La tuberculosis alcanza en Ciutat Vella las tasas de los pa¨ªses m¨¢s pobres
Especialistas alertan en el Aula EL PA?S sobre la emergencia de las infecciones
Primero el sida y luego la llegada de inmigrantes infectados en sus pa¨ªses de origen ha elevado las tasas de tuberculosis en la ciudad de Barcelona a 37,5 casos por cada 100.000 habitantes. Pero como ocurre en el planeta entre el norte rico y el sur pobre, la geograf¨ªa de la tuberculosis en Barcelona est¨¢ tambi¨¦n marcada por grandes diferencias: mientras en el barrio de Sarri¨¤-Sant Gervasi se contabilizan 12,3 casos por 100.000 habitantes, en Ciutat Vella se alcanzan 174, una cifra que equivale a las tasas de los pa¨ªses m¨¢s pobres.
Virus del dengue han llegado a Europa agazapados en neum¨¢ticos usados
Lejos del optimismo expresado incluso por alg¨²n Nobel en la d¨¦cada de 1960, que daba por terminada la era de las infecciones, ¨¦stas siguen siendo una amenaza capaz de causar crisis potencialmente devastadoras. Unas veces por la emergencia de nuevos agentes infecciosos, como el sida o la neumon¨ªa asi¨¢tica, otras por la reemergencia de viejos conocidos, como la tuberculosis o las hermorragias del ?bola. Sobre la amenaza de las nuevas infecciones hablaron el mi¨¦rcoles en el Aula EL PA?S Joaquim Gasc¨®n, m¨¦dico e investigador de la secci¨®n de Medicina Tropical del Hospital Cl¨ªnico de Barcelona, y Hernando Knobel, del servicio de Medicina Interna y Enfermedades Infecciosas del Hospital del Mar, en una sesi¨®n del ciclo Medicina al segle XXI organizado por el Ayuntamiento de Barcelona.
La crisis originada por la neumon¨ªa at¨ªpica en Asia, que a 13 de junio hab¨ªa infectado a 8.454 personas y hab¨ªa matado a 792 (casi el 10%) indica lo r¨¢pidamente que pueden expandirse las infecciones en una sociedad en la que los virus viajan en avi¨®n, y cu¨¢n devastadores pueden ser sus efectos, no s¨®lo para la salud de las personas sino tambi¨¦n para las econom¨ªas. "En apenas unas horas, se puede viajar de un continente a otro por m¨²ltiples motivos, desde los negocios al turismo, mientras una oleada de inmigrantes trata de desplazarse hacia el norte rico. Y con estos viajeros, viajan tambi¨¦n los agentes pat¨®genos", explic¨® Joaquim Gasc¨®n.
A veces con los viajeros, a veces con sus mascotas. As¨ª es c¨®mo viaj¨® desde ?frica al centro de Estados Unidos hace unas semanas el virus de la viruela del mono, que causa un cuadro algo m¨¢s benigno que el de la erradicada viruela de los humanos. El virus viaj¨® a lomos de unas ratas gigantes de ?frica hasta la tienda de un importador de animales ex¨®ticos del ¨¢rea de Chicago. All¨ª contagi¨® a unos simp¨¢ticos animalillos parecidos a las ardillas, los perros de la padrera, que muchos americanos adquieren como mascota. Y a trav¨¦s de ellos, 33 personas han sido alcanzadas por un virus que en algunas zonas de ?frica origina hasta un 10% de mortalidad.
Cepas v¨ªricas del dengue han llegado a los pa¨ªses centroeuropeos agazapadas en neum¨¢ticos usados que viajaron en barco, y con la lluvia, acumularon humedad y condiciones suficientes para que sobrevivieran en ellos unas larvas de mosquito que, una vez en el destino, dieron lugar a insectos portadores del virus.
Pero donde la movilidad tiene efectos m¨¢s nocivos, seg¨²n Gasc¨®n, es en el propio sur. "Aqu¨ª hemos tardado siglos en configurar un ¨¢rea metropolitana como la de Barcelona, de 4 millones de habitantes. En ¨¢penas dos d¨¦cadas se han formado en los pa¨ªses pobres metr¨®polis de hasta 25 millones de personas que carecen de las m¨¢s elementales infraestructuras sanitarias". A ello hay que a?adir los conflictos b¨¦licos: "En 2001 hab¨ªa 20 millones de pesonas desplazadas por las guerras. Aparte del peligro que supone el hacinamiento, estas personas necesitan energ¨ªa, y la obtienen de los bosques. Las deforestaciones favorecen que determinados agentes infecciosos, como los que causan la fiebre amarilla o la malaria, se extiendan a zonas donde no estaban".
Muchas de las nuevas infecciones est¨¢n originadas por virus que infectaban a animales y han saltado a los humanos. Pero esta es, seg¨²n Hernando Knobel, una ley de la biolog¨ªa que se expresa con mucha frecuencia. La misma gripe ha hecho ese recorrido. El s¨ªndrome de inmunodeficiencia humana surgi¨® hace muchas d¨¦cadas de una mutaci¨®n de un virus que afectaba a los monos y tard¨® mucho tiempo en hacerse suficientemente fuerte como para estar en condiciones de atacar a los humanos con garant¨ªas de ¨¦xito. Pero cuando lo estuvo, fue terrible. "En 1981, cuando se diagnosticaron los primeros casos de sida, nadie pod¨ªa imaginar que 20 a?os despu¨¦s habr¨ªa 42 millones de afectados, y que en un solo a?o, el de 2002, ese virus ser¨ªa capaz de infectar a cinco millones de personas y matar a otros 3,1 millones", dijo Knobel.
A veces, la interacci¨®n entre diferentes agentes pat¨®genos agrava sus efectos. Es el caso del sida y la tuberculosis. El bacilo de Koch segu¨ªa campando a sus anchas en los pa¨ªses pobres porque no les llegaban los tratamientos, pero estaba en franca retirada en los pa¨ªses ricos. Con el sida, ha vuelto a emerger y ahora mata a 2 millones de personas cada a?o. Y aunque el 95% de los afectados est¨¢n en los pa¨ªses pobres, tambi¨¦n ha aumentado en las bolsas de pobreza de las sociedades opulentas, como la de Ciutat Vella. Con el agravante de que algunas de sus cepas se han hecho multirresistentes a los tratamientos disponibles. "Ahora, tratar a un enfermo infectado por una variante resistente cuesta tanto dinero como antes tratar a 100", explic¨® Knobel.
Ambos especialistas coincidieron en que, para aminorar los efectos de las nuevas infecciones, hay que luchar tanto contra las causas directas como contra los factores que las favorecen. Y reaccionar con decisi¨®n cuando la crisis estalla. Knobel termin¨® su conferencia con una imagen que era un homenaje: la del m¨¦dico italiano Carlo Urbani, consultor enviado por la OMS a Hanoy al comienzo de la epidemia de neumon¨ªa asi¨¢tica. ?l fue el art¨ªfice de una actuaci¨®n r¨¢pida y ajustada que, a diferencia de lo ocurrido en China, evit¨® que la epidemia hiciera estragos en Vietnam. El precio fue su propia vida. Urbani result¨® infectado durante los primeros d¨ªas y muri¨® el 29 de marzo, cuando la enfermedad ya estaba controlada en Hanoy gracias a ¨¦l.
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