Rostros hechos por otros
Los festivales de fotograf¨ªa juegan al norte y al sur, a lo convencional y a lo que est¨¢ pasando ahora. En este ¨²ltimo caso -"lo que est¨¢ pasando ahora"-, PHotoEspa?a 2003 ha arriesgado poco, muy poco, en toda su programaci¨®n; por el contrario, apuesta por lo conservador que, en definitiva, es una f¨®rmula para no equivocarse. Como muestras, dos exposiciones, que bien pueden servirnos de referentes: una, la que ense?a la pl¨¢stica singular, ya hist¨®rica, de Joel-Peter Witkin; otra, la de los registros urbanos, son las instant¨¢neas de calle, de Philip-Lorca diCorcia.
La est¨¦tica de todas las fotograf¨ªas de Joel-Peter Witkin, perfectamente sintetizadas en esta exposici¨®n del C¨ªrculo de Bellas Artes, nos traen recuerdos de ra¨ªces viejas, no ya s¨®lo de la pintura y literatura (Baudelaire), si no -tambi¨¦n- las de una fotograf¨ªa rancia que se recrea en los cad¨¢veres (posiblemente con otra intencionalidad que apuesta m¨¢s por lo documental) como las que hicieron en el Massachusetts General Hospital, Albert Sand y Josiah Johson, durante las sesiones de anestesia en los quir¨®fanos (entonces utilizaban la t¨¦cnica del daguerrotipo, all¨¢ por 1846), o los retratos cl¨ªnicos de William H. Bell cuyos protagonistas eran los tullidos, y heridos, en primer plano -c¨¢mara directa-, que exploraban Arizona con el teniente George Wheeler al frente, (fue sobre 1860
JOEL-PETER WITKIN
C¨ªrculo de Bellas Artes
Marqu¨¦s de Casa Riera, 2. Madrid
Hasta el 5 de julio
PHILIP-LORCA DICORCIA
'?C¨®mo nos vemos?'
Fundaci¨®n Telef¨®nica
Fuencarral, 3. Madrid
Hasta el 13 de julio
[son piezas claves que hay que buscar en la colecci¨®n del J. Paul Getty Museum; Malibu, California]
). ?sta es una excelente muestra cl¨¢sica que nos trae lo mejor de un fot¨®grafo que qued¨® traumatizado, cuando era ni?o, al ver ante sus pies -tras salir de un oficio religioso- una cabeza decapitada por un coche. A partir de aqu¨ª, de esta emoci¨®n se puede interpretar la totalidad de la obra de Joel-Peter Witkin; desde sus Lecciones de c¨¢lculo en el purgatorio (Nuevo M¨¦xico, 1982) hasta la mujer masturb¨¢ndose sobre la luna (tambi¨¦n, Nuevo M¨¦xico, 1982) o el jodedor de zapatos y la mujer que cree ser una c¨¢mara (1998), El Aleph (2001) o el Pecho todav¨ªa vivo...
(Nuevo M¨¦xico, 1982)... ?ste es el esp¨ªritu de las im¨¢genes que nos llevan por esta muestra. Como bien lo explican sus organizadores, "durante m¨¢s de 20 a?os ha sabido fijar el impacto f¨ªsico de la espiritualidad l¨ªmite, de ah¨ª su fijaci¨®n por los hermafroditas, enanos, andr¨®ginos, cad¨¢veres, y cualquier mito viviente...
, cualquiera que porte las llagas de Cristo".
Por el contrario, en la Fundaci¨®n Telef¨®nica ponemos los pies en la tierra, en la exposici¨®n ?C¨®mo nos vemos?, Philip-Lorca diCorcia retrata en directo, en el m¨¢s puro estilo de manual del retrato urbano (destacan las series: Streetworks -obra urbana- y Heads -cabezas-); aqu¨ª se recrea, en un color absolutamente rabioso, la forma de hacer de los grandes maestros de la foto de lo espont¨¢neo, los de la geometr¨ªa de la calle: Cartier-Bresson, Atget, Robert Frank y compa?¨ªa. Es cierto lo que cuenta la literatura que acompa?a a esta colecci¨®n en el sentido de que nosotros mismos podr¨ªamos ser los personajes de estas tomas urbanas, al igual que lo que escribe, al respecto, Noriko Fuku: "El rostro lo hace otro; no es obra propia... No es uno mismo sino otro quien escoge la expresi¨®n
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