Manuel Rosenthal, el ¨²ltimo disc¨ªpulo de Ravel
El pasado d¨ªa 5 muri¨® en Par¨ªs el compositor, director y profesor Manuel Rosenthal, una figura clave de la m¨²sica francesa y, adem¨¢s, un hombre sin vanidad, entregado a su vocaci¨®n con solidez, inventiva y generosidad. Se le ten¨ªa como el ¨²ltimo disc¨ªpulo de Maurice Ravel, tras la desaparici¨®n, en 2002, del pianista Vlado Perlemuter. Y es cierto que Rosenthal estuvo junto al gran autor de Daphnis et Chlo¨¦ entre 1926 y 1937, lo que le permiti¨® una exact¨ªsima penetraci¨®n en las formas y la misma esencia del pensamiento raveliano.
Rosenthal pas¨® gran parte de su carrera rechazando proposiciones, por lo que su legado discogr¨¢fico no es extenso, aunque s¨ª mod¨¦lico y aleccionador. Principalmente se refiere a cuatro autores franceses: Debussy, Ravel, Satie y Sauguet, aunque tambi¨¦n registr¨® p¨¢ginas espa?olas de Alb¨¦niz, Falla o Federico Mompou de cuyos Suburbios pian¨ªsticos hizo una muy bella traslaci¨®n orquestal.
En algunos escritos, Rosenthal se refiere a su relaci¨®n discipular con Ravel para precisar: "Muchos int¨¦rpretes han afirmado que trabajaron con Ravel, pero ¨¦l no hizo nunca trabajar su m¨²sica. Indicaba algunos detalles o se permit¨ªa aisladas observaciones. La primera vez que dirig¨ª una obra suya, a cuyo ensayo general asisti¨®, me hizo notar que La valse estaba muy bien, mas un tanto r¨¢pida. En el concierto tuve muy en cuenta su opini¨®n y, al final, me coment¨®: 'Err¨¦ en el ensayo; est¨¢ mucho mejor el tiempo que usted llevaba".
La verdad es que versiones como la del Bolero con la Orquesta de la ?pera de Par¨ªs, son m¨¢s que "de referencia" definitivamente mod¨¦licas, aunque se sit¨²en bastante lejanas de las de otros grandes directores capaces de subvertir la imaginativa evocaci¨®n de una Espa?a que bien am¨® y vivi¨®. La t¨®nica de sesteante y soleada dejadez del tema c¨¢lido, casi perezoso, vivificado por las verificaciones de timbre y color -quiz¨¢ te?idas de orientalismo como acert¨® a verlo Maurice B¨¦jart en su coreograf¨ªa- revelan la intenci¨®n y el alma del best seller raveliano en manos de Rosenthal. Por algo un maestro como Inghelbrecht llam¨® a Rosenthal a su lado en 1934 al crearse la Orquesta Nacional Francesa, de la que fue titular hasta 1947, cuando pas¨® a dirigir la Sinf¨®nica de Seattle, en Estados Unidos, antes de ejercer la c¨¢tedra de Direcci¨®n en el Conservatorio de Par¨ªs.
All¨ª donde estuvo, y simultaneando su labor magistral de chef con su vocaci¨®n de compositor, atendi¨® con convicci¨®n a sus compatriotas, Koechlin, Jolivet, Messiaen, Rivier, Chaynes, Mihailovivi; dio a conocer t¨ªtulos fundamentales de Bartok; cultiv¨® a Prok¨®fiev, Stravinski, Strauss o Britten, y se sinti¨® orgulloso de su Pell¨¦as et Melisande, la ¨®pera de Debussy que estren¨® en Rusia ?en 1986!
Con la desaparici¨®n de Rosenthal, al borde de los 100 a?os, perdemos un sutil¨ªsimo e inteligente protagonista del siglo XX musical, un artista ¨ªntegro y sin prejuicios, y un creador triunfante en su offenbachiana Gait¨¦ parisienne (1938) o en la m¨ªstica de su oratorio San Francisco de As¨ªs (1939), su partitura preferida junto a la Misa. En 2002 recibi¨® un homenaje en la ?pera C¨®mica en el que se sinti¨® feliz y en forma, como anota Jean Luc Tingaud, joven seguidor de Rosenthal. "No era", a?ade, "un fetichista del sonido franc¨¦s, pero conoc¨ªa todos los secretos de la m¨²sica francesa y sab¨ªa hacerlos sonar".-
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