Una desgracia hist¨®rica

Cualquier persona que haya seguido la trayectoria pol¨ªtica de Julio de Espa?a al frente de la Diputaci¨®n de Alicante, aunque fuera desde la distancia territorial, no se habr¨¢ sorprendido con su estreno como presidente de las Cortes Valencianas. Menos a¨²n quienes le conocen de cerca y mucho menos quien le impuso, que no es otro que el presidente regional del PP, Eduardo Zaplana.

De Espa?a, cuya actuaci¨®n al frente de la Corporaci¨®n provincial alicantina nunca merecer¨¢ m¨¢s all¨¢ de algunas notas a pie de p¨¢gina por sus irrelevantes ocurrencias, protagoniz¨® una desgracia hist¨®rica al ser el primer presidente de las Cortes desde que Jaume I cre¨® este Reino all¨¢ por el siglo XIII y promulg¨® los Furs que se neg¨®, por su propia voluntad, a utilizar el valenciano, aunque fuera de forma testimonial, y que cercen¨® el derecho de un diputado a tomar posesi¨®n de su cargo en la lengua de este pa¨ªs. Su actitud no es cuesti¨®n balad¨ª ni cabe despacharla con cuatro frases hechas, como intent¨® hacer el portavoz popular Seraf¨ªn Castellano, quien maldisimulaba su malestar.

En la negativa de Julio de Espa?a a leer el texto en valenciano que precede a la promesa o jura de los diputados en la toma de posesi¨®n de su cargo y que, en consecuencia, es un todo indivisible, y en los argumentos que utiliz¨® para justificar su decisi¨®n, quedaron claras al menos tres cosas: su desprecio hacia un idioma que utiliza de forma habitual alrededor del 60% de los valencianos, su autoritarismo y su ignorancia. Tres elementos que, juntos o por separado, le inhabilitan para ostentar el segundo cargo institucional de la Comunidad Valenciana. De otro lado, tal vez por su condici¨®n de ne¨®fito en el cargo, Julio de Espa?a desconoce que el parlamentarismo democr¨¢tico -no el org¨¢nico- se asienta sobre unos usos y costumbres que son poco menos que intocables. La utilizaci¨®n ritual del valenciano en el hemiciclo del Palau de Benicarl¨®, y algunas otras caracter¨ªsticas singulares, formaban parte de esa tradici¨®n. Hasta ayer.

Ahora queda la esperanza -?la ilusi¨®n, la voluntad, la fe?- de que el futuro presidente de la Generalitat, Francisco Camps, que hizo del valencianismo uno de los ejes centrales de su campa?a electoral, le repase a su colega de las Cortes el Estatuto de Autonom¨ªa y la Llei d'?s del Valenci¨¤. Mucho va a tener que remar y esforzarse a¨²n m¨¢s para hacer cre¨ªble su discurso y para demostrar una autonom¨ªa pol¨ªtica que, hoy por hoy, s¨®lo se le supone desde la generosidad. Las explicaciones que dio ayer, unidas a las de Zaplana y Castellano, para justificar el dislate de Julio de Espa?a no se sostienen. Claro que se puede ser valenciano hablando en cualquiera de los dos idiomas oficiales. Pero por qu¨¦ siempre se maltrata a quienes utilizamos el valenciano de forma habitual.

?Qu¨¦ tiene que decir ante esto, President Francesc Camps?