Madrid somos todos
Madrid somos todos. Lo que ha ocurrido en Madrid no es la primera vez que ha ocurrido en los a?os que llevamos de democracia, como con seguridad recuerdan los lectores. Ocurri¨® de manera muy se?alada en Benidorm en las elecciones municipales de 1991, en las que Eduardo Zaplana se convirti¨® en alcalde mediante la adquisici¨®n del voto de una concejala que hab¨ªa sido elegida en las listas del PSOE. Ocurri¨® de manera no menos se?alada en la pasada legislatura en Ceuta, donde Jes¨²s Gil compr¨® tambi¨¦n el voto de una representante socialista. Pero una cosa es Benidorm o Ceuta y otra muy distinta Madrid.
Obviamente, las direcciones del PSOE en toda Espa?a tienen que tomar nota de la "fragilidad moral", por decirlo de una manera suave, de los candidatos que incluyen en sus listas. Nunca podr¨¢n las direcciones estatal, auton¨®micas, provinciales y locales, por muy precavidas que sean, inmunizar por completo a los miles de candidatos que tienen que incluir en las listas frente a la corrupci¨®n. Esto es imposible conseguirlo. Pero lo que no se puede es dar las facilidades que el PSOE ha dado en Madrid. Los parlamentarios auton¨®micos que han traicionado al PSOE hab¨ªan dado muestras reiteradas de que eran personas poco ¨ªntegras y de nula fiabilidad y, en consecuencia, no deber¨ªan haber figurado nunca en las listas. La responsabilidad de la direcci¨®n nacional y madrile?a por dicha inclusi¨®n es inmediata y directa y de ella tienen que dar cuenta ante los ciudadanos de una manera convincente o perder¨¢n cualquier tipo de credibilidad para dirigirse a dichos ciudadanos en el futuro. En mi opini¨®n, ya se est¨¢ tardando m¨¢s de la cuenta en reaccionar y en sacar las consecuencias de lo que ha ocurrido hacia el interior de la direcci¨®n socialista. La lista socialista a la comunidad de Madrid habr¨¢ sido aprobada por el ¨®rgano colegiado correspondiente, pero alguien o alguienes han tenido que intervenir decisivamente para que Tamayo y Saez figuraran en las listas. Ese alguien ya deber¨ªa haber presentado su dimisi¨®n o, en su defecto, deber¨ªa haber sido destituido. La aprobaci¨®n colegiada de la lista no puede servir de coartada para no exigir la responsabilidad individualizada que corresponda. Y ello aunque la dimisi¨®n no suponga la soluci¨®n del problema de fondo. La direcci¨®n socialista tiene la obligaci¨®n de transmitir a la opini¨®n p¨²blica en general y a sus electores en particular una se?al de que los errores se pagan y se pagan en consonancia con la magnitud del error. Todav¨ªa no lo han hecho.
La direcci¨®n socialista tiene que transmitir que los errores se pagan en consonancia con la magnitud del error
Pero la reacci¨®n exigible a la direcci¨®n del PSOE es solamente una parte del problema. Y ni siquiera la m¨¢s importante. La compra de los dos parlamentarios socialistas supone un ataque frontal al n¨²cleo esencial del Estado constitucional, que no es otro que la separaci¨®n del poder pol¨ªtico de la propiedad privada. Esta separaci¨®n es lo que diferencia al Estado de todas las dem¨¢s formas de organizaci¨®n del poder que se han conocido en la historia de la humanidad y es lo que lo hace ser superior a todas ellas. En esta separaci¨®n descansa su naturaleza representativa. El Estado no es de nadie y, precisamente porque no es de nadie, tiene que ser de todos, constituy¨¦ndose su voluntad mediante el ejercicio del derecho de sufragio por todos los ciudadanos.
El derecho de sufragio es lo que posibilita y garantiza la autonom¨ªa del poder pol¨ªtico frente a la propiedad privada. El hecho de que la voluntad general se constituya mediante el sufragio en condiciones de estricta igualdad por millones de ciudadanos es lo que permite que la voluntad general pueda ser aut¨®noma respecto de los poderes econ¨®micos, por muy fuerte que ¨¦stos sean. Los millones de voluntades individuales libremente expresadas a trav¨¦s del sufragio son el contrapeso de la enorme concentraci¨®n de poder econ¨®mico que existe en nuestra sociedad. Es el ¨²nico que existe. No hay otro. Por eso ha costado tanto alcanzar el sufragio universal. Y por eso es tan importante no s¨®lo mantenerlo formalmente, sino tambi¨¦n materialmente, esto es, evitar que pueda ser corrompido.
La corrupci¨®n del sufragio, o lo que viene a ser lo mismo, del resultado del sufragio, es la subordinaci¨®n por v¨ªas soterradas y espurias del poder pol¨ªtico a la propiedad privada, es decir, la negaci¨®n de aquello que le hace al Estado ser tal. Es el retorno a formas premodernas de la convivencia, en las que la ley del m¨¢s fuerte se hac¨ªa valer directamente sin controles pol¨ªticos y jur¨ªdicos democr¨¢ticamente definidos.
Esto es lo que ha ocurrido en Madrid. De ah¨ª que Madrid seamos todos. No es el Gobierno de la comunidad aut¨®noma de Madrid lo que est¨¢ en juego, sino el principio de legitimidad democr¨¢tica del Estado. Y justamente por eso, no es un problema del PSOE, sino un problema del sistema pol¨ªtico espa?ol en su conjunto. Con la compra de dos voluntades particulares se ha invertido el resultado de la manifestaci¨®n de voluntad de m¨¢s de tres millones de ciudadanos. La compra se ha producido porque en la lista del PSOE figuraban dos diputados corruptos. Pero la compra se ha producido para que no gobernaran el PSOE e IU y s¨ª lo hiciera el PP. Si el PSOE fue la opci¨®n pol¨ªtica de los corruptos, el PP es la opci¨®n pol¨ªtica de los corruptores. La inversi¨®n de los corruptores no tiene otra finalidad que hacer posible que el PP forme Gobierno en Madrid.
No es verdad, por tanto, como ha dicho el presidente del Gobierno, que se trata de un problema del PSOE, con el que el PP no tiene nada que ver. El PP tiene que decidir si acepta ser el partido de los corruptores, es decir, si acepta ser el beneficiario de lo invertido en la compra de los dos diputados socialistas.
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