Atracci¨®n y peligro
El Artium vitoriano presenta una revisi¨®n de la obra de Javier P¨¦rez (Bilbao, 1968) formada por un amplio racimo de esculturas, diversas videoinstalaciones, m¨¢s una veintena de dibujos y acuarelas, realizado todo ello entre los a?os 1998 y 2002.
La primera sensaci¨®n del conjunto es inequ¨ªvocamente de signo refinad¨ªsimo. Cada pieza est¨¢ trabajada con acuciosa pulcritud y exquisita mano artesanal. Hay un esteticista hilo imaginario que sigue a la aguja, no menos imaginaria, sin cortes ni brusquedades ni interferencias. En cada obra se va alzando sobre todo lo dem¨¢s la hegemon¨ªa del esteticismo. Mas tan acusado es el refinamiento est¨¦tico como para que quede casi anulada la idea que da origen a la propuesta.
El denominador com¨²n del esteticismo se hace patente en cada obra. Y es as¨ª justamente porque cada una de las propuestas busca ser ¨²nica en s¨ª misma. Cada obra sola guarda una especie de narcisismo esteticista que no quiere competir con otras obras de signo parecido. Al espectador le faltan las referencias necesarias -o, en su defecto, siquiera un peque?o atisbo d¨®nde acogerse- para poder comparar y juzgar. Se ve compelido a ver sin saber demasiado bien cu¨¢l es la m¨¦dula esencial de lo que ve. En su lugar tiene que atenerse a las oleadas sobreabundantes de esteticismo. Al final, ese espectador, a falta de obtener una respuesta profunda que proceda de esa inapareciente m¨¦dula esencial, acaba por rendirse aceptando el valor del esteticismo como algo ¨²nico y, al tiempo, sumamente logrado.
En este punto debemos pararnos e indagar sobre la preponderancia abusiva del esteticismo. Lo primero a advertir es que se trata de un recurso f¨¢cil para atrapar al espectador. Como aparece muy visible se comprende pronto, en especial porque empieza y acaba en el objeto mostrado. Es verdad que al estar lejos de la creaci¨®n profunda el esteticismo quiere erigirse en asunto mayor, cuando en realidad no pasa de ser cosa menor. Concluyentemente, el esteticismo por el esteticismo se convierte en la coartada de quienes buscan el ¨¦xito presto y f¨¢cil.
Con la irrupci¨®n de las instalaciones el mundo del arte se ha vuelto enriquecedoramente m¨¢s amplio, con una infinita gama de posibilidades jam¨¢s imaginadas hasta hoy. Ahora bien, esa gama infinita lleva consigo el peligro de conducir al arte, en cada nueva posibilidad imaginable, bajo la ¨¦gida del esteticismo. Ser¨ªa conveniente aprender a no elevar con demasiada prisa a quienes se muestran ah¨ªtos de est¨¦tica, porque es posible que se vengan abajo no tardando mucho. El esteticismo puro, duro y fr¨ªo es una boca abierta que no conseguir¨¢ nunca saber si en alg¨²n momento tendr¨¢ sed. Y al ¨¦xito cabe cifrarlo como la desverg¨¹enza de un tiempo por fortuna ef¨ªmero y pasajero.
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