente, no dejaba que nadie viera su lado oscuro, ni sus amigos: su depresi¨®n era suya, y s¨®lo la comparti¨® con Felice Bauer, porque pensaba que si iba a vivir con ella, era justo que lo supiera.
P. La escritura y la vida.
R. Sin duda, sus fantas¨ªas m¨¢s negativas y violentas est¨¢n en sus textos y sus diarios. A veces ten¨ªa miedo de volverse loco, y no es raro. No es f¨¢cil aguantar esa intensidad y esa complejidad durante 24 horas. Deb¨ªa ser insoportable.
P. Quiz¨¢ por eso nunca escribi¨® nada muy largo...
R. Nadie puede escribir 400 p¨¢ginas seguidas tan perfectas, intensas y aut¨¦nticas como sus cosas cortas. Y menos que nadie, ¨¦l. Primero porque era un perfeccionista compulsivo que pod¨ªa discutir horas sobre una coma. Y segundo, porque su arte consist¨ªa en dar forma a visiones y temores del inconsciente, a cosas incontrolables, y en eso se parece a los surrealistas. Pero a veces ten¨ªa sue?os tan terribles que no pod¨ªa ni llevarlos al papel, como el de la m¨¢quina que le cortaba en rodajas como a una salchicha. Lo terrible es que la realidad de la guerra ha superado despu¨¦s todas esas fantas¨ªas.
P. As¨ª que no era s¨®lo un hombre y su tiempo, sino el hombre y su futuro.
R. Claro, el problema es distinguir en su obra lo subjetivo de lo objetivo: ?Qu¨¦ son las infinitas instancias de El proceso? ?Sus demonios personales? ?O sus demonios pol¨ªticos, un ataque a la burocracia? No busquemos culpas individuales, sino compartidas: su padre es autoritario, pero ¨¦l es hipersensible. Su padre est¨¢ sentado delante de ¨¦l y al mismo tiempo en su cogote. ?se es su habitual doble sentido: no sabemos si lo que ocurre ocurre dentro o fuera. La puerta de su dormitorio da al juzgado.
P. La esquizofrenia moderna: miedo dentro y miedo fuera.
R. M¨¢s que prever el dolor que supondr¨¢ la m¨¢quina, lo siente; y as¨ª anticipa lo que ser¨¢ la automoci¨®n, el ritmo y la violencia de la sociedad industrializada... Por una parte lo inventa, y por otra lo vive: recordemos que trabajaba en seguros por accidentes de trabajo. Bauer vend¨ªa dict¨¢fonos, y ¨¦l protestaba dici¨¦ndole que las secretarias no dejar¨ªan jam¨¢s de trabajar, que sus jefes podr¨ªan dictar las 24 horas, mandarles trabajo a casa...
P. Usted dice que Kafka fue a la vez genio y fracaso porque no acab¨® una sola novela larga. Pero, visto as¨ª, su obra parece tambi¨¦n una met¨¢fora, un aviso: no tenemos tiempo...
R. El proceso es un fragmento en el que cabe un cosmos. Y es evidente que su influencia no es igual que la del Ulises de Joyce, la de la obra acabada: lo importante en ¨¦l es la atm¨®sfera, las im¨¢genes, las ruinas. Y lo que m¨¢s se parece a eso es el sue?o: sin recordarlo del todo, produce una impresi¨®n terrible, asusta. Por eso sus obras largas estaban destinadas a morir. Y lo bonito es que s¨®lo la literatura aguanta eso. Si habl¨¢ramos de un pintor de seis cuadros sin acabar nos reir¨ªamos de ¨¦l.
P. ?As¨ª que debemos estar agradecidos a Max Brod por no haber destruido todo lo que no acab¨®?
R. Brod era menos perfeccionista que Kafka. Le dec¨ªa: "Si no acabas El proceso lo acabo yo". Afortunadamente, no le obedeci¨®; es verdad que le mand¨® destruir todo, pero tambi¨¦n es cierto que corrigi¨® cosas hasta el ¨²ltimo d¨ªa, y que quem¨® ¨¦l mismo muchas cosas que no ten¨ªa esperanza de acabar. Hab¨ªa cierto grado de juego en su petici¨®n: conserv¨® todo lo que pensaba que podr¨ªa terminar antes de morir. Es tr¨¢gico el poder que ten¨ªa en ¨¦l el perfeccionismo.
P. Kafka parece el cl¨ªmax de la contradicci¨®n.
Vegetariano, poco activo sexualmente, solter¨®n, neur¨®tico, y a la vez tan fuerte como para pasar a la historia...
R. ?sa es la clave del libro. Lleg¨® a la estabilidad a trav¨¦s de la reducci¨®n: com¨ªa poco y sano, no fumaba, no tomaba caf¨¦, hac¨ªa deporte, beb¨ªa mucha agua, era un asceta. Ten¨ªa una estrategia y mucha fortaleza: sufr¨ªa una angustia impresionante, pero era capaz de manejarla solo. ?Hoy vamos todos al psiquiatra! A pesar de la neurosis y las circunstancias cre¨® una obra genial. No veo ninguna fragilidad en eso. Fue una fuerza de la naturaleza dedicada a sacar im¨¢genes geniales de su interior. Y si no se cas¨® ni tuvo hijos fue porque eso iba contra su idea de simplicidad. Durante su vida, cont¨® casi cien veces la an¨¦cdota de Flaubert: siempre dec¨ªa "yo soy literatura", pero un d¨ªa visit¨® a una mujer que ten¨ªa cinco hijos y se ech¨® a llorar. ?se fue su problema.
P. Empez¨® la biograf¨ªa por 1910 porque lo crucial del periodo previo est¨¢ en el legado de Brod. ?Finalmente le dejan verlo?
R. Ahora voy a Tel-Aviv a ver a su familia. Su heredera tiene 97 a?os y dos hijas. Ser¨ªa bueno que alguien de confianza pudiera verlo antes de que muera la madre, porque si no el legado se dividir¨¢. Pero hay cartas de amor y cosas as¨ª que no quieren dejar ver. Y me temo que yo no soy esa persona.
Babelia
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