Cuatro verdades para la Convenci¨®n
Desde hace 15 meses, la Convenci¨®n sobre el Futuro de Europa prepara, seria y p¨²blicamente, el proyecto de Tratado llamado a ser la Constituci¨®n de la Uni¨®n Europea. Cuando faltan pocos d¨ªas para el Consejo Europeo de Sal¨®nica, al que se presentar¨¢ ese texto fundamental, la Convenci¨®n debe hallar una respuesta de car¨¢cter constitucional a las grandes dificultades de funcionamiento a que deber¨¢ hacer frente la Uni¨®n Europea ampliada. Es una tarea dif¨ªcil, pues son aspectos sobre los cuales los Estados miembros de la Uni¨®n Europea discrepan desde hace tiempo.
Estamos convencidos, sin embargo, de que la Convenci¨®n puede y debe ser un ¨¦xito si todos aceptamos de verdad superar los "patriotismos institucionales" y los reflejos nacionales en aras del inter¨¦s com¨²n. ?stas son las cuatro v¨ªas que proponemos a los hombres y mujeres de la Convenci¨®n que ponen toda su buena voluntad para dar a Europa y a los europeos la Constituci¨®n a la que tienen derecho.
1. Simplemente, lograr que Europa funcione. Se siguen subestimando las enormes dificultades de funcionamiento que tendr¨¢ la "gran Europa" con 25 ¨® 30 Estados miembros. Con 30 Estados miembros, ser¨¢n pocos los temas que recaben unanimidad: suprimamos pues, o, por lo menos, reduzcamos significativamente los ¨¢mbitos en los que pueda ejercerse el derecho de veto. Con 30 Estados miembros, no todos podr¨¢n o querr¨¢n hacer las mismas cosas al mismo ritmo: facilitemos, pues, las cooperaciones reforzadas para afrontar las nuevas etapas de la construcci¨®n europea y pongamos en marcha cooperaciones espec¨ªficas en un ¨¢mbito tan sensible y estrat¨¦gico como el de la defensa. Con 30 Estados miembros, ser¨¢ vital disponer de un lugar de coherencia en el que se imagine y defienda el inter¨¦s com¨²n: preservemos, pues, la Comisi¨®n Europea.
Sobre este ¨²ltimo punto, queremos apuntar lo siguiente, bas¨¢ndonos en nuestra experiencia como comisarios: lo que da fuerza e independencia a las propuestas de la Comisi¨®n es que son el producto de una alquimia colegial. Todas las decisiones son decisiones de todos los comisarios y, al mismo tiempo, de cada uno de ellos. ?Ser¨ªa esto mismo posible en una asamblea de 30 comisarios? Lo dudamos.
Caben, pues, dos opciones: o bien una Comisi¨®n grande y estructurada, en la que est¨¦n representadas todas las nacionalidades, y cuyo presidente tenga mayores poderes, o bien un Colegio m¨¢s restringido, de una quincena de comisarios nombrados seg¨²n un sistema de rotaci¨®n igualitaria entre todos los pa¨ªses.
2. Reforzar todas las instituciones. Habida cuenta de la naturaleza absolutamente original de la Uni¨®n Europea -Uni¨®n de pueblos y Estados, cuya raz¨®n de ser no se confunde con los intereses nacionales-, la Constituci¨®n no debe privilegiar ninguna de las tres instituciones centrales de la Uni¨®n: ni al Parlamento Europeo, ni al Consejo, ni a la Comisi¨®n.
Deben clarificarse los cometidos de cada instituci¨®n y reforzarse sus atribuciones. Es el caso del Parlamento Europeo, con la generalizaci¨®n de la codecisi¨®n legislativa y presupuestaria, y tambi¨¦n lo es el del Consejo Europeo, compuesto muy pronto por 25 jefes de Estado y de Gobierno, en el que la idea de nombrar un presidente que dirija sus trabajos podr¨ªa resultar ¨²til, siempre y cuando se evite crear en Europa una rivalidad de poderes, competencias y burocracias y siempre y cuando ello no represente un obst¨¢culo para una rotaci¨®n inteligente de las presidencias de los Consejos de Ministros, que permita responsabilizar y motivar por turno a cada uno de los pa¨ªses de la Uni¨®n.
