D¨ªas aciagos de revulsivos y malestares
Maruja Torres, opinando en el Diario del barcelon¨¦s acerca de las elecciones del pasado 25 de mayo, confiesa estar "un poco revulsiva", aunque no explica en qu¨¦ modo. Esta palabra posee en Medicina dos acepciones. La primera refi¨¦rese a una -provocada- inflamaci¨®n superficial y benigna que trata de paliar otra m¨¢s grave y profunda. En cuanto a la segunda, el t¨¦rmino se aplica a purgantes y vomitivos. Que Maruja se sienta as¨ª parece deberse a muchos motivos. Uno es que la gente "haya votado a la Botella"; otro, "que los socialistas no se enteran"; y otro m¨¢s, que este a?o no va a poder ir de vacaciones a Beirut y Damasco porque sus "amigos de all¨ª est¨¢n recelosos" con ella a causa de todo este l¨ªo de la -mal llamada- guerra de Irak. Como consecuencia de estos desasosiegos, Maruja desea fervientemente hacerse de la Asociaci¨®n Nacional del Rifle, "ahora que ha dimitido Charlton Heston". Ha de suponerse, por tanto, que lo que quiere ser, en realidad, es presidenta de la misma.
Y, por esas casualidades que tiene la vida, el mismo d¨ªa que se publican sus declaraciones, EL PA?S publica Don de gentes, un art¨ªculo de la propia Maruja que, en l¨ªneas generales, es algo m¨¢s tranquilizador. Recobrando la cordura, en vez de dedicarse al rifle, se ha pasado por la Asociaci¨®n de Trasplantados; y parece ser, seg¨²n confiesa, que recibi¨® "un valioso trasplante de optimismo". Si en la entrevista recuerda sus tiempos de corresponsal de guerra, aqu¨ª, en su columna, recuerda la emoci¨®n de la tremenda esperanza, cuando trabajaba en la revista Garbo, ante el primer trasplante de coraz¨®n en humanos llevado a cabo por Christian Barnard en 1967. Al final del art¨ªculo hace saber a todos -enemigos incluidos- su deseo de que, cuando parta en la nave que nunca ha de tornar, a decir de Machado, su cuerpo sea entregado a la ciencia, pues, llegado el caso de que sus ¨®rganos no resulten aprovechables, "siempre quedar¨¢ algo ¨²til para la investigaci¨®n".
Ojal¨¢ este deseo suyo tarde mucho en cumplirse. No obstante, si ha lugar, y aunque la ciencia avance hasta casi el l¨ªmite, dif¨ªcil parece poder llegar a averiguar qu¨¦ extra?as mixturas qu¨ªmicas provocan en ella tan recalcitrantes inquinas a "la Botella", a los socialistas, a los comunistas, a la econom¨ªa, a los curas, a los millones de "hijos de puta que callaban sabiendo que iban a votar a Aznar" e incluso casi a los periodistas. Por otro lado, si a todos ¨¦stos a?adimos los que con ella sean tisularmente incompatibles, lo del trasplante se lo ha puesto pr¨¢cticamente inviable a mucha gente.
Para m¨¢s inri, tampoco mi querido Haro Tecglen, con su Estado de malestar, est¨¢ excesivamente optimista que digamos. O sea, on-line. Aunque se equivoca en una cosa. Freud, efectivamente, no consigui¨® hacernos creer que ¨¦ramos felices. Fue peor a¨²n, haci¨¦ndonos m¨¢s desgraciados si cabe al echarle la culpa al sexo. Cosa que, por otro lado, ya sab¨ªamos. Quiz¨¢ por todo ello dec¨ªa Alberto Moravia que "la felicidad es tanto mayor cuanto menos la advertimos". Claro que... tambi¨¦n dijo Pascal que, "estando siempre dispuestos a ser felices, es inevitable no serlo alguna vez".
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