La matanza olvidada de Congo
Se trata de una guerra silenciosa y oculta sin apenas atenci¨®n medi¨¢tica. No importa el argumento elegido para explicar nueve a?os de conflicto de la regi¨®n de los Grandes Lagos africanos porque el final resulta dram¨¢tico: dos, tres, cuatro millones de civiles muertos desde 1998 por causa directa o indirecta de la lucha, seg¨²n la ONG Human Rights Watch. Las matanzas de Ituri, al noreste de Congo, son una secuela de ese enfrentamiento m¨¢s amplio que implica a siete pa¨ªses y que merecer¨ªa un Tribunal Especial de Naciones Unidas para Cr¨ªmenes contra la Humanidad.
Milicias tribales guerrean en alianzas volubles con una ringlera de siglas de guerrillas pro ugandesas y pro ruandesas y soldados regulares de ambos pa¨ªses. Sostienen que es un asunto de control de tierras entre ganaderos n¨®madas (hema) y agricultores sedentarios (lendu), que estall¨® en 1999, pero en el fragor de la disputa, decenas de hombres de negocios, contrabandistas y criminales, como el tayik V¨ªktor Butt, ex coronel del KGB sovi¨¦tico, inundaron Congo de armas, inflamando odios ancestrales o inventando otros para traficar en paz con las vast¨ªsimas riquezas minerales de este pa¨ªs.
Milicias tribales guerrean en alianzas volubles con una ringlera de siglas de guerrillas pro ugandesas y pro ruandesas y soldados regulares de ambos pa¨ªses
En el fragor de la disputa, contrabandistas y criminales inundaron Congo de armas, inflamando odios ancestrales para traficar con las riquezas minerales
Ruanda y Uganda, ocupantes de casi la mitad de Congo, tejieron una red de rapi?a con la que financiaron la guerra y se lucraron sus clases dirigentes
Muchos se preguntan c¨®mo una fuerza de 1.500 hombres de la UE puede pacificar una regi¨®n que necesit¨® de la presencia de 10.000 soldados ugandeses
El principio de la historia
Todo comenz¨® en la primavera de 1994, al sur de Ituri, en Ruanda, actor principal¨ªsimo en esta crisis junto a Uganda. El genocidio de cerca de un mill¨®n de tutsis y hutus moderados aceler¨® la toma del poder por el Frente Patri¨®tico Ruand¨¦s (FPR), la guerrilla tutsi creada en el sur de Uganda y dirigida por Paul Kagame. Francia, que hab¨ªa salvado a sus aliados hutus del asedio del FPR con el env¨ªo de paracaidistas en 1992, ide¨® la Operaci¨®n Turquesa, de supuestos fines humanitarios, pero que en realidad era una tapadera para sacar del pa¨ªs a la plana mayor del r¨¦gimen hutu. Aquella matanza en Ruanda aliment¨® en los tutsis un s¨ªndrome del genocidio, que define desde entonces la pol¨ªtica exterior y de defensa de la Ruanda de Kagame, quien ha tenido la habilidad de captar firmes aliados en Israel y entre la comunidad jud¨ªa de EE UU, sensibilizados con el precedente del Holocausto.
Los dirigentes hutus pro franceses, que escaparon al este de Congo cubiertos por aquella Operaci¨®n Turquesa, arrastraron consigo a un mill¨®n y medio de personas de su etnia, mayoritaria en Ruanda (un 83%, frente al 15% de tutsis), instal¨¢ndose en la regi¨®n congole?a de Kivu. Durante dos a?os, las milicias radicales hutus, los interhamwe (que significa los que matan juntos), realizaron sangrientas incursiones en la frontera ruandesa desde los campamentos de refugiados. En noviembre de 1996, Kagame y su entonces amigo y aliado Ioweri Museveni, presidente de Uganda, provocaron un levantamiento de los tutsis zaire?os (llamados banyamulengues) y colocaron a Laurent Kabila, un veterano guerrillero que luch¨® con Ernesto Che Guevara en los a?os sesenta en esa zona, al frente de la revuelta. En mayo de 1997, Kabila y sus tropas, una variopinta amalgama de movimientos antimobutistas, tomaron Kinshasa liquidando 32 a?os de poder absoluto de Mobutu Sese Seko.
La ca¨ªda del dictador congol¨¦s, que hab¨ªa gobernado las m¨¢s de 250 etnias que habitan Congo con mano de hierro y servido en la guerra fr¨ªa de dique anticomunista, dej¨® un inmenso vac¨ªo de poder que Kabila y sus aliados no supieron ocupar. ?stos estuvieron m¨¢s atentos en la persecuci¨®n de los refugiados hutus que no regresaron a Ruanda en 1996. Las ONG y el relator especial de la ONU, Roberto Garreton, denunciaron el asesinato de 250.000 personas. Varias fosas comunes, como la de Tingui-Tingui, cerca de Kisangani, son el testimonio de esa matanza. (Kabila fue asesinado en enero de 2001 por un guardaespaldas. Le sucedi¨® su hijo Joseph).
