La guerra contra el terrorismo despu¨¦s de Irak
Las deslumbrantes victorias militares en Afganist¨¢n e Irak podr¨ªan confundirnos en lo que a la guerra contra el terrorismo se refiere. Si fuera meramente cuesti¨®n de pa¨ªses rebeldes, podr¨ªamos pensar que se ha avanzado. Pero el progreso tecnol¨®gico est¨¢ poniendo en manos de grupos e individuos degenerados unas capacidades destructivas en otro tiempo limitadas b¨¢sicamente a gobiernos y ej¨¦rcitos. Aun cuando la eliminaci¨®n total de incidentes terroristas resulte imposible, reducir su frecuencia y su capacidad letal supondr¨¢ una gran diferencia en el impacto que ¨¦stos pueden tener sobre nuestras sociedades. El mundo necesita una estrategia m¨²ltiple que deslegitime los ataques contra civiles como m¨¦todo de conflicto; que disuada a los Estados de proporcionar recursos o refugio seguro a quienes utilicen dichos m¨¦todos; que refuerce nuestros objetivos internos; que niegue a los terroristas el acceso f¨¢cil a las armas de destrucci¨®n masiva, y que reduzca los incentivos para usar el terrorismo.
Las medidas militares quiz¨¢ no solucionen la mayor parte del problema, pero a veces son esenciales. Privar a Al Qaeda de su refugio en Afganist¨¢n no era suficiente, pero s¨ª necesario. El n¨²mero de pa¨ªses que patrocinan el terrorismo ha disminuido en la ¨²ltima d¨¦cada. La diplomacia respaldada con una amenaza militar puede reducir a¨²n m¨¢s dicho n¨²mero. Algunos Estados fracasados est¨¢n tan ca¨®tica-mente organizados que no es posible disuadirlos de que proporcionen un para¨ªso a los terroristas. En tales casos, la ayuda militar puede ser importante; en otros, quiz¨¢ sea necesaria la intervenci¨®n. Compartir los servicios de espionaje y cooperar en el ¨¢mbito policial es a menudo el frente de defensa m¨¢s eficaz. Debido a la sensibilidad de las fuentes y a los peligros que comporta revelarlas, buena parte de este trabajo se lleva a cabo mediante acuerdos bilaterales. La cooperaci¨®n multilateral es posible en el seguimiento de los flujos financieros, lo cual puede ayudar a privar a los terroristas de recursos y, asimismo, proporcionar informaci¨®n ¨²til. Tambi¨¦n se puede compartir mejor la informaci¨®n dedicando m¨¢s recursos a organizaciones escasas de fondos como Interpol.
Trabajar para elevar los umbrales que los terroristas han de superar exige un planteamiento sistem¨¢tico, ya que tapar un agujero puede hacer que los terroristas busquen otro. Nuestras sociedades son tan vulnerables como lo sea el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil. No tiene sentido aumentar la seguridad aeroportuaria en Londres si un terrorista puede penetrar f¨¢cilmente en el sistema, por ejemplo, en Roma o Lagos. Dado que las vulnerabilidades de las sociedades modernas son similares, cada pa¨ªs tiene mucho que aprender de los errores y los aciertos de los dem¨¢s. Los Gobiernos deber¨ªan establecer contactos regulares entre organismos responsables de los aspectos t¨¦cnicos y pol¨ªticos de la seguridad interior. La seguridad interior es una cuesti¨®n internacional. Se puede utilizar la ayuda y la asistencia para reforzar las capacidades de los pa¨ªses pobres que participen en estos sistemas trasnacionales. Tales inversiones son un claro ejemplo de coincidencia entre el inter¨¦s propio y la caridad. Un importante tipo de asistencia es ayudar a otros pa¨ªses a ampliar su capacidad para enfrentarse a las armas de destrucci¨®n masiva. En el caso de los agentes biol¨®gicos, la salud p¨²blica mundial se ha convertido en una cuesti¨®n de seguridad. Los terroristas pueden obtener microbios y virus de laboratorios extranjeros inadecuadamente protegidos, o sobornar a cient¨ªficos mal pagados en los restos del sistema de biolog¨ªa b¨¦lica rusa, o de fuentes naturales. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud ha creado una red mundial de laboratorios nacionales para llevar a cabo un trabajo de detecci¨®n precoz, y recibe un escaso presupuesto anual de aproximadamente 400 millones de d¨®lares.
Otra ¨¢rea de asistencia crucial es el proyecto de Reducci¨®n Cooperativa de la Amenaza, que proporciona fondos para ayudar a mejorar el control y la destrucci¨®n de materiales para armas nucleares en pa¨ªses ex sovi¨¦ticos. Tambi¨¦n estos programas andan escasos de fondos, aunque en la cumbre del G-8 celebrada el a?o pasado en Canad¨¢ se alcanz¨® un principio de acuerdo entre 10 pa¨ªses para proporcionar una cantidad adicional de 10.000 millones de d¨®lares a lo largo de los pr¨®ximos 10 a?os. Algo m¨¢s controvertida es la cuesti¨®n de si la ayuda al desarrollo constituye un importante instrumento antiterrorista. Los partidarios afirman que es una herramienta crucial para "drenar los pantanos". Pero los esc¨¦pticos dudan de que la pobreza est¨¦ en la ra¨ªz del terrorismo. Se?alan que la mayor¨ªa de los terroristas que atacaron Estados Unidos en septiembre de 2001 eran ciudadanos de clase media, procedentes de un pa¨ªs relativamente rico. Si tenemos que esperar a que la ayuda al desarrollo saque al mundo de la pobreza para responder al terrorismo, para entonces estaremos todos muertos.
Ambas partes de la discusi¨®n llevan algo de raz¨®n. Los horizontes temporales de la pol¨ªtica de desarrollo no coinciden con los horizontes temporales del antiterrorismo, pero a menudo los grupos terroristas est¨¢n guiados por pervertidos sin problemas econ¨®micos que (como Osama Bin Laden) se?alan las injusticias del mundo para reclutar seguidores. La ayuda de los pa¨ªses ricos al desarrollo puede ayudar a privar a los l¨ªderes terroristas de dichos argumentos, al demostrar que las pol¨ªticas coinciden con las aspiraciones a largo plazo de los pobres. Es importante proporcionar la perspectiva de esperanza, tanto en el aspecto material como en nuestras pol¨ªticas respecto a conflictos recalcitrantes como los de Oriente Pr¨®ximo y Cachemira. El ¨¦xito militar estadounidense en Irak ha sido abrumador, pero la met¨¢fora de la guerra es equ¨ªvoca. No habr¨¢ equivalente a la ca¨ªda de Bagdad, ni bala de plata en la lucha contra el terrorismo. Para tener ¨¦xito es indispensable invertir en una amplia gama de instrumentos. Pero, mientras que Estados Unidos dedica s¨®lo aproximadamente un 1% de su presupuesto federal a los asuntos exteriores, la estrategia antiterrorista eficaz no puede divorciarse de todos los dem¨¢s aspectos de la pol¨ªtica exterior.
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