Promesas y realidades
La Hoja de Ruta, el gui¨®n que supuestamente acerca a israel¨ªes y palestinos al sue?o de dos Estados conviviendo en paz en 2005, requiere no s¨®lo palabras elevadas, como las escuchadas hace unos d¨ªas en la cumbre tripartita de ?qaba, sino acciones constructivas. En este sentido, el intento israel¨ª de asesinar ayer con sus helic¨®pteros al portavoz de Ham¨¢s es objetivamente un sabotaje del nonato proceso o, en el mejor de los casos, la confirmaci¨®n de que el primer ministro Ariel Sharon, pese a sus promesas, persigue su propia agenda. La Casa Blanca ha manifestado su temor de que el atentado, con su secuela de represalias por ambos lados, siegue la hierba bajo los pies del precario jefe del Gobierno palestino, Abu Mazen, confrontada con la evidencia de que la salida de Bush de la regi¨®n ha devuelto inmediatamente la situaci¨®n a su sordidez habitual.
Ham¨¢s es uno de los grupos radicales isl¨¢micos que rechazan el plan de paz al que se acaban de comprometer Israel y Palestina con el patrocinio de George Bush. De momento, la Hoja de Ruta es s¨®lo un intento para establecer un di¨¢logo incipiente entre enemigos que llevan casi tres a?os
enfangados en sangre, desde que comenzara la segunda Intifada. Los israesl¨ªes, con p¨¢nico a los atentados suicidas; los palestinos, esperando la pr¨®xima venganza del todopoderoso vecino. Pese a que la buena fe y la verdad han perecido en esta espiral de degradaci¨®n, Abu Mazen, pol¨ªticamente d¨¦bil, sin base propia y con sus instituciones desmanteladas, cree todav¨ªa -lo reafirm¨® ayer- que puede llegar a un acuerdo con los grupos armados que sabotean el proyecto de paz.
Las discrepancias entre palestinos han de ser resueltas por los palestinos. La brutal intromisi¨®n israel¨ª puesta de manifiesto por el ataque en Gaza contra Abdelaziz al Rantisi s¨®lo puede ser vista por los palestinos, incluso entre los moderados, como la confirmaci¨®n de que Sharon no est¨¢ dispuesto a respetar ning¨²n acuerdo que entre en conflicto con sus designios. Abu Mazen, en este contexto, corre el riesgo de ser considerado por los suyos como un t¨ªtere de EE UU, lo que acabar¨ªa de liquidar pol¨ªticamente a un dirigente sin estrenar, que ha sido nombrado pero no apoyado por Arafat y que disgusta no s¨®lo a los profesionales de la dinamita, sino a unos cuantos gobiernos ¨¢rabes, que ven m¨¢s rentable pol¨ªticamente seguir apoyando la Intifada.
Frente a las formidables dificultades que para el jefe del Gobierno palestino representa mover un dedo si antes Israel no suspende su pol¨ªtica de asesinatos selectivos y represalias colectivas, est¨¢n los magros logros del primer ministro jud¨ªo. Todo lo que Sharon ha hecho hasta ahora por la Hoja de Ruta, pese a su fortaleza pol¨ªtica interna y a contar con el incondicional apoyo de Washington, es desmantelar un pu?ado de remolques-vivienda deshabitados en unos cuantos puestos ilegales que en absoluto pueden considerarse asentamientos. Y autorizar el fallido asesinato de Rantissi, a quien, naturalmente, ha faltado tiempo para prometer que la lucha armada seguir¨¢ hasta el final de los tiempos.
Nadie que haya seguido el tr¨¢gico curso de los acontecimientos en Oriente Pr¨®ximo espera que el acercamiento vaya a resultar f¨¢cil. Incluso sus primeros y m¨¢s inofensivos movimientos pueden naufragar en cualquier momento en un escenario tan envenenado, donde del lado palestino es cada vez m¨¢s dif¨ªcil deslindar entre partidarios de una soluci¨®n negociada y quienes pretenden que contin¨²e el terror. Si Bush confiaba despu¨¦s de ?qaba en que su impulso le permitir¨ªa sobrevolar el conflicto a vista de p¨¢jaro, los hechos le devuelven a la realidad. En Oriente Pr¨®ximo, el descuido del d¨ªa a d¨ªa, de los detalles, convierte en ceniza de la noche a la ma?ana las mejores intenciones.
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