Ferrero ya es un grande
El tenista valenciano supera al holand¨¦s Verkerk y se convierte en el s¨¦ptimo espa?ol campe¨®n del torneo de Roland Garros
Era su gran sue?o y lo confes¨® al consumar su victoria. Lo hab¨ªa escondido con la intenci¨®n de quitarse presi¨®n. Sin embargo, cuando se dej¨® caer de rodillas y abandon¨® su raqueta en la tierra, estaba claro que el d¨ªa de ayer ser¨¢ uno de los m¨¢s importantes de su vida. Juan Carlos Ferrero gan¨® al holand¨¦s Martin Verkerk por 6-1, 6-3 y 6-2 en 129 minutos y se convirti¨® en el s¨¦ptimo tenista espa?ol que conquista Roland Garros. Su nombre se ha unido a los de Manuel Santana, Andr¨¦s Gimeno, Arantxa S¨¢nchez Vicario, Sergi Bruguera, Carlos Moy¨¤ y Albert Costa. Ha entrado en la historia del Grand Slam.
"Gracias a todos", dijo por los altavoces de la pista despu¨¦s de que el campe¨®n de 1983, el franc¨¦s Yannick Noah, le entregara la Copa de los Mosqueteros; "he jugado dos semanas incre¨ªbles y he llegado a este d¨ªa, uno de los m¨¢s especiales. ?ste es el torneo que siempre quise ganar y ahora lo tengo en el bolsillo. Se lo dedico a los que me apoyan... Desde arriba, tambi¨¦n, que s¨¦ que est¨¢ ah¨ª". Fue un momento sublime. Fue su forma de lanzar el beso hacia el cielo que siempre dedica a su madre, Rosario, fallecida de c¨¢ncer cuando ¨¦l ten¨ªa 16 a?os, en los momentos m¨¢s importantes de su carrera.
Antes, de un salto, se hab¨ªa encaramado al palco de los jugadores, en el que estaban su padre, Eduardo; sus hermanas, Ana y Laura; su entrenador, Antonio Mart¨ªnez Cascales; su representante, David Serrahima, y su preparador f¨ªsico, Miguel Maeso. Les abraz¨®. Luego, subi¨® a¨²n otros pelda?os para besar a Patricia Bonilla, su compa?era, y a varios amigos desplazados desde la escuela de Villena. Fue su gran d¨ªa, el d¨ªa en el que dio su gran brinco cualitativo.
Lo vivi¨® con intensidad desde la ma?ana. Pero no hizo nada especial antes de entrar en la pista central para disputar el partido que le llevar¨ªa a la gloria. Se sent¨® ante el televisor para ver el Gran Premio de Italia de motociclismo, en Mugello. Y dej¨® escapar una sonrisa cuando su amigo Sete Gibernau mostr¨® un cartel que dec¨ªa: "?nimo, Ferrero". Necesitaba evitar cualquier agobio para jugar tranquilo y desplegar todo su potencial. Eso deb¨ªa de bastarle. Y fue suficiente. Comenz¨® ante Verkerk con solvencia, mostr¨¢ndose m¨¢s s¨®lido que nunca, m¨¢s seguro de s¨ª mismo que en los dem¨¢s encuentros, convencido de su victoria.
En el primer juego rompi¨® el saque al holand¨¦s, que hab¨ªa sumado 112 aces, puntos directos, para llegar a la final. El peso de su primera gran final, de dos semanas de constantes sorpresas, tuvo repercusi¨®n en su adversario. No era normal que cometiera dos dobles faltas de entrada ni que tuviera problemas para mantener el saque durante casi todo el duelo. "No ha funcionado. S¨®lo un 40% [de efectividad] no es suficiente para m¨ª. Lo ¨²nico bueno que hice fue luchar. Pero Ferrero jug¨® a un nivel muy alto y no pude sacarme la presi¨®n que me puso", coment¨®.
El momento clave lleg¨® en la segunda manga, cuando Verkerk rompi¨® el servicio de Ferrero y se coloc¨® con una bola para el 3-1. All¨ª fue donde el valenciano demostr¨® que no iba a permitir que se le escapara el t¨ªtulo. Ni se inmut¨®. Jug¨® tranquilo y salv¨® la situaci¨®n. Verkerk le ayud¨® con otra doble falta. Despu¨¦s, Ferrero a¨²n salv¨® un punto de rotura que habr¨ªa permitido a su rival entrar de nuevo en la pugna. Fue la ¨²ltima puerta que hubo de cerrarle.
Lo dem¨¢s fue transcurriendo sin que Verkerk pudiera variar su destino. Era evidente que, fuera de sus esquemas -saque y golpes ganadores-, sus posibilidades eran nulas. Y ¨¦se fue el mayor acierto de Ferrero: le sac¨® de su terreno y se apoy¨® en la solidez de su propio saque para arriesgarse en los restos y ponerle en apuros. El holand¨¦s se fue derritiendo y acab¨® sin capacidad alguna para reaccionar.
Ferrero enterr¨® sus complejos. El t¨ªtulo de Par¨ªs le sirve para olvidar sus fracasos, cuando perdi¨® dos veces en las semifinales ante el brasile?o Gustavo Kuerten y en la final, en 2002, frente a Albert Costa. Y tambi¨¦n para deshacerse de la final que perdi¨® ese a?o en el Masters, cuando dominaba al australiano Lleyton Hewitt por 3-1 en el quinto set. Vuelve a ser el de las grandes ocasiones, el campe¨®n que dio a Espa?a los puntos cruciales ante Hewitt y Patrick Rafter para ganar en 2000 la Copa Davis.
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