El 2 de agosto de 1998, los valedores exteriores de Laurent Kabila, Ruanda y Uganda, optaron por desembarazarse de ¨¦l en un golpe de Estado. Le acusaban de incumplir su compromiso: autonom¨ªa para las ricas regiones congole?as de Ituri y Kivu, donde esos dos pa¨ªses tienen intereses econ¨®micos, y el aniquilamiento de las milicias interhamwe y otros grupos rebeldes. Esa asonada pro tutsi fracas¨® en Kinshasa debido a la intervenci¨®n armada de Angola en favor de Kabila. El aplastamiento de los golpistas deriv¨® en una guerra civil, que la secretaria de Estado estadounidense Madeleine Albright calific¨® de "primera guerra mundial africana". Namibia, Zimbabue y, en menor medida, Chad y Sud¨¢n, se alinearon con Angola y Kabila. Burundi, dominada por la etnia minoritaria tutsi (caso gemelo al ruand¨¦s), se uni¨® a Uganda y Ruanda, pa¨ªses que crearon dos guerrillas clientelares, Uni¨®n para la Democracia de Congo (RDC), pro ruandesa, y Movimiento de Liberaci¨®n de Congo (MLC), pro ugandesa. As¨ª trataban de dar apariencia de revuelta a lo que era invasi¨®n extranjera.
Riquezas minerales
Ruanda y Uganda, que ocupaban directa o indirectamente casi la mitad de Congo, se enfrentaron en mayo de 1999 por el reparto de las riquezas minerales. Sus ej¨¦rcitos libraron una batalla por el control de la estrat¨¦gica ciudad de Kisangani (antigua Stanleyville), capital del tr¨¢fico de diamantes, oro, marfil, manganeso, uranio y madera, entre otros bienes. La guerrilla del RDC pro ruandesa se dividi¨® en dos, la RDC-Kisangani, controlada por Kampala, y la RDC-Goma, dominada por Ruanda. El Ej¨¦rcito de Museveni y sus guerrillas afines consolidaron sus posiciones en las provincias del norte y este de Congo, incluido el distrito de Ituri. El Ej¨¦rcito de Kigali y su milicia tutelada dominaban una extensi¨®n de 14 veces el tama?o de Ruanda.
Los pa¨ªses ocupantes tejieron una red de rapi?a con la que financiaron la guerra y se lucraron sus respectivas clases dirigentes, igual que el Zimbabue de Robert Mugabe, aliado de Kabila, que logr¨® concesiones de diamantes en Mbuji-Maji (centro) y de cobre en Katanga (sur). Uganda, que no posee yacimientos conocidos de diamantes, vendi¨® en el a?o 2000 por valor de 1.263 millones de d¨®lares; tampoco extrae coltan (mineral esencial para la telefon¨ªa m¨®vil y para la industria electr¨®nica), pero en 1999 export¨® 69,5 toneladas. Ruanda, s¨®lo en los primeros 18 meses de guerra, logr¨® ingresos ilegales de 250 millones de d¨®lares, cuatro veces su presupuesto de Defensa. Dos informes de la ONU son demoledores y explican con detalle la trama de depredaci¨®n organizada por los ej¨¦rcitos y Gobiernos de estos pa¨ªses.
Grup¨²sculos
La batalla entre los antiguos amigos y aliados Ioweri Museveni y Paul Kagame se traslada a Ituri. Las guerrillas tuteladas por ellos se rompen en varios grupos y subgrupos, nacen unas siglas y mueren otras en cambios permanentes de alianzas. Las tropas ugandesas, que ocuparon la regi¨®n hasta el 7 de mayo de 2003, apoyaron inicialmente a los hemas (ganaderos y nil¨®ticos como los tutsi) frente a los lendu (campesinos y bant¨²es como los hutus), vinculados al Gobierno de Kinshasa y a los restos de las milicias hutus. La consecuencia de la lucha por el control de Kisangani en 1999, que enfrent¨® a ugandeses y ruandeses, convulsion¨® Ituri despertando un conflicto ancestral de tierras. Uganda cre¨® milicias lendu arm¨¢ndolas frente a los hemas que apoya Ruanda, su nueva enemiga regional.
La Misi¨®n de Naciones Unidas para Congo (Monuc), creada en agosto de 1999 para vigilar el alto el fuego tras el acuerdo de paz de Lusaka, se vio sobrepasada por los acontecimientos en Ituri. Se sucedieron las matanzas (la ¨²ltima, hace dos semanas en Tchomia), la mayor¨ªa llevadas a cabo por milicias lendu, sin que los 700 cascos azules uruguayos, mal armados y sin un mandato adecuado de la ONU, pudieran impedirlas. La sombra de otro genocidio, en el que las v¨ªctimas ser¨ªan ahora los hemas (como los tutsis en 1994), obliga a la intervenci¨®n internacional y al env¨ªo de una fuerza de despliegue r¨¢pido (FDR) de la Uni¨®n Europea. La milicia hema de la Uni¨®n de los Patriotas Congole?os domina hoy Bunia y transita armada por Ruanda. Los lendu acechan desde el extrarradio armados por las guerrillas pro ugandesas.
La misi¨®n de la FDR se limita por mandato a Bunia, pero nadie sabe lo que sucede en el resto de Ituri. M¨¦dicos Sin Fronteras denuncia la desaparici¨®n de al menos 50.000 personas que hu¨ªan de la capital a Beni, a unos 160 kil¨®metros al sur. Aqu¨ª, en Ituri, muchos militares de la Monuc se preguntan c¨®mo una fuerza de 1.500 hombres de la UE puede pacificar una regi¨®n que necesit¨® de la presencia de 10.000 soldados ugandeses. Algunos expatriados temen que el actual despliegue europeo sea una mera operaci¨®n cosm¨¦tica tras la guerra de Irak. Nueve a?os de olvido son raz¨®n para la suspicacia.
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