Benditos 'bad boys'
La vern¨¢cula Estaci¨®n Central de Correos de Rialto, cuyo puerto trasero da al Gran Canal, alberga desde ayer en su patio de arcadas la muestra Bad boys, comisariada por el inquieto Agust¨ªn P¨¦rez Rubio, una arriesgada y valiente conjunci¨®n de siete voces en v¨ªdeo, llenas de fuerza, que ya ha sido valorada aqu¨ª por galeristas, cr¨ªticos y p¨²blico como de lo mejor de esta Bienal junto al pol¨¦mico pabell¨®n ideado por Santiago Sierra. En cierto sentido, ambas manifestaciones se complementan y se contaminan en complicidad y entre s¨ª, a pesar de la distancia y el agua que hay entre los jardines y Rialto.
Manu Arregui (Santander, 1970), Carlos Congost (Girona, 1970), Jon Mikel Euba (Bilbao, 1967), Joan Morey (Mallorca, 1972), Sergio Prego (San Sebasti¨¢n, 1969), Pego Salazar (Vitoria, 1972) y Fernando S¨¢nchez Castillo (Madrid, 1970) son todos diferentes, airados y revulsivos a la vez que cuidadosos en su presentaci¨®n, refinadamente transgresores y con un impactante poso de im¨¢genes que particularizan los v¨ªdeos, ya aceptados plenamente como soporte art¨ªstico. El patio de Correos de Rialto viste ahora un dise?o riguroso de siete grandes cubos negros (uno por cada artista), con un lado abierto y una gran pantalla dentro donde cada uno desgrana su sistema y su mundo est¨¦tico, sus particulares fantasmas en discurso visual: Arregui evoca el cine musical de los a?os treinta y culmina con una lluvia dorada coreografiada en sentido cl¨¢sico; tambi¨¦n hay lluvia dorada en Joan Morey, con su aire espeso de sexo duro y en todo lo que produce a trav¨¦s de su particular productora STP (Soy tu puta), donde adem¨¢s hace colaborar al t¨¢ndem Spastor, uno de los mejores de la moda espa?ola de hoy.
Congost se recrea en un ut¨®pico ciber-kitsch; Euba dramatiza sin juzgar en la turbia teatralidad brutal que contienen fen¨®menos como el secuestro o el terrorismo; mientras Prego parece disfrutar golpeando a su hombre-modelo contra un entorno urbano y duro, sin la menor conmiseraci¨®n. Por su lado, Salazar perturba cualquier interior disponible facilitando la huida, y Fernando S¨¢nchez Castillo se muestra elocuente e ir¨®nico al llevar el caballo a un interior an¨®nimo y mediocre, algo que por arte de birlibirloque recuerda burlonamente a los retratos ecuestres reales. Bad boys es una sinfon¨ªa densa y comprometida con la parte m¨¢s cruda de la realidad, un elogio expositivo de la sangre, del fuego, de la m¨¢cula y de los vericuetos del ansia colectiva en una panor¨¢mica actual que abarca desde los inconformes black-block a los desmarques vitales de cualquier est¨¢ndar. A los Bad boys se les reconoce inspirados y, sobre todo, muy conscientes de su papel en un mundo de tanta trampa abisal y tanta falsa complacencia.
Probablemente, el impacto de estos j¨®venes artistas espa?oles en Venecia d¨¦ tanto que hablar no por una provocaci¨®n gratuita, sino por la latente honestidad que contienen sus puestas en escena y cortantes filmaciones.
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