Roc¨ªo: ?Diana o Afrodita?
Es verdaderamente pavoroso, para una mente ilustrada, enfrentarse a un fen¨®meno como el Roc¨ªo, s¨ªntesis de innumerables ritos antiguos y modernos, paganos, profanos y cristianos; de origen asi¨¢tico, grecorromano, centroeuropeo...Pues todo ello es posible rastrearlo en signos, m¨¢s o menos rec¨®nditos, de esa fiesta de la primavera y de la fertilidad por antonomasia que es cuanto all¨ª sucede, en Almonte.
Desde que el padre Feijoo, en pleno siglo XVIII, lanz¨® su invectiva contra esas algazaras de romer¨ªas y peregrinaciones que, bajo pretexto cat¨®lico, se entregaban al culto del vino y del amor, es mucho lo que han rodado esos festejos, y no precisamente a menguante. Si el docto fraile levantara la cabeza y viera en qu¨¦ han devenido algunos, de seguro volver¨ªa a morirse de manera repentina. Poco despu¨¦s, y con m¨¢s conocimiento de causa, Blanco White bautizaba con el nombre de "Gran Diana" al "innumerable ej¨¦rcito de im¨¢genes de la Virgen que hay en nuestra regi¨®n". Sin duda pretend¨ªa resumir en semejante expresi¨®n un c¨²mulo de ideas inc¨®modas, compartidas en el fondo por muchos cristianos ilustrados, pero de inconveniente formulaci¨®n en voz alta, entonces como hoy.
En ese concentrado sincr¨¦tico, no s¨®lo tiene cabida la evocaci¨®n de Diana, diosa cazadora de los antiguos, sino tambi¨¦n la de Astart¨¦ asi¨¢tica (luego Afrodita), as¨ª como la de la Reina de Mayo de los pueblos centroeuropeos. Advocaciones bastante contradictorias entre s¨ª. De la primera es evidente todav¨ªa la imagen de la Luna, sobre la que se apoya la Virgen; de la segunda, la forma c¨®nica de toda su figura, pues un cono fue el emblema de su antecesora en numerosos lugares de Siria, Asia Menor y el Mediterr¨¢neo, adem¨¢s de la paloma; de la tercera, el desarrollo central de la fiesta, cuando una muchacha, llamada Reina de Mayo -entre otras denominaciones-, era paseada en procesi¨®n por los muchachos del lugar, al amanecer, y as¨ª rend¨ªa visita, una por una, a las casas de las doncellas que formaban su corte. Otros vestigios: el llamado Roc¨ªo Chico es tambi¨¦n reminiscencia de otra fiesta de Diana que se celebraba a mediados de agosto (bastante bien documentada, por ejemplo, en Nemi, Italia), con antorchas alumbrando a la diosa en el camino que la llevaba a bendecir a las mujeres y hombres que ese a?o hab¨ªan tenido descendencia. Por el lado de la fertilidad, la huella de Astart¨¦ es m¨¢s escabrosa, pues estaba ligada a ritos sagrados de fecundidad (y, por ende, a pr¨¢cticas licenciosas, que los detractores del Roc¨ªo creen ver todav¨ªa en ciertas costumbres), a los que puso fin Constantino en el templo de la Heli¨®polis de Siria, donde mand¨® levantar otro cristiano. Algo que bien pudo repetirse cuando Alfonso X el Sabio erigi¨® un templo a la Virgen de la Rocina (verdadero origen de El Roc¨ªo), en las profundidades de Do?ana, sin duda la clave geogr¨¢fica de esta mixtura: lugar selv¨¢tico en las lindes de la sociedad agraria, al que poder retornar, a?o tras a?o y siglo tras siglo, para poner en pr¨¢ctica tambi¨¦n una ef¨ªmera y tumultuosa nostalgia de la comunidad de cazadores y pastores libres, justamente en medio del triunfo de la agricultura cerealista, hasta hoy.
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