Poco ambiente
Malos tiempos para... la ecolog¨ªa. Todo se lo come su hermana econom¨ªa que sin reparar en los sustratos materiales necesarios para su crecimiento se ha convertido hace mucho, desde que naci¨® el capitalismo, en la reina de la fiesta.
El mercado manda m¨¢s que los gobiernos. Estos se doblegan a la inexorable ley de la cremat¨ªstica a¨²n a sabiendas de que determinadas apuestas y proyectos pol¨ªticos son insostenibles. Es decir no tienen vuelta atr¨¢s. Suponen acabar con los ecosistemas, con la tierra, con el agua, con el aire, con la salud, con los paisajes y con aquello que se esconde tras su cortina panor¨¢mica, esto es, con la fauna y la flora de forma irreversible.
A los ecologistas nos han puesto el sanbenito de agoreros y catastrofistas, pero reivindicamos la vida, no el nivel sino la calidad de vida. Es cierto que hay muchas clases de ecologistas, como las hay de socialistas o nacionalistas. En nuestra tierra abundan las demandas ambientales y es larga la lista de agravios que pueblo a pueblo se enfrentan al galipot y a los proyectos t¨¦rmicos, a incineradoras y vertederos, a autov¨ªas y variantes, a Trenes de Alta Agresividad, a campos de golf y puertos deportivos, a pantanos y a grandes superficies comerciales que casi siempre se asientan sobre suelos supercontaminados.
Ni que decir tiene que quienes apuestan por esa "otra Euskal Herria posible" van m¨¢s alla del egoismo particular del "no en mi patio trasero" del que se acusa tan a menudo a las campa?as ecologistas.
Pensamos que a las demandas ambientales de la sociedad vasca no se les puede responder con el discurso del crecimiento sostenido de Confebask, ni con el crecimiento sostenible de los Gobiernos de Vitoria y Pamplona. No es de recibo apelar a la econom¨ªa para salvar la ecolog¨ªa, porque es precisamente el tipo de econom¨ªa al uso, la que conlleva el deterioro ambiental y social, local y global. Prestige, nunca mais!!
No tenemos la varita m¨¢gica para frenar estas din¨¢micas depredadoras y poner en marcha formas alternativas de producci¨®n y de consumo que hagan posible dejar a nuestros hijos e hijas una tierra en mejores condiciones que la que nos han legado nuestros mayores, pero estamos hartos de promesas diplom¨¢ticas y discursos a la galer¨ªa. No aceptamos Planes de Transporte Sostenible que apuestan por la Alta Velocidad y por m¨¢s autopistas y m¨¢s motorizaci¨®n, ni Planes Energ¨¦ticos que hablan de ahorro y energ¨ªas limpias para a continuaci¨®n acoplarse a los intereses de las multinacionales locales y for¨¢neas y pasar de ser dependientes a exportadores netos de energ¨ªa el¨¦ctrica.
Por eso tenemos poco que festejar anualmente en el D¨ªa Mundial del Medio Ambiente decretado por la ONU. Desgraciadamente seguimos seriamente enfretados a la Administraci¨®n y al sector empresarial, porque su desarrollo sostenible es una filfa.
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