Una nueva Europa que asegure la cohesi¨®n social
Los autores creen que el reciente congreso de la CES debe servir para fortalecer a la organizaci¨®n y para defender un modelo social por encima de las diferencias nacionales.
La Confederaci¨®n Europea de Sindicatos (CES) ha celebrado su 10? Congreso en Praga (del 26 al 30 de mayo) en un momento crucial para Europa y el mundo. El Congreso ha tenido lugar cuando los trabajos de la Convenci¨®n que debe elaborar una propuesta que defina la arquitectura jur¨ªdico-pol¨ªtica de la Uni¨®n Europea del futuro -la UE de al menos 25 pa¨ªses- entran en su fase final. Al mismo tiempo, desde hace dos a?os se est¨¢n produciendo intentos de recortar los derechos sociales y laborales que han definido el llamado Modelo Social Europeo por parte de los Gobiernos de un buen n¨²mero de pa¨ªses. Primero, en el sur del continente -Grecia, Italia, Espa?a y Portugal-; ahora, en las naciones del centro -Austria, Francia y Alemania-. Entre los pa¨ªses mencionados existen diferencias significativas en cuanto a los niveles de derechos y protecci¨®n social y los vol¨²menes de ingresos, gastos y d¨¦ficit p¨²blicos. Pero las propuestas de reforma han ido todas en la misma direcci¨®n, la de recortar derechos y prestaciones, afectando, seg¨²n pa¨ªses a: la protecci¨®n por desempleo, las pensiones, el despido, la contrataci¨®n o, en el caso de Portugal, a toda la legislaci¨®n laboral. Frente a ello, el sindicalismo europeo, que algunos, err¨®neamente, cre¨ªan sin fuerza, ha reaccionado con firmeza, promoviendo movilizaciones generales contra los proyectos gubernamentales. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial no se conoc¨ªa la realizaci¨®n de seis huelgas generales nacionales en un periodo de menos de dos a?os. Por el momento, en dos pa¨ªses -Espa-?a y Grecia- la movilizaci¨®n sindical ha llevado a sus gobiernos a rectificar plenamente. Habr¨ªa que puntualizar que las centrales sindicales que han impulsado estas movilizaciones tambi¨¦n han promovido el di¨¢logo social -nacional y europeo- y siguen estando convencidas de sus virtudes; lo que rechazan son las pol¨ªticas que pretenden imponer como soluci¨®n a los problemas econ¨®micos de nuestro continente el recorte de los derechos y el desmontaje del Estado de bienestar.
Se debe crear un espacio europeo de relaciones laborales en el que se impulse el di¨¢logo social
Las centrales rechazan las pol¨ªticas que pretenden imponer el recorte de los derechos
Las consecuencias de la guerra de Irak no son ajenas a las preocupaciones del sindicalismo europeo reunido en Praga. La invasi¨®n y ocupaci¨®n de Irak por Estados Unidos y Gran Breta?a, con el apoyo de Espa?a y de otros pa¨ªses europeos, realizada contra las normas del derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas y en contra de la voluntad de su Consejo de Seguridad, ha inaugurado una etapa de incertidumbre e inseguridad en las relaciones internacionales. Entre las instituciones gravemente da?adas por el unilateralismo agresivo de la Administraci¨®n de Bush -consagrado en la doctrina contenida en la Estrategia de Seguridad Nacional de su Gobierno y en la pr¨¢ctica de su pol¨ªtica internacional en todos los campos- est¨¢n Naciones Unidas y la Uni¨®n Europea. Ambas son referentes insustituibles para la construcci¨®n de un orden internacional pac¨ªfico, justo y democr¨¢tico, que pueda enfrentarse a los ingentes problemas econ¨®micos, sociales y pol¨ªticos del mundo en la era de la globalizaci¨®n. Hasta cualquier aproximaci¨®n realista a la imprescindible cooperaci¨®n internacional en la lucha contra el terrorismo, que respete las leyes y los derechos humanos, se sacrifica en aras de los intereses geoestrat¨¦gicos de la ¨²nica potencia mundial. Hoy el mundo es m¨¢s inseguro y se ha sembrado odio en el caldo de cultivo del terrorismo integrista isl¨¢mico. La CES ha mantenido una posici¨®n muy clara contra la guerra de Irak, convocando a los trabajadores europeos a movilizarse por este objetivo los d¨ªas 14 y 15 de marzo e incorpor¨¢ndolo a la jornada de acci¨®n europea del 21 de marzo por los derechos sociales en la Constituci¨®n europea. M¨¢s all¨¢ de las sobradas razones pol¨ªticas y ¨¦ticas para adoptar esta posici¨®n concreta, ¨¦sta se inserta en una consideraci¨®n m¨¢s general: la esencia de la acci¨®n sindical internacional es el establecimiento de normas y convenios que regulen los procesos econ¨®micos y laborales y la existencia de instituciones supranacionales democr¨¢ticas que los hagan respetar. ?Qu¨¦ tiempos ¨¦stos en los que reclamar el cumplimiento de las leyes y el respeto de las instituciones es para algunos sin¨®nimo de peligroso radicalismo!
