La corrupci¨®n, al poder
LA DESERCI?N el pasado martes de dos diputados elegidos en las listas cerradas y bloqueadas del PSOE -Eduardo Tamayo y Mar¨ªa Teresa S¨¢ez- durante la votaci¨®n celebrada por la Asamblea de Madrid para designar al presidente de la C¨¢mara auton¨®mica dio la victoria a la candidata del PP. El vol¨¢til Tamayo justific¨® esa doble ausencia por la oposici¨®n de la pareja rebelde a los acuerdos en marcha entre PSOE e IU: el fuego artillero disparado por la propaganda del PP contra el gobierno social-comunista de Madrid hab¨ªa preparado el terreno para el avance de ese peque?o pelot¨®n de infanter¨ªa tr¨¢nsfuga amparado por la misma bandera. La expulsi¨®n de los dos fugitivos parec¨ªa descartar -antes del fin de semana- el regreso de los hijos pr¨®digos a la casa paterna: de confirmarse ese supuesto, las opciones ser¨ªan la elecci¨®n de Esperanza Aguirre como presidenta de la Comunidad (le bastar¨ªan sus 55 diputados y la ausencia o la abstenci¨®n en segunda vuelta de los tr¨¢nsfugas ex socialistas) o la convocatoria de nuevos comicios (si ning¨²n candidato consiguiera la investidura dos meses despu¨¦s de celebrada la primera votaci¨®n o por disoluci¨®n anticipada de la C¨¢mara).
Las conexiones entre los negocios y el poder pueden ayudar a explicar el comportamiento de diputados y concejales que abandonan el partido en cuyas listas fueron elegidos sin renunciar al esca?o
La jurisprudencia interpretativa sobre la prohibici¨®n constitucional del mandato imperativo en las Cortes Generales permite a los concejales, los diputados auton¨®micos y los parlamentarios elegidos bajo las siglas y con la financiaci¨®n de un partido conservar el esca?o adquirido gracias a ese patrocinio institucional aunque abandonen sus filas o sean expulsados. Los remedios empleados contra esa patolog¨ªa de las instituciones representativas denominada transfuguismo han sido por el momento in¨²tiles: el acuerdo firmado en 1998 por PP, PSOE y otros partidos tambi¨¦n ha fracasado. Durante las cuatro primeras legislaturas se registraron en la C¨¢mara Baja hasta 180 cambios de grupo parlamentario de diputados tr¨¢nsfugas, aunque esa movilidad no haya provocado hasta ahora en el Congreso alteraciones en las mayor¨ªas ni cambios de gobierno. Por contra, las maquinaciones de los partidos de la oposici¨®n con los tr¨¢nsfugas en el ¨¢mbito de los parlamentos auton¨®micos y los ayuntamientos han logrado deponer y nombrar presidentes de comunidades y alcaldes.
Ning¨²n partido puede arrojar la primera piedra contra el transfuguismo ad¨²ltero. Eduardo Zaplana, por ejemplo, inici¨® su fulgurante carrera pol¨ªtica mediante el fichaje de una concejala socialista que le permiti¨® asaltar la alcald¨ªa de Benidorm con una moci¨®n de censura. El PSOE conquist¨® -o conserv¨®- la presidencia de varias comunidades aut¨®nomas gracias a ese tipo de combinaciones: en 1987, Fern¨¢ndez-Albor fue derrocado en Galicia por Fern¨¢ndez-Laxe con ese m¨¦todo; en 1989, Leguina recurri¨® en Madrid a id¨¦ntico procedimiento para cerrar el paso a Ruiz-Gallard¨®n; en 1990, el socialista Blanco sustituy¨® a Hormaechea en Cantabria en alianza con el PP; en 1991, un tr¨¢nsfuga del PP arrebat¨® en Arag¨®n el poder a Enrique Eiroa -del Par-para entreg¨¢rselo a Jos¨¦ Marco.
S¨®lo en casos muy excepcionales cabr¨ªa apostar -siempre con muchas precauciones- a favor de la hip¨®tesis seg¨²n la cual los tr¨¢nsfugas que se llevan el esca?o al abandonar un partido est¨¢n impulsados por motivaciones altruistas o han sufrido una milagrosa ca¨ªda ideol¨®gica del caballo en su camino hacia Damasco: sobre todo cuando su voto -como en Madrid- es capaz de quitar o dar mayor¨ªas. Las conjeturas psicologistas sobre la ambici¨®n de poder o la sed de venganza son insuficientes; ni siquiera resultan plenamente satisfactorias las explicaciones s¨®lo basadas sobre los incentivos pol¨ªticos ofrecidos -o los chantajes de revelar esc¨¢ndalos infligidos- por los partidos seductores a los tr¨¢nsfugas seducidos. En el caso de la Comunidad de Madrid parecen m¨¢s prometedoras las pistas de investigaci¨®n que conducen hasta las oscuras conexiones entre el mundo de los negocios -en especial, las empresas constructoras, los promotores urban¨ªsticos y las concesionarias de servicios p¨²blicos- y la esfera de las decisiones pol¨ªticas, con el PP como apalabrada garant¨ªa de los intereses creados al fondo del paisaje.
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