Ambig¨¹edad pirata
En el ep¨ªlogo de Lobas de mar, Zo¨¦ Vald¨¦s da cuenta del esp¨ªritu de su historia. Explica algunas claves y se decanta por la autonom¨ªa de su novela. Tiene que defender esa autonom¨ªa porque la materia que la compone no nace de su aptitud fabuladora, sino de los anales hist¨®ricos. Los hechos ocurrieron. Se trata de dos mujeres piratas, Ann Bonny y Mary Read. Daniel Defoe escribi¨® sobre ellas, como no pod¨ªa ser de otra manera en alguien tan entendido en bucaner¨ªas. T¨ªtulos sobre el asunto llenar¨ªan varias p¨¢ginas de este diario. Incluso ensayos deconstruccionistas sobre la bisexualidad de ambas aventureras no faltan. La escritora cubana toda esa informaci¨®n la adapta a su novela. La transfigura. Esa informaci¨®n, es verdad, que ya viene lastrada por algunos toques legendarios. Pero la autora de La nada cotidiana la utiliza sin desperdiciar ese margen de invenci¨®n. Y el resultado es una novela donde lo narrativo convive con lo ideol¨®gico, su indirecto compromiso con el tiempo presente, aunque mantiene su frescura como relato de aventuras.
LOBAS DE MAR
Zo¨¦ Vald¨¦s
Planeta. Barcelona, 2003
242 p¨¢ginas. 18 euros
Lobas de mar est¨¢ construida con la misma materia con la que se fueron sucediendo los hechos que narra. La ambig¨¹edad. Y el juego casi de comedia de enredo. Estas mujeres, a caballo entre los siglos XVII y XVIII, fueron, por mor de sus circunstancias familiares, impelidas a competir con los varones en los menesteres de la pirater¨ªa. Zo¨¦ Vald¨¦s transforma todo esto en ficci¨®n. Incluso aprovecha los enmascaramientos a que Ann Bonny y Mary Read se obligaron (hacerse pasar por hombres), para ensanchar el poder de los malentendidos, indiferenciar la sensualidad, intensificar el discurso de los deseos m¨¢s heterodoxos. Esta operaci¨®n la consigue Zo¨¦ Vald¨¦s con una escritura de buena ley. Sacrifica su tendencia a la autocomplacencia sonora de las palabras, como sol¨ªa en novelas anteriores, en aras de una prosa distanciada por la iron¨ªa y el humor, eficaz para producir esa sensaci¨®n de recreaci¨®n burlona del g¨¦nero de piratas. El juego de disfraces, el galanteo y las artes seductores, el travestismo desmitificador, los mecanismos de la novela del dieciocho, las estelas de Defoe y Virginia Woolf, todo ello anudado gracias a esa escritura. La novela se cierra con un cap¨ªtulo que desdice la ilusi¨®n de ficci¨®n absoluta que la novela de Vald¨¦s hab¨ªa hasta ese momento defendido con tanta competencia e inspiraci¨®n. La autora, que en su ep¨ªlogo defiende la supremac¨ªa del texto sobre el contexto en su novela, traiciona al texto, y lo hace introduciendo un personaje de nuestros d¨ªas, como si no hubiera confiado en sus mujeres piratas, esas irreverentes espadachines que tan bien se hab¨ªan bastado ellas solas para adelantarse a su ¨¦poca. Su editor debi¨® sugerirle la eliminaci¨®n despiadada de esas 8 p¨¢ginas finales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.