Ni relojes ni calendarios

De nuevo la caja de los truenos rockeros se destap¨® en Madrid, dejando volar por la atm¨®sfera de Las Ventas su ambiente de ¨¦pica el¨¦ctrica y su est¨¦tica de c¨®mic de terror a la vieja usanza de The Creep. Estos elementos son los que sigue manejando Iron Maiden despu¨¦s de casi treinta a?os en la carretera y, a juzgar por la respuesta del p¨²blico, les puede ir bien a¨²n varios a?os m¨¢s sin hacer una sola concesi¨®n a la modernidad o, siquiera, a la contemporaneidad. En su espect¨¢culo de Las Ventas la banda tir¨® de un repertorio de cl¨¢sicos del grupo que hizo las delicias de los alrededor de ocho mil asistentes, que no pararon de levantar la mano haciendo el signo de los cuernos, de cantar los estribillos y de mimar los espectaculares solos de los tres guitarristas. Entre las gradas, una ilustre representaci¨®n del rock duro nacional, con los componentes de Hamlet y Sober disfrutando hasta el ¨²ltimo acorde del grupo.

En cuanto a los temas interpretados por Iron Maiden, Number of the beast, The trooper, Two minutes to midnight o The clansman, dedicado al guerrero escoc¨¦s William Wallace, homenajeado en el filme Braveheart, fueron los puntos ¨¢lgidos de una actuaci¨®n no demasiado larga, en la que tambi¨¦n habr¨ªa tiempo y espacio para deleitarse con alg¨²n tema in¨¦dito.

El cantante Bruce Dickinson, sin aquella melena que luc¨ªa en los ochenta y con la voz menos espectacular que en sus mejores ¨¦pocas, agradeci¨® al respetable su fidelidad a una banda que continua en la brecha "a pesar de la mierda que programa MTV, la de las radios especializadas y la de la prensa". El secreto debe estar en no mirar nunca relojes ni calendarios.