En este contexto, el X Congreso de la CES no se ha centrado en un hecho sin duda relevante como es la sustituci¨®n de quien ha sido su secretario general durante los 12 ¨²ltimos a?os, Emilio Gabaglio, y de la casi totalidad del secretariado que, por primera vez, ser¨¢ elegido directamente por el Congreso. Durante el mandato de Gabaglio, un sindicalista europeo de extraordinario relieve, la CES ha pasado de ser una coordinadora europea de sindicatos nacionales a una organizaci¨®n sindical supranacional con capacidad de acci¨®n y negociaci¨®n en el ¨¢mbito europeo. Todav¨ªa no es el sindicato europeo que una buena parte de sus miembros desean construir, pero s¨ª ha sido capaz de dar contenido al di¨¢logo social europeo, iniciar la coordinaci¨®n de las negociaciones colectivas nacionales e impulsar movilizaciones europeas por objetivos unificadores de los trabajadores europeos: el pleno empleo, las pol¨ªticas europeas de empleo, la igualdad retributiva entre hombres y mujeres, los derechos sociales que definen el modelo social europeo, los derechos de ciudadan¨ªa, etc¨¦tera. Cientos de miles de sindicalistas han participado en los ¨²ltimos a?os en las euromanifestaciones, de Luxemburgo, Oporto, Niza, Bruselas y Barcelona. Corresponde a John Monks, hasta ahora l¨ªder del TUC brit¨¢nico y nuevo responsable de la secretar¨ªa general, afrontar el reto de sustituir a Emilio Gabaglio. Le acompa?a, como presidente, C¨¢ndido M¨¦ndez, cuya candidatura fue promovida inicialmente por los sindicatos italianos, contando con el pleno apoyo del conjunto del sindicalismo espa?ol, y cuyo significado pol¨ªtico es el de reforzar las posiciones de quienes quieren m¨¢s Europa y m¨¢s CES.
La CES tiene que ser capaz de extraer las consecuencias que se derivan del hecho de ser la ¨²nica gran organizaci¨®n europea que, sin negar las diferencias que existen en su seno y las limitaciones organizativas para desarrollar una acci¨®n sindical supranacional, est¨¢ defendiendo un proyecto europeo coherente por encima de las diferencias nacionales. Lamentablemente, eso no lo hacen hoy las internacionales pol¨ªticas y sus secciones europeas como lo muestran las divisiones de los gobiernos del mismo signo en temas tan decisivos como el futuro de Europa o la guerra de Irak. Esta responsabilidad tiene que asumirla en el discurso y en la pr¨¢ctica y proyectar ambos hacia el conjunto de la sociedad europea. En primer lugar, en el campo de acci¨®n esencial del sindicalismo, el sociolaboral, con sus propuestas sobre modelo social, empleo y di¨¢logo social de cara a la Convenci¨®n sobre el futuro de Europa y sentando las bases, program¨¢ticas y pr¨¢cticas, para la creaci¨®n de un espacio europeo de relaciones laborales en el que se desarrolle un di¨¢logo social creador de normas legales y contractuales. Y en el campo de la econom¨ªa, en un momento en que los riesgos de una recesi¨®n europea son m¨¢s que evidentes tras conocer los datos de crecimiento del primer trimestre de 2003, levantando una voz fuertemente cr¨ªtica contra la inoperancia del Ecofin y de la Comisi¨®n para coordinar las pol¨ªticas econ¨®micas de los pa¨ªses miembros y contra el autismo del BCE, y reclamando una coordinaci¨®n fuerte de las pol¨ªticas econ¨®micas de los Estados miembros y de la pol¨ªtica monetaria europea para enfrentarse a la crisis mediante un relanzamiento conjunto de la demanda.
Pero, en este momento cr¨ªtico que vive Europa y el mundo, la responsabilidad de la CES como fuerza articuladora de una opini¨®n p¨²blica europea avanzada no puede limitarse a los terrenos espec¨ªficos del sindicalismo. Dif¨ªcilmente sus propuestas laborales y sociales van a abrirse camino si la construcci¨®n europea pierde su impulso pol¨ªtico a las puertas de la Europa de los 25; si no es capaz de superar la profunda divisi¨®n creada por la guerra de Irak y construir una pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n basada en el fortalecimiento y democratizaci¨®n de las instituciones internacionales pol¨ªticas y econ¨®micas, la vigencia y extensi¨®n del derecho internacional, la promoci¨®n de la democracia y los derechos humanos y la b¨²squeda de una soluci¨®n pac¨ªfica de los conflictos; si no se construye la nueva Europa sobre la base de un modelo que asegure la cohesi¨®n social y la solidaridad interna y la proyecte hacia el exterior con una pol¨ªtica basada en la cooperaci¨®n internacional para enfrentarse al hambre, la pobreza y la degradaci¨®n del medio ambiente en amplias regiones de la Tierra. El sindicalismo europeo y mundial fue part¨ªcipe el pasado 15 de febrero, junto con otras fuerzas sociales y pol¨ªticas, del nacimiento de lo que alguien llam¨® la segunda potencia: la opini¨®n p¨²blica mundial. La CES deber¨ªa contribuir tambi¨¦n, al menos en el ¨¢mbito geogr¨¢fico de su competencia, a que no sea un fen¨®meno ef¨ªmero. Una de las l¨ªneas de trabajo para ello es la colaboraci¨®n, con propuestas e iniciativas, al desarrollo de esa red plural y flexible que ha surgido a partir del Foro Social Mundial de Porto Alegre.
La CES tambi¨¦n se ha planteado en su Congreso de Praga el fortalecerse como organizaci¨®n, lo cual significa cesi¨®n de competencias y recursos por parte de los sindicatos nacionales, y esto no va a resultar f¨¢cil a pesar de que quienes est¨¢n por ello conforman una mayor¨ªa en su seno, aunque hay que comprobar si es suficientemente amplia. Tal vez sean demasiadas tareas para resolver a partir del congreso, pero hay que intentar hacerlo o, por lo menos, iniciar el camino si se quiere estar a la altura de los retos que se le plantean al sindicalismo europeo.
Javier Doz es secretario de Pol¨ªtica Internacional y secretario de Relaciones Internacionales de C. S. de CC OO, y Manuel Bonmati es secretario de Relaciones Internacionales de UGT.
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