El Napole¨®n de la edici¨®n
El mundo editorial sigue respirando a pleno pulm¨®n, como ya indiqu¨¦ la semana pasada cuando me ocup¨¦ del entusiasta, triunfalista, voluminoso y equ¨ªvoco libro Pasando p¨¢gina, de Sergio Vila-Sanju¨¢n, que toma todo el monte por or¨¦gano. Muy distinto es este nuevo de Rafael Borr¨¤s, que es uno de sus protagonistas y aqu¨ª se acerca para ofrecernos un testimonio personal mucho m¨¢s particular, complejo y complementario pues su radio de acci¨®n se extiende de 1935 (fecha de su nacimiento en Barcelona) hasta 1973, a?o en el que entr¨® a trabajar, como culminaci¨®n de su carrera como editor, en la editorial Planeta, la gran empresa gigante que lo fagocitaba todo por aquel entonces, con cuya evocaci¨®n termina el libro anterior que s¨®lo cubr¨ªa la etapa que ¨¦l mismo denominaba "democr¨¢tica", desde 1975 hasta hoy, como para conmemorar as¨ª la desaparici¨®n de su definitivo gran triunfador, Jos¨¦ Manuel Lara Hern¨¢ndez, el creador y emperador de la citada Planeta.
LA BATALLA DE WATERLOO. MEMORIAS DE UN EDITOR
Rafael Borr¨¤s Betriu
Ediciones B. Barcelona, 2003
546 p¨¢ginas. 19 euros
Rafael Borr¨¤s Betriu nos ofrece un testimonio personal -por tanto m¨¢s inatacable- y parcial de este mismo fen¨®meno, durante el periodo anterior, con lo que nos ilumina todo aquello sobre lo que Vila-Sanju¨¢n ha "pasado p¨¢gina" gratuitamente. Borr¨¤s ha sido (es) uno de nuestros grandes "editores" de hoy, empez¨® a trabajar en el sector como empleado, a los 19 a?os en una librer¨ªa de Barcelona, donde naci¨® en el seno de una familia de la burgues¨ªa catalana venida a menos tras la temprana muerte de su padre, despu¨¦s de estudiar en los salesianos y en un instituto p¨²blico, haber pasado por medios falangistas, y ser fascinado por las figuras de Jos¨¦ Antonio y de su mejor, m¨¢s moral y m¨¢s infiel heredero, Dionisio Ridruejo. Como "falangista de izquierdas", termin¨® siendo de coraz¨®n republicano hasta hoy, y ¨¦ste es el ¨²ltimo l¨ªmite que ha sido aceptable en el mundo editorial hasta nuestros d¨ªas (toda su posible "incorrecci¨®n") en un medio surgido de las filas conservadoras que triunfaron en la Guerra Civil, hasta la llegada de sus herederos m¨¢s rebeldes y heterodoxos, Barral, Tusquets, Herralde, Moura y tantos otros, entre los que se alinea hoy Rafael Borr¨¤s con alguna diferencia fundamental: la de no haber sido nunca propietario de las editoriales donde ha trabajado y sigue haci¨¦ndolo hasta hoy.
Pues -y aqu¨ª est¨¢ el detalle- hay que distinguir entre el editor que "edita" y el que paga la edici¨®n, la distribuye y hace consumir, que coinciden cuando publican lo mismo y que cuando disienten terminan en divorcios m¨¢s o menos sonados -depende de sus protagonistas- que suelen provocar la desaparici¨®n de los primeros. Rafael Borr¨¤s ha pasado por la Casa del Libro de Barcelona, Juventud, Luis de Caralt, Plaza, Teide, Ariel, Iber-Amer, la primera Alfaguara, Nauta, Planeta, Plaza & Jan¨¦s hasta 1973, fecha en la que fich¨® del todo por la Planeta de Jos¨¦ Manuel Lara Hern¨¢ndez. Aqu¨ª se para el primer volumen de estas "memorias de un editor", aunque no del todo, pues como en todo libro de esta clase no son s¨®lo numerosas, sino demasiado frecuentes las prolepsis (la irrupci¨®n del futuro en la ¨¦poca que se relata) y algo menos las analepsis (volver al pasado de lo que se cuenta para explicarlo mejor), pues sin ellas no habr¨ªa una buena explicaci¨®n de todo lo que aqu¨ª se desarrolla ante nuestros ojos inocentes (?o no?). Menos mal que las lecciones son impresionantes, sobre todo en el plano de las relaciones personales (sus fidelidades a Ridruejo, Serrano S¨²?er, Mercedes Salisachs y Carlos Rojas, su respeto a Mario Lacruz, Cela o Xavier Benguerel, sus luchas contra las censuras -pues hubo varias-, sus reticencias frente a Salvador P¨¢niker o Areilza, o su simpat¨ªa por Jos¨¦ Manuel Lara Bosch, el heredero final) o en el de las an¨¦cdotas, algunas de las cuales son muy importantes, como la casi ef¨ªmera aventura de aquella revista juvenil La Jirafa, que ¨¦l dirigi¨® con pasi¨®n e inter¨¦s. Hay ausencias, claro est¨¢, como la del nombre de su primer socio, Pareja, que no le pag¨® lo que le deb¨ªa, o errores como dar por muerto a V¨¢zquez Azpiri s¨®lo por hacer caso de rumores sin confirmar (y ojo, que los tres somos de la misma edad).
Pero la constante tendencia de Rafael Borr¨¤s a publicar libros que expliquen a los espa?oles los problemas de su pa¨ªs, sobre todo de la frustrada experiencia republicana, la Guerra Civil y el franquismo, le han convertido no s¨®lo en un verdadero experto y si no en buen historiador, al menos en un buen reportero hist¨®rico, como ha dado testimonio en El Rey de los rojos (1996), El Rey perjuro (1997) y Los ¨²ltimos Borbones (1999), as¨ª como en sus habituales art¨ªculos en el diario La Raz¨®n. Y a la vez iba creando una gran obra como editor de colecciones especializadas que nos han marcado a todos, desde Espejo de Espa?a hasta As¨ª Fue o Memoria de la Historia, ya extinguidas cuando la figura de su inventor desapareci¨® en 1995 de la editorial Planeta. Pero hasta aqu¨ª no llega la memoria de este primer tomo, que se para justo en 1973, antes de cruzar el umbral de su ¨²ltima batalla por lo que el nombre de quien la motiv¨® no aparece aqu¨ª. Pues Waterloo (como bien vio el Fabrizio del Dongo de Stendhal) no termin¨® con la victoria del duque de Wellington, sino con la del vencido Napole¨®n para el futuro del mundo y la eternidad, pese a todos los esfuerzos de la Espa?a que lo rechaz¨®, tan pol¨ªticamente correcta hasta en su fr¨¢gil y falsificada democracia. Ya empiezo a esperar tascando el freno.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.