Por otra parte, dado que la Uni¨®n representa una federaci¨®n de Estados-naciones, consideramos positivas las propuestas presentadas en la Convenci¨®n para dar mayor participaci¨®n a los Parlamentos nacionales en el debate europeo y en el control de la subsidiariedad.
3. Crear sinergias y confianza entre las instituciones. Para que la cooperaci¨®n entre las instituciones funcione mejor, ¨¦sta debe poder basarse en una programaci¨®n interinstitucional coherente, a partir del programa de trabajo de la Comisi¨®n. Con todo, al margen de los procedimientos, debemos innovar. Existe ya consenso acerca de la necesidad de dotar a la Uni¨®n de un ministro de Asuntos Exteriores, que sea vicepresidente de la Comisi¨®n y cuente con un estatuto especial. Este ministro har¨¢ que se vaya creando progresivamente lo que nos falt¨® en Bosnia y lo que nos ha faltado recientemente en Irak: una cultura diplom¨¢tica com¨²n.
Siguiendo esa misma l¨®gica de crear sinergias, deber¨ªamos conferir, en su momento, la presidencia del Consejo de Ministros de Econom¨ªa y Hacienda (Ecofin) y del Eurogrupo a un ministro europeo de Asuntos Econ¨®micos, que tambi¨¦n deber¨ªa ser vicepresidente de la Comisi¨®n y contar con un estatuto especial. Decimos "en su momento", porque esta idea estar¨¢ plenamente justificada y legitimada el d¨ªa en que participen en el euro la gran mayor¨ªa de las econom¨ªas europeas y, particularmente, la econom¨ªa brit¨¢nica.
4. El factor "tiempo". De manera general, el calendario para la entrada en vigor de algunas de las reformas, podr¨ªa ser en los pr¨®ximos d¨ªas la clave para que la Convenci¨®n sea un ¨¦xito. Tal vez sea demasiado dif¨ªcil acometer algunas reformas desde ahora mismo. Dejemos, pues, las puertas abiertas y hagamos una Constituci¨®n con una cl¨¢usula evolutiva para algunos aspectos como la extensi¨®n del ¨¢mbito de la mayor¨ªa cualificada, la creaci¨®n del puesto de ministro de Asuntos Econ¨®micos o la nueva composici¨®n de la Comisi¨®n, que s¨®lo ser¨ªan de aplicaci¨®n a partir del 2009.
No se trata de fijar una en¨¦sima cita para la reforma de las instituciones europeas, sino de llegar a un compromiso firme sobre el fondo de la reforma y de fijar un horizonte temporal para su entrada en vigor. Desear¨ªamos que estas reformas se hicieran enseguida, pero comprendemos que no son aceptables inmediatamente para todos. Como son imprescindibles, necesitamos esa cl¨¢usula de evoluci¨®n constitucional, que implica que digamos ahora, con precisi¨®n, qu¨¦ es lo que vamos a hacer m¨¢s tarde.
Al final de este largo camino, el "factor tiempo" podr¨ªa permitir concretar la idea m¨¢s audaz, m¨¢s justa y, sin embargo, m¨¢s dif¨ªcil: la de un presidente ¨²nico de la Uni¨®n, idea que proporcionar¨ªa a todas estas reformas, aunque ¨²tiles todav¨ªa parciales, una perspectiva clara de futuro.
Michel Barnier y Ant¨®nio Vitorino son miembros de la Comisi¨®n Europea y del Presidium de la Convenci¨®n sobre el Futuro de Europa.
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